septiembre 1, 2023

Paulina Meyer: «La habituación es lo peor que nos puede pasar»

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Residente siempre en la V Región, Paulina Meyer egresó el 2006 de la carrera de Diseño en nuestra Escuela. Siempre interesada en las artes, y con notoria habilidad para el dibujo, ingresó a la e[ad] para estudiar arquitectura, pero en el transcurso de los meses se dio cuenta que no era ese su camino. “¿Qué es esto de estar viendo un espacio que construirá otro?”, señala a través de la pantalla en nuestra reunión por zoom. Lo bueno es que se encontraba estudiando el plan común, por lo que tuvo la oportunidad de tomar ramos de diseño; tras su primer año académico le dieron la mención de gráfico. Y en el segundo, se enamoró del campo laboral.

¿En qué se encuentra tu desarrollo laboral actualmente?

Trabajo liderando equipos de diseño que desarrollan productos digitales. Cuando hablamos de estos, hablamos de sitios web como Latam.com, Nine West; en Falabella estoy en la Gerencia de Estrategias, donde impulsamos la consolidación y construcción de Equipos de Diseño de alto desempeño en las distintas unidades de negocios que tenemos. El objetivo es que estén bien construidos, con los perfiles necesarios, con diseñadores de interfaz, con researchers, con UX Writers, para que se consolide una célula de trabajo. Construimos esos equipos y los llevamos a un nivel de madurez mayor, donde entiendan los roles que deben tener y cómo interactuar entre ellos, cómo se investigan a los usuarios y se entienden las métricas. Además, soy docente en la Escuela: el ramo que hago es Diseño para las Personas, donde enseño lo que se está haciendo, precisamente, en las empresas.

¿Cómo crees que impacta tu labor en la sociedad?

Lo más importante es hacer entender, como en todas las empresas que he trabajado, que el diseño es lo que finalmente genera un lazo y una conexión con tus usuarios. Entonces no tiene que ser tratado, como hace muchos años pasaba, de una forma superficial, que te decían «que la Paulina venga y haga las cosas lindas que ella hace». Si bien las cosas pueden quedar muy bonitas, el diseño no se trata de eso, no es solamente lo estético, tiene que ser funcional. Tiene que ser estéticamente equilibrado, pero sí es importante que sea funcional, que los usuarios, independiente de su brecha digital, tecnológica, etaria o educacional, sean capaces de ocupar los servicios que queremos que ocupen, y para mí ese es uno de los objetivos. No decir que es un problema del usuario, que no entiende, sino que es un problema de nosotros y tenemos que solucionarlo.

¿Cuál es tu mirada respecto de cómo se inserta el diseño en Chile?

Los diseñadores tenemos algo que es demasiado bueno: la independencia. ¿A qué voy con que tenemos una independencia? El abogado, por ejemplo, necesita un cliente al cual poder defender, tengo que tener un problema que debo resolver en base a un cliente. El diseñador, si bien siempre va a requerir de alguien que tenga una necesidad, puede estar todo el rato observando cuáles son esas carencias, y desde su lugar y posición, crear una solución. Esta resolución puede venir desde ti, no necesitas otra persona o un ingeniero que te lo valide, lo puedes llevar a cabo solo. Y a mí eso me encanta del diseño: no necesito una empresa que me contrate, uno siempre puede buscar un problema a solucionar, y ese rol del diseñador es súper independiente. Siento que hay algo de la independencia que viene de la mano del ser artista, del crear algo, del buscar una solución.

¿Se puede ser diseñador sin ser artista?

El diseño está súper vinculado al arte, pero el diseño va un pasito adelante. El arte tiene siempre que provocar algo, una sensación, un cuestionamiento. En cambio, el diseño tiene que comunicarte algo, hay una acción que tiene producirse. Si me das un formulario para llenar, con la nueva malla curricular de la escuela, por ejemplo, debo ser capaz de ver ese documento y entender los distintos caminos que yo podría tomar desde que estoy en el día cero. Es un objeto, una visualización, que debo traducir en mi mente, sacar conclusiones y entenderla; no es solamente contemplativo. Ahora, si tu diseño, que es funcional, es estéticamente balanceado y además tiene un gancho de creatividad, la hiciste, porque es muy difícil tener ese balance.

Según tu experiencia, ¿Cuál es la esencia de nuestra Escuela?

La observación. La detención. Y por sobre todo, es la iteración. Algo muy importante que uno aprende en la Escuela es todo el tiempo que vas iterando tus encargos: vas viendo otras ideas, seleccionando algunas, descartando otras, y eso es un proceso de diseño. Lo que pasa es que uno, cuando está en ese momento, está como «tengo que sacar este taller», pero es un proceso de diseño real. Entonces el detenerse, el iterar y el observar, es lo que te lleva a generar buenos diseños. En ese momento uno no es consciente; después, cuando miras retrospectivamente, te das cuenta que era todo un encargo en el que llegas a una profundización mayor de un problema.

¿Qué elementos distintivos de la e[ad] crees que se impregnaron en tu forma de hacer las cosas?

Demasiadas. Primero, escribo todo, y empiezo a ver los bosquejos, también dibujados en el papel, todo el día. Si te muestro mi cuaderno vas a ver desde dibujos de diseños hasta anotaciones personales. Siempre estoy con un lápiz y un papel, siempre. Y les digo a los alumnos que bacán que quieran diseñar con sus iPads, pero vuelvan al papel, a la goma de borrar. Uno siempre parte desde ahí, después le sacas una foto y lo tiras al software de diseño, pero parte en el papel, parte con una idea. Y lo otro es probar otra cosa al hacerlo, como la ingeniera inversa. En la Escuela dibujaba bien, pero los profesores me ponían desafíos como dibujar con mi otra mano, por ejemplo. Y en el fondo, lo que estaban haciendo era forzarme a pensar de otra forma. Me tenía que plantar en el papel, con la otra mano, y había otros resultados gráficos. Finalmente, es que tu mente y tú quieran probar otras cosas. La habituación es lo peor que nos puede pasar en el trabajo y en el día a día, siempre tienes que quebrar la habituación. Uno tiene que atreverse al espacio de probar algo distinto.

¿Qué es lo que más recuerdas de tu paso por la escuela, más allá de las clases?

Hice amigos en primer año que los mantengo hasta el día de hoy. Trabajamos juntos, salimos de vacaciones, viajamos, nos juntamos siempre. Lo otro que me llevo es que era muy divertido entrar en una Escuela donde había diseñadores y arquitectos, pero estabas rodeado de mucho arte, mucha creatividad. Siempre había eventos, como tardes de cine o jornadas en Ritoque, había mucha más vida que las que había en clases. Los ágapes, o que podías asistir a cualquier ceremonia que hacían los profesores, a charlas de destacados profesionales; siempre traían gente increíble que uno podía escuchar.

¿Qué consejo le darías a las generaciones que están egresando este año?

Tu primer trabajo no te define, eso es lo más importante. O sea, el primer trabajo que vayan a encontrar no va a durar para siempre; segundo, no los va a definir. Si llegan a entrar a un trabajo que quizás no es lo que exactamente quieren, que no se preocupen, que no se desesperen, eso les va a permitir llegar a otro lugar donde ellos quieren. Creo que es importante tenerlo claro, porque realmente hay muchas más alternativas ahora que cuando yo salí.

Si tuvieras que asociar una frase a la Escuela, ¿Cuál sería?

Un espacio para abrazar el error.

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