Paulina Acuña: “Parte todo con un café”
Originaria del sur de Chile –donde reside actualmente-, Paulina Acuña, Diseñadora Industrial que estuvo en la e[ad] entre 2002 y 2006, realizó un viaje hace un par de años. El destino, Alemania. Encontró en tierras teutonas la inspiración necesaria para dar nacimiento a su alter ego: Gertrudis Shaw, dando un paso hacia la trinchera de la ilustración.
Ahora son dos las personalidades que conviven en un mismo cuerpo. Paulina es, hoy, la agente de Gertrudis Shaw, y quien hace el trabajo rudo o más formal, como las fichas Excel, por ejemplo. Gertrudis, en cambio, es la que se dedica a tomar cappuccino, rosé y crear las ilustraciones.
¿En qué se encuentra tu desarrollo laboral actualmente?
El trabajo de ilustradora, como Gertrudis, es muy dinámico. Me gusta poder trabajar con varios proyectos al mismo tiempo, lo que enriquece, incluso, aquellos que no están necesariamente relacionados. Actualmente, trabajo en mi taller en el sur, y además de hacerlo de forma remota para distintas marcas que entran y salen con proyectos durante el año. También trabajo por encargo, haciendo ilustraciones de autos antiguos para mi mecenas, por ejemplo, quien me encarga muchas ilustraciones todo el año. Soy, además, diseñadora de productos para una marca que va a salir prontamente, y que está ligada a la ilustración. Yo ilustro como Gertrudis, y además trabajo con los proveedores, diseño los packaging, hago seguimiento de productos, todo eso como Paulina. Y bueno, hago encargo de retratos y cuadros.
¿Cómo impacta tu labor en la comunidad?
Curiosamente no sé si es el dibujo mismo lo que impacta, pero siento que lo hace mucho más el haber inventado este alter ego, la gente se inspira solo con eso. Mi familia, mis amigos, la gente que me contacta para trabajar, siento que les influye esto de concebir un personaje que te da libertad de creación. Eso siento que es lo que más ha afectado a mi comunidad. La gente me escribe pidiéndome consejos de cómo soltar esas trancas que uno tiene como diseñador, que es bien curioso, porque en la universidad, y la vida en general, te trata de mostrar nuevos caminos de libertad, pero uno solo se va cerrando, va creando muros. Yo siento que en ese sentido podría ser que contribuyo algo, por lo menos a los cercanos a mi comunidad.
¿Cómo ha sido vivir con estas dos personalidades, la de Paulina y la de Gertrudis?
Te ordena, y como que extiendes un poco el horizonte. Esto de crear un alter ego, que al mismo tiempo yo lo identifico como una marca, hace no me restrinja a que esto sea lo único que invente en mi vida, puedo inventar nuevas cosas. Pero, simplemente, es un modo que me sirve para darle rienda suelta a las conexiones que puedo hacer con la ilustración. ¿A qué me refiero con eso? Que yo, como diseñadora industrial, me imaginaba siempre viajando, en aventuras, en exploración, en distintas situaciones que no lograba conectar con proyectos laborales, porque esta disciplina, la que yo conocía, me situaba un poco en un lugar específico, creando quizás un mueble, o trabajando en obra, o en un taller o una oficina.
Alimentando este alter ego -Gertrudis Shaw- comencé a conectar con la magia, empecé a soñar y a usar la ilustración para recordar mis viajes, para ilustrar lo que más me gustaba de los hoteles donde yo iba o la gente que yo conocía, o lo inusual que ocurría en el camino.
Y empecé a dibujarlo. Y de repente la gente empezó a conectar con eso, y empecé yo misma a crear proyectos de diseño industrial conectados con la ilustración y a este mundo de exploración de la imagen. Simplemente para mí es una apertura, como un a través nuevo, eso para mí es la ilustración, algo que te da libertad para hacer más proyectos.
Con todos los cambios sociales que han ocurrido ¿Cuál es tu mirada respecto de cómo se inserta el diseño en Chile?
Fue bastante fácil vivir el tiempo de la pandemia, y el encierro por así decirlo, porque a lo que yo me dedico es ser una ilustradora freelancer, eso es la Gertrudis. La contactan distintas marcas y ella puede trabajar por encargo, u ofrecerlo en distintos medios internacionales; ahí te licencian o compran las obras. Este mundo de lo virtual, o de pago internacional, lo empecé a gestar hace seis o siete años, entonces ahora, con lo que pasó con el Estallido Social que frenó un poco los proyectos nacionales, también a ti se te prende la ampolleta y dices «verdad, podría ampliarme fuera de Chile».
