Vestidos con prendas de color amarillo y blanco, con báculos adornados con el sol y la luna, estudiantes y docentes se reunieron en la Ciudad Abierta de Amereida al pie de la duna grande que mira al Jardín de la Extensión para dar inicio al acto poético “Agua y Fuego” con que celebraron a Francisco de Asís.

Reunidos en el Estero de Mantagua, poetas y estudiantes invocaron a San Francisco de Asís y agradecieron la vida en la naturaleza, el valor de lo simple, el amor y la paz. “Yo te invoco a que esta agua nos acoja, nos reúna y nos calme”, señaló Carlos Covarrubias, poeta, mientras subrayaba las bondades y virtudes del agua, símil bautismal.

Ecos de la comunidad

Alegría, reconciliación, encuentro fueron las claves del Día de San Francisco de Asís para la Escuela de Arquitectura y Diseño. Paul Hilton, estudiante de Título II de Arquitectura, señaló encontrarse gratamente sorprendido: “hacía tiempo que no compartíamos la misma comida”, señaló. “Muy grato ver a los estudiantes, grata sorpresa que estemos todos”, puntualizó recordando que las movilizaciones estudiantiles vividas habían generado climas de desencuentros.

“Esto no existe para nosotros, en nuestra escuela en Noruega”, explicó Randi  Fieldtvedt sentado en las arenas de Ciudad Abierta. Fieldtvedt es estudiante de intercambio de la Universidad de Oslo, quien llegó a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso atraído por la dimensión poética y el modo contemplativo de abordar el oficio de la arquitectura.

Por su parte, María Ignacia Pérez,  de tercer año, también celebró la reunión de tantos compañeros y amigos de estudios.

“Tenemos el mismo oficio pero lo abordamos en forma diferente. Esta experiencia y forma de vivir el oficio es interesante y muy diferente. Esto nunca lo haríamos en Noruega” concluyó también, Astrid Johnsen de la Norwegian University of Science and Technology, quien destacó la forma de realizar observación en el ejercicio de la Arquitectura.

“Yo te invoco a que nos ayudes”

“Francisco poeta, Francisco santo, Francisco joven, Francisco cordial, Francisco amable, Francisco respetuoso, Francisco sincero, yo te invoco. Francisco estés donde estés, en el tiempo, en el espacio, en el origen,  en el destino, yo te invoco a que nos ayudes en este día en que esta Escuela se hace presente”, gritó el poeta Carlos Covarrubias para dar inicio al acto poético con que la comunidad e[ad] celebró a su santo patrono.

Al tiempo, Jaime Reyes, poeta y Diseñador Industrial, leyó de San Francisco: “¿cuál es la verdadera alegría. Viene un mensajero y dice que todos los maestros de París han ingresado en la Orden. Escribe: No es la verdadera alegría. Y que también, todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; y que también, el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: No es la verdadera alegría. También, que mis frailes se fueron a los infieles y los convirtieron a todos a la fe; también, que tengo tanta gracia de Dios que sano a los enfermos y hago muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría. Pero ¿cuál es la verdadera alegría?”

Finalmente, Manuel Sanfuentes, poeta y Diseñador Gráfico, invitó a la unión de palabra y acción recordando  la forma en que San Francisco de Asís vivió y encarnó el llamado a reconstruir la iglesia frente a la Cruz de San Damián. “En san Francisco hay llamados, una llamada para él, cada uno de nosotros que es,  siempre distinta, en él su respuesta, su modo de abordarla es la reunión de la palabra y la acción se vuelven una, una misma cosa”.

El Banquete

Vestidos con prendas de blanco y amarillo, con Báculos que hacían presente el sol y la luna, los estudiantes y profesores cruzaron las aguas del estero Mantagua en camino a las dunas retiradas al norte de la Ciudad Abierta. “Para que la palabra y la acción se hagan una, los invitamos a que la palabra agua, la acción de estar en el agua se haga una, los invito a cruzar el estero”, invitó Covarrubias

Al termino de la peregrinación, un gran Banquete. La celebración en torno al acto del comer, reunió a la comunidad e[ad] que se agrupó para degustar el almuerzo. Amistad, fraternidad y conversación coronaron el acto que fue un alto en el camino. Las dunas cercanas al mar, a la orilla, los esperaba para el acto del Fuego.