diciembre 18, 2008

Travesía al Desierto de Atacama

Categorías:

Acto de observación en el desierto
Jornada de observación del desierto

Quiero presentar la obra de travesía de este año.
Partimos en el sentido de Amereida al Parque Nacional Pan de Azúcar al norte de Chañaral.
En una jornada de viaje en bus llegamos después de una noche y medio día de viaje. Nos instalamos en unas cabañas que arrendamos al interior del parque.
Los dos primeros días fueron de instalación y adaptación al modus vivendi del desierto, mas bien para que el desierto nos llegara. Al tercer día salimos al encuentro del desierto. Organizamos una jornada de observación de unas seis horas caminando y dibujando, adentrándonos en su extensión, en una suerte de valle con las huellas de unos cursos de agua que alguna vez pasaron.

Aquí nos detenemos para oír lo que Amereida nos propone. La tierra americana en el pasado ha sido construida como una colonia, es decir, como parte de un centro distante en Europa y como tal entrega sus riquezas. Pero también advierte Amereida puede ser nuestra propia colonia, una extensión a la cual le extraemos sus riquezas, la minería, la pesca, todas actividades buenas, pero que no fundan, una vez agotada la riqueza se abandona el campamento.
¿Qué propone Amereida?
Un regalo.
¿Y cuál es el primer paso para entrar en esa dimensión de donación? Porque tiene que haber alguna pista, una clave que permita salirse de la explotación neo-colonial o afán civilizador que arrasa con lo existente. ¿Hay alguna actitud que abra a un cambio, que nos permita salirnos del botín o como la llama Amereida la pasión del oro?
Cuantas claves hay no lo sabemos pero contamos con la certeza de una que la insinúa diciendo algo así como que sus ojos vieron una realidad distinta a su pesar.
Hoy podemos sostener que ver una realidad distinta es contemplar. En América aún en la conquista se produjo el acto de contemplación para erigir lo indejable de la ciudad.
La travesía es una proposición lúcida para abrir el continente a su propia posibilidad, porque lo que erige es un regalo que tiene garantizada su propia desaparición, no es ni civilizador, ni dominio ni explotación de riquezas. Es un regalo cuya garantía es su levedad, solo lo puede mantener en el tiempo quien lo recibe, no tiene capacidad para imponerse.
En el desierto partimos por la contemplación sin mas propósito que ese. Luego comenzamos a elaborar la posible obra de travesía desde él.
Estamos ante y en una extensión natural, el desierto, que reune características extremas. El clima es lunar, frío a la sombra calor al sol porque el viento constante es frío no contiene humedad. Es el lugar mas árido del mundo, al última lluvia cayó hace 10 años, El agua se la trae desde Chañaral a 30 kms de distancia, lo que la vida requiere es escaso. Al mismo tiempo que está presente la muerte por la agresividad de la naturaleza está presente la riqueza que oculta el manto natural y el mar. Riqueza que para el que accede a ella le permite emigrar a lugares fundados.

Ahora nuestra actitud de travesía poéticamente navega en otro sentido y partiendo del acto de contemplación se dirige a construir un regalo, no a extraer riquezas sino a traer lo templado.
Nos volvemos al acto de contemplación a reconocer el mismo punto desde donde partimos dibujando para levantar ahí un hito que permita detenerse.
El desierto tiene marcas que indican las propiedades mineras, que permiten volver al mismo punto, pero son sin habitación, son parte del manto natural.
Cada alumno reconoce el punto de partida del acto de contemplación y erige ahí una vertical que permita una primera habitación.
Lo realizado es la mínima construcción habitable, alberga pero sin gravedad. Esta mínima construcción está erigida para habitarla con la mirada, templa el ojo para recibir la belleza del desierto.
La potencia de la extensión natural del desierto nos hace ver la realidad de la arquitectura.
De tanto vivir en la ciudad no nos damos cuenta de un hecho primero, habitamos un vacío que no existe en la naturaleza, la sola extensión no es habitable, será sobrevivible pero no habitable. La vertical y horizontales medidas, con límites, conforman un vacío orientado que no existe en la naturaleza.
El desierto es una extensión mítica que en su retiro hace aparecer la condición humana con sus extremos de aniquilamiento y de virtud.
La travesía cumple con varias dimensiones simultáneamente, es una construcción formadora de un oficiante, forma en el emprendimiento, en el cálculo, la vida en común que es leal, permite el ejercicio de la construcción, permite el temple de la contemplación, y construye un regalo que según Godo es el punto mas difícil intelectualmente.
Esta vez la experiencia del desierto con su desnudez nos ha hecho ver que las travesías en su orientación de regalo acceden a la donación porque construyen la gratitud a la tierra americana.

Noticias relacionadas