septiembre 5, 2008

La Escuela y sus fundadores en Memoria Chilena

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En primera fila, (de izquierda a derecha) destacan el Vicerrector de la PUCV, Salvador Zahr; el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Milan Ivelic; el decano de nuestra facultad David Jolly; la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Tironi; el rector de la PUCV Alfonso Muga; Alberto Cruz y su hijo Hernán, el director de la facultad de arquitectura de la PUC y ex profesor de nuestra escuela Juan Baixas, nuestro director Arturo Chicano y el ex rector de la PUCV Raúl Allard.

Este jueves cuatro de septiembre, con ocasión del lanzamiento de la segunda edición del libro Amereida Palladio de los arquitectos Alberto Cruz C. y Bruno Barla H., se realizó, en la Sala América de la Biblioteca Nacional, un acto de homenaje a los fundadores de nuestra Escuela de Arquitectura y Diseño.

Además se hizo entrega, al portal Memoria Chilena, de la DIBAM, del primer material con los contenidos fundamentales de la obra y el pensamiento que nuestra Escuela. Este material inaugura la sección temática de arquitectura y urbanismo de dicho portal.

El acto dio inicio con las palabras de la Directora del la Biblioteca Nacional Sra. Ana Tironi, quien agradeció la posibilidad de reunir en la casa de los libros esta celebración. Luego habló Jaime Reyes, jefe del Archivo Histórico José Vial A. y dio término al acto el Rector de la PUCV Sr. Alfonso Muga N.

El acto contó con la presencia de ex alumnos, profesores y amigos de nuestra Escuela. Además estuvieron presentes las viudas y las familias de los profesores fundadores que ya no están con nosotros.

A continuación los invitados disfrutaron de un brindis preparado por los talleres de Diseño de la Escuela, a cargo del profesor Marcelo Araya.

Discurso de Jaime Reyes.

Señora Directora, Señor Rector, profesores, amigos

Aquí y ahora, sobre y durante el más puro de los presentes, nuestras voces, las de la amereida, indicadas como un canto y realizadas como obras de arte, son acogidas por la memoria.

Godo, en su texto Hay que ser Absolutamente Moderno, recogía un relato acerca del comienzo del mundo:

“Zeus termina la construcción de un mundo.

Todos los dioses están presentes. Sobreviene un admirable silencio, estupor ante la belleza de lo construido. Entonces Zeus pregunta a los dioses si falta algo para que la construcción sea perfecta. Los dioses convienen que algo falta. ¿Qué? Falta la palabra, pues sólo la palabra elogia. Y entonces Zeus crea las Musas.”

¿Por qué traigo ahora este relato? Porque la madre de las musas es Mnemosyne, y ese nombre nosotros lo hemos traducido como memoria. Sucede entonces que la memoria no es sólo una facultad intelectual, no es la depositaria de un conjunto de recuerdos, no es un receptáculo en donde se ordenan los fenómenos del tiempo pasado. Es la madre de las musas, a quien le son debidos todos nuestros elogios, es decir todas nuestras obras, del oficio que sean.

¿Por qué hemos de ofrecerle siempre el fruto de nuestros quehaceres y aconteceres? Porque la memoria es quien nos permite volver, y «nosotros vivimos orientados por la palabra volver, como en la resurrección volvemos a nuestra carne». Resucitar; vencer a la muerte. Lo contrario de la memoria, de Mnemosyne, es la amnesia. Pero esto no es el olvido de las cosas, no es perder o extraviar los recuerdos. Es no saber quién uno es. Y no saber eso es la muerte.

Mnemosyne entonces anula las divisiones ordinarias del tiempo y lo abre, con una incisión radical y refulgente. Al abrirnos nuevos modos del tiempo podremos, siempre y cada vez, «comenzar con gracia otro pasado», o vivir el presente como un regalo o concebir al futuro ya no como una amenaza.

Pero para llevar a cabo estos modos, estos intentos, se requiere coraje; esto es un temple en el corazón. Hay que vestirse de héroe para llegar al fondo de un oficio. Valgan estas palabras como elogio al sacrificio de los hombres, las mujeres y sus familias, que hace más de medio siglo se atrevieron a encomendar el fruto de sus vidas, sus trabajos y sus estudios a Mnemosyne en nuestra Escuela, en nuestra Universidad y en nuestra América. Esta es nuestra heredad.

Agradecemos a Memoria Chilena que nos acoja y nos reciba, porque en su seno nace nuestro tiempo. Para la forma y figura de nuestras gracias hoy presentamos la segunda edición del libro Amereida-Palladio, de los arquitectos Alberto Cruz y Bruno Barla (a quien enviamos un especial saludo pues está enfermo y no pudo venir), porque esta obra es precisamente un testimonio extraordinario y bello de nuestra vocación.

Gracias.

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