Yo siento que con la pandemia el mundo se dio cuenta que está todo listo para poder trabajar de forma virtual desde cualquier parte del planeta, solo necesitas internet, tu computador, tu IPad y tus papeles y pinturas, si es que los usas. A mí no se me cerraron puertas, a mí se me abrieron puertas y eso fue bastante curioso de poder hablarlo con mis pares. Porque mucha gente nunca había experimentado trabajar en sus casas, o en cualquier lado que uno quisiera y no en la oficina. En realidad, está todo hace muchos años hecho para eso, ahora todos se dieron cuenta que es más fácil.
Según tu experiencia, ¿Cuál es la esencia de nuestra Escuela?
La Escuela te enseña a darle vuelta un poco el sentido a las cosas. Esto de volver al origen, que a mí me sirvió mil por ciento para crear a la Gertrudis. Porque yo estaba dedicada a algo que era nada que ver con lo que quería hacer, y volver al origen era volver al dibujo. Como que la Escuela me enseño eso: empiezas a avanzar, avanzar, avanzar y tienes que volver al origen y darlo vuelta. Es bien chistoso ahora que lo pienso, está el mapa de Amereida que está al revés, está todo vinculado. Es un modo de pensamiento que te enseña la Escuela, a no encerrarte. Para mí es eso, volver al origen, replantearte y ver las cosas al revés, verlas completas, enteras, masticarlas y darles un nuevo sentido para ti.
¿Qué elementos distintivos de la e[ad] crees que se impregnaron en tu forma de hacer las cosas?
Lo que te hablo, de volver al origen tiene que ver con ser humilde. La vida te regala muchas cosas, entre ellas viajes, trabajos increíbles, compañeros fantásticos, cosas muy buenas, y uno puede seguir creciendo y creciendo y olvidarte de dónde vienes. Siento que eso de volver al origen te enseña humildad, y a rever las cosas, a entender por qué estás haciendo lo que estás haciendo, para no perder el hilo. Es crear un trazo desde tu origen hasta hoy, te enseña cuál es tu trayecto, a devolverte entre medio de repente y ver dónde más puedes reventar ese trazo por otro lado. Volver un poco al pasado y ver a dónde me puede llevar ese nuevo hito. Sin la Escuela no sé si lo hubiera hecho. Quizás una universidad más tradicional, como veo en mi familia o amigos que fueron a este tipo de universidades, les enseñan a avanzar mucho en la vida, con metas bastantes establecidas.
La Escuela no te da esos lineamientos, de qué es lo que tienes que hacer, si no que te dice anda descubriéndolo en el camino. Para eso usas la observación, conceptualizar las cosas, tener hambre de explorar tu campo, la geografía, de comerte todo, de tener mucha hambre y curiosidad por todo. También hacer las cosas a mano, yo ilustro a mano, cuando dibujo algo me acuerdo de mis maestros, de Arturo Chicano, de Ricardo Lang, me acuerdo de ellos dibujando. Son enseñanzas que quedan para siempre, y te ayudan a replantearte la vida.
¿Qué es lo que más recuerdas de tu paso por la escuela, más allá de las clases?
Me acuerdo bastante del café que te invitaban los profesores, fuera de clases o entre medio, incluso podía ser fuera o dentro de la Escuela. De hecho, era más entretenido ir a la Escuela en horarios donde no tenías clases, porque te encontrabas con otra gente. Por ejemplo, el profesor que iba saliendo de una clase a la que tú no fuiste, y él te invitaba a una clase, entrabas a una mesa con gente que no conocías, mayor o menor que tú, y se creaba un diálogo. Había un tema qué conversar y todos opinaban, desde la talla hasta algo nada que ver, o desde la observación hasta algo más serio. Para mí crear Escuela fue hacer un diálogo transversal, algo muy valioso, un tesoro.
Incluso lo trato de hacer hasta el día hoy, porque a veces siento esa carencia de hacer Escuela. Y me junto con gente, que conozco y no conozco, en cafés a conversar temas. Y dibujar, siempre dibujar en los cafés, donde te encontrabas con profesores dibujando también. Ibas a Viña y de repente te encontrabas con alguien tomando un café solo, y estaba dibujando en servilletas, papeles, cuadernos. Era eso, siempre estar dibujando, observando, curioseando y plasmando cosas en el papel. También tiene que ver un poco con conversar con gente que está fuera de tu oficio, fuera de tu espacio, de tu carrera, de tu curso; salir de tu borde, ahí está la magia, lo que te abre luces o hace que entiendas mucho mejor el quehacer. Parte todo con un café, y eso lo aprendí en la Escuela.
¿Qué consejo le darías a las generaciones que están egresando este año?
Ser curiosos siempre, la respuesta está en lo que no conoces, más allá de ese borde que intuyes. Y, obviamente mucho rigor, ya que sin rigor no llegas a ningún lado. Eso es lo que les diría.
Si tuvieras que asociar una palabra o una frase a la Escuela, ¿Cuál sería?
La Escuela es el primer trazo en un papel en blanco.