Escalera en Valparaíso.

Ubicada en un cerro de Valparaíso, frente al mar aunque desde este punto no lo veamos.

La escalera es un recurso que surge por la pendiente del terreno, es una posibilidad que quiere recuperar la urbanidad que la ciudad pierde por la inclinación del manto natural de los cerros.

La calle no puede construirse en cualquier pendiente, por lo que el trazado de ellas debe buscar un recorrido que la aminore. Con esto se alargan los recorridos al unir dos puntos ubicados a distinta altura.

A este aumento del recorrido y disminución de la cantidad de calles hay que añadirle el que éstas deban tener un trazado irregular. El trazado ortogonal no se puede mantener siempre en la configuración de los cerros.

En medio de este campo de irregularidades surge la escalera que se acomoda a la pendiente, demandando poca extensión ya que en su ancho y largo solo le da cabida a los peatones.

La escalera es el medio corriente para acceder a los distintos niveles en la construcción de los interiores, es un útil espacial como ésta que conecta los niveles habitados del cerro. Podemos decir que no alcanza a ser arquitectura, es solo edificación, no tiene una figura geométrica buscada. Cuenta con los mínimos cumplimientos de la utilidad, con sus huellas y contrahuellas regulares, no ofrece ser vista antes de ser usada, es una figura sin voluntad.

Pero sin embargo el sol de la mañana nos detuvo ante estos peldaños, nos detuvo la belleza de la luz que se refleja en esta modesta construcción.

El espacio habitable de la ciudad en su camino a la plenitud, sin dejar su ineludible condición de utilidad como esta escalera, quisiera igualar en su figura a la plenitud de la luz que gratuitamente la baña.

En ese sentido la buena edificación lealmente sirve, la arquitectura sustentada en esa primera realidad quiere avanzar a contener un sentido que es una libre opción, que la ilumine como un ofrecimiento.