septiembre 28, 2009

Travesía Alto del Carmen o de las Imágenes

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En la televisión nos encontramos con la siguiente frase casi axiomática:

La imagen es nada

Sin embargo para esta travesía la imagen es todo.

Toda imagen es un reflejo de la realidad que nos rodea: sea ella reflejo directo, problema óptico o una construcción plástica e incluso mental. Es significado en términos interpretativos, es decir reconocimiento de “cosas en ella” y en términos formales es luz, pigmentación de la luz o color, brillo opacidad, nitidez…etc.

Por lo tanto ambas frases son correctas.

Comenzamos este taller con la pregunta abierta desde el primer trimestre acerca de la apropiación y la construcción de la imagen de un lugar. Esta imagen es por supuesto una interpretación de un lugar, una cifra en cuanto significado. Esta imagen quiere construir el puente entre el vuelo de pájaros y lo contenido en este lugar, es decir, los límites y su dentro, un dentro que no necesariamente son objetos formales, Ritoque es un dentro que acumula otros aconteceres distintos de lo netamente arquitectónico y geográfico, y el puente trataba justamente de construir una imagen de esa interioridad, que hasta hoy sólo la tenemos dada una interlocución. Ciertamente que en esto estábamos sumergidos o sobrevolando y estableciendo detenciones en ese sobrevuelo de este, para nosotros, conocida interioridad para llevarlo como mapa y todo lo que un mapa implica- ante todo orientación – y junto con ello una interlocución o el traspaso de aquello que no se vé, hacerlo visible: esto es la relación del tiempo con el espacio.

Un nuevo trimestre y una nueva ocasión para aventurarse a un lugar. Lo sobrevolamos y recogemos todo aquello que nos permite construir una imagen de lo que el lugar es.

Proyectamos a esta imagen del lugar un tamaño de obra que podríamos acometer y comenzamos a exigirle al lugar ciertas condiciones. En este caso necesitamos la mayor cantidad de luz-día posible, la menor cantidad de faenas de campamento dado el reducido número de personas que somos, la posibilidad de llegar sin arrendar buses y la proximidad de compra de materiales. Todo esto nunca es realidad, pues no contempla el pulso de la travesía: sólo considera hitos de factibilidad. La exactitud del lugar es una imagen, la travesía nos permite aproximarnos a ella.

La ecuación nos lleva a Alto del Carmen a 1000 mts sobre el nivel del mar, ubicado al interior del Vallenar y bordeando el río Huasco. Entre Vallenar y Alto del Carmen se construyó hace app. 10 años el embalse Santa Juana que inundó parte del valle y con el agua algo del alma del lugar quedó bajo el agua. El pueblo de alto del carmen dependía mayormente de la producción del pisco que lleva el mismo nombre, hoy sin embargo sólo se realiza la vendimia en el lugar y la producción en Elqui. La conectividad entre Alto del Carme y Vallenar depende de buses rurales cuyos horarios no aseguran ni garantizan el hacer pero son responsables entre otras cosas de llevar el pan diariamente al pueblo y al resto de los pueblos que se van adentrando en dos ramas de valle que aquí ven su nacimiento: El tránsito o valle de los naturales y San Félix o valle de los españoles.

Aquí en este lugar desglosamos la siguiente ecuación:

Todo lo señalado anteriormente permite llevar adelante la obra: se formula, se desarrolla, se corrige sobre la marcha y se ajusta a esa realidad.

Las imágenes existen en este constante ir y venir entre su posible materialización y lo que ellas quieren mostrar y construir como testimonio, incluso las imágenes en movimiento.

Sin embargo, por más que ellas sinteticen en sus significados una imagen del mundo, nunca al parecer podrán constituir una completitud, puesto que ni siquiera nosotros logramos acopiar esas imágenes que construyan nuestra realidad.

Aquí lo ven y sin embargo a todos los que participan de una experiencia como esta u otra como al viajar, constatamos por más imágenes físicas o mentales que podamos construir que el aprendizaje se da en la experiencia directa, pero es etérea a la vez, dura un momento y se desvanece. Una imagen sólo puede atrapar un momentote esa experiencia.

Esta cámara para el taller quiere mostrarnos las cualidades del lugar nuevamente aquél que nos permita entrar en un estado lúdico con el lugar: ya no buscamos la nitidez de lo que ellas quieren significar sino la nitidez de su luz. Lo “lugar” es ahora imágenes-luz.

