agosto 12, 2022

Francisco Vera: “La observación ha sido la punta de lanza que permite ir explorando algo que no es tan evidente”

Categorías:

Francisco Vera es diseñador gráfico de la e[ad]. Oriundo de la Ligua, hoy radicado en Santiago, pasó por las aulas de Matta 12 entre 2007 y 2012. Estos últimos años ha transitado por distintas áreas del diseño digital, desde la arquitectura de la información, diseño de productos, diseño de experiencia de usuarios, diseño de servicios, entre otros.

Hoy por hoy, se encuentra interesado en el diseño del mundo opensourcing, buscando generar un impacto en la democratización y accesibilidad de archivos y conocimientos en la web y el mundo digital.

¿En qué se encuentra tu desarrollo laboral actualmente?

Trabajo para una empresa que se llama Automattic, que está de manera internacional, todos somos trabajadores remotos, como dos mil y tantas personas en el mundo. Dentro de Automattic yo trabajo en un proyecto que se llama Openverse, que es un buscador de contenidos bajo licencia abierta. Básicamente, son los contenidos que están disponibles en internet bajo ciertas condiciones que permiten modificación, comercialización, entre otras categorías.

Yo antes era diseñador de Creative Commons, durante un año y medio más o menos, y después el buscador fue adquirido por Automattic, y donado al proyecto WordPress. Entonces podría decir que trabajo full time en wordpress, esa es mi prioridad, pero enfocado en el buscador Openverse.

¿Cómo impacta tu labor en la sociedad/comunidad?

WordPress, como proyecto, tiene un alcance que es el 40% de las páginas web en el mundo. El trabajo que hacemos tiene un efecto inmediato, creo que la cifra del último lanzamiento, por ejemplo, fue de cinco millones de personas en menos de una hora. Entonces imagínate la dimensión que tiene el trabajo o diseñar para este proyecto en general.  En el lanzamiento yo diseñé la portada de la nueva versión, que siempre tiene a un músico o a una música de Jazz. En esa hora, esos millones de personas vieron ese trabajo.

Por otro lado, Openverse, que es donde más dedico parte del tiempo. Hoy día no sé cuántos usuarios somos, pero sí sé que es en todo el mundo, en todos los continentes tenemos usuarios que visitan el buscador, y cada cambio afectará al menos 500 mil personas que lo visitan mensualmente, creo que un poquito más.

¿Cuál es el interés de trabajar con Openverse o Creative Commons?

Hay una evolución del área del diseño, que sentía cuando leía cosas de teoría del diseño, en cómo impactaba el mundo, pero no solo en las cosas materiales, sino que también en la construcción de las redes sociales, o en facilitar el control policial, facilitar que la gente se comunique, pero también cosas que no eran deseadas para mucha gente interesada en el diseño. Me empecé a interesar un poco por cosas más Opensource, pero siempre muy lejanamente, como esta tecnología que es media anarquista, donde todo es libre para que la gente pueda construir sus propios computadores, donde todos puedan reutilizar y no caer en la obsolescencia de los productos. 

Me pude conectar con el mundo Open GLAM (de Galería, Librería, Archivos y Museos), por ejemplo, que tiene que ver con el mundo de acceso abierto, al contenido histórico, de archivo. Migré desde el diseño de servicio, enfocado en quiero trabajar en algo de ese nivel de impacto, pero en un contexto más de justicia social, buscando el acceso abierto, la democratización de la web, que coincide mucho también con lo que estaba pasando en ese momento: Facebook comprando Instagram, Whatsapp, había una cosa media tóxica que se estaba dando en redes sociales o en internet en general. Estaban apareciendo estos Walled Garden, que son lugares amurallados donde entras y después no puedes salir; todo internet ocurre ahora en las mismas redes sociales.

Con todos los cambios sociales que han ocurrido ¿cuál es tu mirada respecto de cómo se inserta el diseño en Chile?

Creo que hay dos cosas que coinciden, o se están dando en paralelo y que tienen relación con la construcción del bien público digital. Por un lado, la digitalización a un punto donde, por ejemplo, hoy en día podría decir que todos están conectados todo el día a internet, pero a la vez están conectados en el mundo real. Lo menciono porque creo que ya llegó un punto en que está todo tan conectado que empiezan a aparecer otras preocupaciones, porque también la tecnología deshace y desarrolla de una forma. La pandemia vino a potenciar eso, obviamente, y toda la vida se traslada mucho más fuerte al mundo digital, y aparecen las problemáticas que nunca se han resuelto ahí: la privacidad, el uso de los datos, el control que tienes de lo que estás haciendo en la web.

