agosto 26, 2022

Rocío Schatzke Villegas: “Hay que aplicar la creatividad de tal manera que las cosas esplendan por sí mismas”

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Rocío Schatzke Villegas estudió Diseño Industrial en nuestra Escuela, ingresando en 2003 y egresando en 2008. Su experiencia en Servicio País en 2012 y 2013 marcó su sentido del oficio.  Hace 10 años se dedica a la gestión cultural asociada al trabajo con comunidades artesanas y rurales. Si bien reside actualmente en Santiago, Rocío se mueve hacia distintos lugares del país para desarrollar su labor con estas colectividades. 

¿En qué se encuentra tu desarrollo laboral actualmente?

Me ha costado un poco definir esta labor, porque es una mezcla de gestión cultural asociada a la artesanía. También tiene una cuota de diseño y de intervención social. Luego de egresar, trabajé los primeros años en diseño, sin embargo, tras la experiencia de participar en Servicio País, empecé a trabajar más en localidades rurales, con artesanía y otras profesiones. Desde ahí mi quehacer empezó a tomar este rumbo, integrando el diseño desde una mirada más social y territorial.

¿Cómo ha sido para ti complementar el Diseño con la Gestión Cultural?

Todo tuvo que ver con una búsqueda personal. Al egresar trabajé en oficinas diseñando mobiliario o display para tiendas, que es lo que encuentras habitualmente cuando sales de la universidad. Si bien estuve en buenos lugares, esa labor nunca me hizo sentido porque no estaba siendo un aporte desde lo que había aprendido. Entonces, cuando hice el Servicio País, se transformó un poco esta mirada de cómo podía contribuir desde lo que había estudiado. Fue ahí cuando empecé a vincular el diseño al servicio de las comunidades. En general, en los pueblos pequeños, no hay diseñadores, no es una profesión que llegue a lugares rurales o a los sectores más aislados del país. 

Y ahí uno encuentra que puedes colaborar, desde hacer un afiche para un evento, hasta trabajar con problemáticas más profundas, como en mi caso lo fue la artesanía, donde vi que había una necesidad importante de las comunidades artesanales por ser reconocidas y valoradas. Empecé entonces con una labor que tiene que ver con el desafío de hacer visible la riqueza de este trabajo artesanal ante la propia comunidad y el país.

¿Cómo impacta tu labor en la comunidad?

Me siento con una responsabilidad muy importante, que la tomo con la alegría de poder llegar a lugares aislados, donde la gente nos recibe con apertura, cariño. También desde ahí puedo generar un trabajo que tiene que ver con que las personas se valoren a sí mismas por lo que son y por lo que hacen. Ese es mi objetivo en los proyectos que he realizado. Por ejemplo, con las trenzadoras de Cutemu, que trabajamos hace 7 años juntas, llevamos un camino bastante largo, donde hemos hecho muchas cosas como diseñar productos nuevos, realizar talleres y hacer giras. Este trabajo integrado ha puesto a Cutemu en el mapa, y el impacto que eso genera en las personas ha sido significativo y súper positivo.

Con todos los cambios sociales que han ocurrido ¿Cuál es tu mirada respecto de cómo se inserta la arquitectura/el diseño en Chile?

Previo al 2019, estudié otras disciplinas como permacultura, que tiene una mirada sistémica del mundo. Agradezco haber incorporado ese conocimiento, ya que creo que en todas las profesiones, y particularmente en diseño, no estás aislado trabajando, sino que estás en un contexto país, social y territorial que tiene sus particularidades. Creo que la mirada ética de cada persona es fundamental, ya que tenemos la oportunidad de aportar desde ese lugar. También tiene que ver con tener la sensibilidad de percibir el entorno y, desde esta mirada sistémica, reconocer el contexto, los cambios para ser flexible ante todo esto. Hoy, mucho más que antes, el desafío es cómo diseñamos para contribuir desde las potencialidades individuales, pero también, de forma integrada y armando redes.

Según tu experiencia, ¿Cuál es la esencia de nuestra Escuela?

Para mí fue un espacio de creación súper libre, donde pude experimentar la creatividad y la exploración personal. Nosotros no trabajamos como en otras escuelas de diseño, que muchas veces lo hacen en base a referentes o estudiando la historia de la disciplina. Acá era en base a la observación, que tiene que ver con un trabajo personal de darte cuenta para qué tienes habilidades, cuál es tu forma de dibujar, de diseñar. Asimismo, aprendimos muy desde el territorio, entendiendo que estamos en América, no en otro lugar, sino desde un contexto específico, un país, un continente. Son esas dos cosas muy importantes, el territorio y la forma más libre de crear.

¿Qué elementos distintivos de la e[ad] crees que se impregnaron en tu forma de hacer las cosas?

En la escuela diseñábamos con papel, alambre e hilo de pescar. Trabajar con cosas tan básicas y simples, es algo que yo todavía aplico en la vida. Por ejemplo, la exposición que hicimos con las artesanas fue con lo que teníamos. Poder trabajar con lo que te da el territorio, en vez de traer otros elementos o complejizar los diseños, es entender ese lugar y crear con lo que tienes a mano y no con lo que te falta. Creo que Ricardo Lang tenía una frase en un libro que era muy bonita y hablaba de eso, era algo como diseñar desde las cualidades de algo más que desde sus carencias, como de una necesidad. Hacer esplender algo que ya está. Cuando empecé a trabajar con artesanías tenía esta mirada del hacer y aplicar la creatividad para que las cosas esplendan por sí mismas.

¿Qué es lo que más recuerdas de tu paso por la escuela, más allá de las clases?

Las travesías, que fueron maravillosas todas. Eso es algo demasiado increíble, una experiencia única, con todos sus desafíos. También el trabajo en los actos poéticos, las celebraciones, la forma en que tenía la Escuela de celebrar, de dar la bienvenida en vez de hacer mechoneo, eso es algo que recuerdo con mucho cariño y alegría, porque generaban instancias de compartir muy bellas, y asociaba eso del compartir con personas de todo Chile. Teníamos compañeros de todos lados, amistades que hasta el día de hoy mantengo. Espacios de compartir en torno a cosas más profundas, más allá de compartir una carrera, compartimos una visión de mundo.

¿Qué consejo le darías a las generaciones que están egresando este año?

Que salgan al mundo, a Chile, a explorar. Hay tanto por hacer y creo que el diseño tiene mucho que aportar. Los territorios plantean múltiples oportunidades y desafíos de toda índole. Chile es un país muy rico en cultura, materias primas, tradiciones, y todas están súper vulnerables a desaparecer. Desde el diseño hay bastante que trabajar desde ahí. Puede que no sea un camino tan fácil como tener un trabajo estable, pero que tiene un impacto directo en las comunidades que lo necesitan.

Si tuvieras que asociar una frase a la Escuela, ¿Cuál sería?

Trabajo desde la autonomía creativa desde las riquezas de un territorio.

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