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¿Qué del lugar?, ¿será que el diseñador , que todo diseñador de esta escuela a de encontrarse efectivamente con el lugar?,¿ para qué ir de travesía a uno u otro lugar?, ¿para qué finalmente ir de travesía?. Cada travesía trae de suyo esta pregunta.Hechas ya 6 travesías en conjunto y tomando siempre un extremo de la anterior para avanzar en la siguiente, nos decimos que, desde Olmopulli (travesía año 2007) la voluntad de obra de traer la imagen del río que está próximo pero que no se ve – y que en esa ocasión quedó lanzado como idea – será ahora el centro de la obra. Sin esta ecuación no podrían existir las imágenes necesarias para dar con la cuestión de los talleres: atrapar las imágenes que permiten recién entrar en el juego de la observación del lugar. Lo primero finalmente es lo último.

Hoy a seis años de este trabajo conjunto, volvemos a tratar de distanciarnos del suelo , de la ubicación, hoy, de nuevo intentamos abandonar el lugar como condición propia de la obra , se trata de volvernos a la forma que nos distancia de ese lugar que comparece como lo fijo, lo estable , lo que se funda; pero, en todas las travesías anteriores ello a sido el intento , mas allá de la necesaria fundación física ,de la obra en la tierra , todas nuestras obras han querido posarse. Se trata de esa leve intervención propia de nuestras disciplinas, de aquello propio del diseño, estar y no estar, es decir , casi siempre en transito , su ser móvil no como estado permanente ,en acto , es decir, en potencia , en posibilidad de transito. Este modo de ser es lo que en esta travesía ha sido centro de preocupación; pero este centro, su ser en transito, no lo es solo por capricho, lo es por que la materia con que trabajamos, la luz, es en esencia ese transitar. La luz es un flujo un sin parar, que siempre esta en movimiento. La luz solo se fija en cuanto podemos señalar su condición de imagen, es decir, allí donde geometría y volumen luminoso se encuentran nítidamente coincidentes. Este transito luminosos entonces, fijo y retenido por el mundo material, tanto de la naturaleza como de lo artificial, la luz contenida y detenida con toda claridad y nitidez en cada forma nombrable. Lo que vemos, todo lo que percibimos es exactamente ese estado inmóvil de la luz , vemos por que solo en un punto del espacio, hemos detenido ese flujo, continuo y sinuoso, difuso, que se detiene (se le da lugar), es decir, la luz que en un instante adquiere lugar como una imagen rreconocible de la realidad.

Habitamos en la absoluta definición de todo, vemos solo en cuanto clara coincidencia de ese flujo luminoso retenido en un instante que se hace por siglos cultura del entendimiento de todo lo que nombramos. Es más, podemos significar todo solo en cuanto nuestra cultura visual lo define. Las cosas (objetos) reciben su nombra en cuanto fijación nítida de lo que de ese objeto vemos. Desde esto, somos parte de una cultura de lo visible, cultura física. La nitidez de lo que nombramos es efecto de la nitidez de lo que vemos. Las cosas se llaman según la nitidez que alcanzan. Un automóvil se llama automóvil en cuanto alcanza su nitidez, es decir, la absoluta coherencia y encuentro entre sus partes reconocibles de su ser automóvil. Por ello , los primeros vehículos, que dan origen al automóvil cuesta catalogarlos como tales , aun tienen mucho de carreta, sin sus caballos, pero; carreta al fin. Hasta que abandonada toda “imagen previa”, se abalanza su ser auto, nítido, sin  antecesor . Lo queramos o no , lo que vemos es lo que nombramos en función de esta relación de nitidez o coincidencia de perfiles y superficies luminosas reconocibles.

Esta Travesía entonces toca el lugar ya no como fijación de un solo punto que permite mirar para reconocer tal nitidez, si no que se trata de materializar el punto desde donde podemos mirar como potencia de la búsqueda del lugar propicio para ver y que a su vez esta materialización, se haga instrumento para encontrar el punto exacto desde donde ver el transito entre lo difuso antes de que la imagen se constituya como tal, hasta después de ella, en donde deja de ser imagen, es decir, el acto de transformación de lo que quiere ser hacia aquello que deja de ser.

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Este es el asunto, hablamos de la luz como un modo de reconocer el transito del pensamiento formal del diseño, no solo de aquello que definiblemente se hace objeto, reconocible y nombrable en cuanto significado del mismo.

Vivimos un siglo que habita en este transito, las cosas que antes nombrábamos nítidamente desde su función, hoy transitan al igual que la imagen, en un espacio mayor de indefinición o desencuentro.