Por otro lado, creo que en el contexto chileno en que se da el estallido social, en que se da una nueva constitución, está la oportunidad de poder construir los marcos legales para decidir cómo el contenido se almacena y se distribuye por parte del Estado. Y es súper interesante, porque la propuesta de la constitución sí se hace cargo de algunas cosas, hay otras que hacen más o menos ruidos, pero es bastante atrevida e innovadora en decir que existe algo que se llama Datos, que están los datos públicos en manos del Estado (como el Registro Civil), pero también están los datos digitales. También existe la definición de la violencia digital, que es un concepto que no estaba antes. 

Si hay algo que considero en que el diseño debiera ser tomado en cuenta, es hasta qué punto somos capaces, como sociedad, de establecer límites y entregarles o trasladar ese poder a las personas. Y en eso el diseño tiene responsabilidad, tiene un deber de poder definir eso.

Según tu experiencia, ¿Cuál es la esencia de nuestra Escuela?

La observación y, como segundo porque no lo puedo separar, la disciplina como un oficio más que una profesión. En ese sentido, esa ha sido la constante en todos los años que llevo trabajando como diseñador digital, la observación ha sido la punta de lanza que permite, siempre, ir explorando algo que no es tan evidente. Y por otro lado el oficio, como una práctica del diseño que es constante, que se va puliendo, que le da vueltas y vueltas a algo determinado, tiene eso de ser un artesano, el revés y el derecho es algo que se cuida mucho. Esas dos son dimensiones muy valiosas en la formación del diseño.

¿Qué elementos distintivos de la e[ad] crees que se impregnaron en tu forma de hacer las cosas?

Las dos que te mencioné anteriormente. Pero hace poco tuve una conversación a propósito de la observación, que también el diseño por ser una disciplina no es una ciencia exacta, y tampoco pretende serlo. Es de estas pocas profesiones en que somos artesanos que se vuelven profesionales, por la historia que ha tenido el diseño. Uno ve que siempre está lleno de artesanos que trabajan la materialidad, y eso se traslada al mundo gráfico, al industrial, y en ese sentido la observación es clave.

Siempre la observación fue la luz de un faro que iba iluminando cosas y dando vueltas, y que tocaba siempre distintos aspectos del diseño. A veces alejado, pero siempre tiene que ver con el lado social, antropológico, con la filosofía. Creo que esa vuelta, ese conocer lo desconocido, siempre tiene que ver con la observación, con encontrar algo que a uno le llama la atención, le hace ruido o es muy inquietante y uno va, se acerca y empieza a encontrar relación.

¿Qué es lo que más recuerdas de tu paso por la escuela, más allá de las clases?

Lo que más recuerdo es algo incómodo, que a mí personalmente me afectó, y que era viajar a Ritoque, porque significaba un esfuerzo monetario para mí que siempre estuve muy apretado de plata cuando estudié. Y era lejos, yo viví un tiempo en Playa Ancha, y me acuerdo que me tenía que pegar el pique casi desde el primer sector. Pero cuando llegaba allá se generaba un ambiente de comunidad que también era muy entretenido, muy gratificante, siempre era un espacio muy particular: es una ciudad abierta literalmente muy abierta, es lo poco convencional que existe de una ciudad.

Recuerdo mucho los talleres, ver a muchos estudiantes trabajando, cortando cosas, haciendo maquetas, siempre en el suelo tirando una lámina, colgando alguna cosa; para mí ese era el ejercicio del diseño. Las clases eran básicamente una sesión de revisión y entre todos veíamos que estaba pasando, era la síntesis de lo que ocurrió en el día. Pero el ejercicio del diseño se da en esas cosas, en eso que es muy propio de taller y muy ajeno a cualquier otra escuela o cualquier tipo de profesión, algo muy propio de las manos, de un oficio.

¿Qué consejo le darías a las generaciones que están egresando este año?

Creo que lo más importante, que a mí me sirvió mucho y lo desarrollé después con los años, fue la valoración del trabajo, tanto conceptual de decir que una profesión no vale más que otra, en el sentido clasista que puede ser en Chile el tener una cierta profesión; y la valoración monetaria. El trabajo en diseño vale y vale bastante. Una vez leí un artículo que me hacía mucho sentido, y una de sus conclusiones decía «O hazlo gratis o hazlo caro». Que es como en el sentido de caro pero no como cobrar como un rockstar, si no que darle el valor y el precio que merece el trabajo que estás haciendo, porque le pones toda la dedicación que significa el costo que tiene. Lamentablemente en Chile se desvaloriza mucho el diseño, siempre se lidia con lo que la contraparte quiere, y en ese tira y afloja se suele desvalorizar nuestro trabajo.

Si tuvieras que asociar una palabra o una frase a la Escuela, ¿cuál sería?

El Diseño es Poesía.

Noticias relacionadas