Para quienes conocimos por ejemplo los teléfonos de fines del siglo 20, este transito se hacìa evidente. Este paso de lo definible y reconocible de un objeto en relación a su función única, hoy, tan distinto esto de sus muchas funciones implícitas y en crecimiento exponencial, contenidas en lo que aún llamamos teléfono. Por otra parte, la expresión de esas funciones en relación al mismo vértigo generado por la forma. Un ejemplo de esto lo es el desarrollo cada vez mas acelerado de los materiales inteligentes, donde la forma no es correspondiente a las propiedades intrínsecas de un material si no que el material se dispone a la información intrínseca contenida en èl, para que  la información se adapte a la forma que se requiera. Ejemplo de esto lo son en especial las telas de alta resistencia y algunos experimentos de telas con fibra óptica, donde el material adquiere, por ejemplo, las características del lugar , haciendo a la persona invisible. Otros ejemplos de lo mismo lo son aquellos materiales que incorporaran micro tecnología electrónica que permitirá contraer o dilatar las urdimbres, cambiando la configuración de sus tramas y por esto modificando también su geometría visible así como sus características térmicas y de resistencia a los esfuerzos mecánicos. Finalmente algunas experiencias de la industria automotriz en torno a la utilización de telas de alta resistencia y estructuras variables que permitirán cambiar la forma del automóvil dependiendo de las condiciones de manejo, velocidad o simplemente del gusto del usuario.

Es decir, “la forma”, vista como una y única para cada objeto o producto ya no como ese puro y único instante –lugar de la imagen única que permite reconocer un significado, sino el transito completo de todos los instante-lugares en la búsqueda y abandono de “la forma”. En este sentido, nuestra obra de travesía “el lupinoscopio” es un instrumento que utiliza, todo el taller de Diseño (gráficos e industriales) para encontrarse con esa “modernidad” propia de nuestra época, donde lo que llamamos “forma” ya no es más “la forma”, si no precisamente ese transito que padece y padecerá toda obra de diseño, hoy y en el futuro. Esto solo lo es y será posible en cuanto comprendamos que habitamos un siglo que entiende “la forma” como un modo de contener un cuanto de energía y que es esa energía, transformada en información la que podrá adquirir un rango de formas potenciales contenidas desde esa información organizada y sistematizada.

Es probable que nuestro “Lupinoscopio” sea acaso solo una imagen simbólica de este intento de comprensión de la actualidad que toca la obra de travesía, pero es por sobre todo una obra que intenta recorrer un transito formal para comprender una nueva manera de mirar nuestro oficio, para ya no solo detenerse en la expresión que alcanza la forma, sino que ahora también, ha de indagar en aquello que hace posible llegar a esa forma y de aquello que hace posible abandonar esa forma para volver a pasar a otra nueva. Desde esto se puede entender entonces que nuestro lupinoscopio no tenga un solo punto de posición en el espacio, o, que tenga muchos puntos de apoyo potenciales en el suelo, o, que las imágenes que se construyen en su interior se intervengan de variados modos, por cuanto esa variable es la voluntad de permanecer en una cierta indefinición de su “forma”, pues, esa indefinición es lo difuso, o no nítido de la forma, que es el centro del problema de estudio. Lo no nítido es ahora entendible como “la esencia del transito de la forma” que se ha de alcanzar para abandonarse y alcanzar otra forma. Esto llamémoslo un acto permanente de transformación o transito de la luz –imagen.

Insisto entonces en la idea del instante-lugar o fijación de una imagen forma que transita desde o hacia otra forma. Se trata del tiempo espacio que el diseño trabaja, aquí llamado instante-lugar, por cuanto habitamos hoy la sucesión de instantes aparecientes que fijan, dan lugar, desde la luz o imagen visible de algo, para volverse al ciclo incesante de otro instante –lugar, es decir un diseño que debe concebir el proceso que permite fijar una forma, para volverla a su proceso y desde este, volverla a otra forma.

Así la obra de travesía trata de ser fiel a esta búsqueda, con la natural distancia que toda idea, por ello teórica y general, se encuentra con el abismo de la realidad, siempre particular y contingente, que hace que solo se cumpla en esta obra como en toda obra, un mínimo del porcentaje de lo dicho, pero; esto es nuestro drama , acaso todo lo dicho aquí alguna vez cumpla ese todo tan propio del mundo de las ideas puras, pero; tan distante finalmente de la realidad concreta y por ello subjetiva.

¿Por qué ir entonces de travesía?, para que se nos vuelva siempre esa realidad que nos mantiene en el tránsito de la pura idea a la forma, que es manifestación de la realidad concreta que hace que lo dicho sea.

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