septiembre 17, 2008

La diferencia entre murmullar y murmurar, una observación acerca del oír y la memoria

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Primer Semestre 1999 Examen de quinta etapa y Taller de Titulación

El siguiente texto corresponde a un fragmento del examen del primer semestre del año 1999, las materias en estudio en ese momento correspondían al desarrollo museográfico del museo naval de Valparaíso y al altar de la capilla de la ciudad abierta.
Para esa ocasión me pareció correcto dado el tiempo que requería el referirse de manera específica a cada proyecto, el pensar desde la observación un modo de aproximación a ambos proyectos, no solo por un aspecto contingente. Cuando se realiza más de un proyecto a la vez, muchas veces lo que da el carácter del proyecto y en especial su problema artístico y reflexivo ocurre dentro de un contexto y campo de observación que proviene de otro estadio. ¿Qué quiero señalar con esto?, la observación no es necesariamente una situación propia o intrínseca al caso, muchas veces ella proviene de situaciones observadas con anterioridad , que puestas en contraste con las situaciones particulares del encargo y su contingencia generaran el discurso o fundamento que da origen a la propuesta formal. Esta es la situación en los proyectos mencionados y lo será con toda seguridad en algunos otros proyectos durante algunos años. El efecto de mi viaje a Europa el año 1998 y las materias estudiadas durante su desarrollo permanecerán latentes por mucho tiempo en cada una de las tareas que se emprenderán. Se trata entonces de la observación y su persistencia, así como de su capacidad de inundar múltiples encargos durante mucho tiempo (Fabio Cruz, ante el tema de la observación señalaba que habitualmente hablábamos de la observación para cada situación particular, sin embargo el creía que con suerte uno tenia una sola observación que cada vez se reconsideraba y reformulaba)
La observación a la que se hará referencia en este texto se realiza de manera específica en la iglesia de Notre Dame (Paris)
Pero también es necesario precisar que dado que este texto se realiza un año después del viaje, otras situaciones la han venido a ceñir en lo que aquí se señala, es decir también se ha visto modificada y actualizada, esta vez por la situación contingente de los proyectos que se explican a continuación.

Doy inicio al examen de Quinta Etapa y Titulación 1.

He querido dar cuenta de ambos talleres al unísono, en pos de lo que quiero decir:
Durante el examen de Tercer año he hecho referencia a un croquis dibujado aquí en la pizarra, en él encontré algo que coincide con este discurso:
En este croquis la anotación que lo acompaña dice lo siguiente:

a) Exponer significa poner fuera, pero con un orden.
b) Si un acto no recoge el tiempo, no es acto.
Este acto (el del croquis), recoge el tiempo desde el volver a repetir, un acto para escuchar el murmullo.
c) El paso del avión también coincide.

Digo esto en cuanto una coincidencia, no es fortuita, coincide por que es algo que ya se tenía, existía, pero no se había hecho presente.
Lo que coincide es que en esa ocasión anoté la palabra murmullo y hoy precisamente quiero hablar de esta palabra:

Bueno, los alumnos de Quinta etapa trabajan en el proyecto del museo de la Armada de Chile en el cerro Artillería. Se trata de construir un nuevo discurso para el museo. La alumna de titulación 1 trabaja en un altar para la capilla de la Ciudad Abierta.

Quiero ceñir ambos discursos desde una observación que creo los reúne, no intentaré explicar los proyectos en sí, si no que esta vez voy a hablar de la observación que en estos momentos dice de cómo ellos continúan, quiero aprovechar la ocasión de este examen para abrir el estudio del taller y avanzar en lo que tal observación propone.

En la pizarra he dibujado algunos croquis que realicé en mi viaje a Europa el año pasado (1998), y a su vez otros que he venido realizando en el transcurso de este semestre.
Trataré de decir desde ellos lo que se abre en este instante:

a) La observación

Bien. ¿Se han dado cuenta que cuando alguien nos murmura algo al oído, lo que nos dice atenuadamente no es perceptible en su completitud?, y sin embargo somos capaces de unificarlo y hacerlo completo.

Pero fíjense bien, esto es distinto de cuando conversamos, cuando se conversa, yo escucho y traduzco directamente, me dicen algo y entiendo.

Cuando nos murmuran algo, por ejemplo, durante este examen alguien se acerca y atenuadamente nos dice algo al oído, no escuchamos todo, después de un breve lapso de tiempo lo reconstruimos, lo completamos, aquí escuchamos con un oído con memoria.
Es necesario recordar lo dicho para darle una cierta completitud.

Así, el murmurar, para el que murmura es completo y para quien escucha es completo solo cuando lo recuerda.
Este es un oído con memoria, retardado.

Lo segundo, se han dado cuenta que murmurar y murmullo, parecen ser lo mismo.
Y sin embargo son levemente distintos.
El murmurar se parece más a un ruido.
El murmullo es más próximo a un sonido.

Una madre le murmulla o susurra a su hijo, no le murmura.
Es que el murmullo es con una cierta entonación.
Es una voz con memoria, porque cuando entonamos traemos una cierta memoria del sonido que construye una entonación. (Un sonido siempre requiere de la memoria, porque al existir una gama de ellos, ha de precisarse cual de ellos es, esta precisión es la entonación), entonar es poner en un tono.

Bueno, el murmurar, entonces, es distinto del murmullo.
El murmurar es del oído con memoria.
El murmullo ( o susurro) es la voz con memoria.
Pero ambos, murmurar y murmullo requieren de la memoria ¿qué tiene que ver esto con un museo o con un altar?
Voy primero al altar, antes una precisión, el altar es la obra, el estudio dice de la relación del Rito y el Evento, en cuanto distinciones de dos modos opuestos de aproximarse a una obra.

Vayamos de nuevo a la observación del murmurar y el murmullo.
En el croquis que está aquí, un sacerdote y los fieles, unos turistas recorriendo la iglesia. (En Europa los turistas recorren la iglesia mientras se celebra la misa).

El sacerdote y los fieles construyen un murmullo, pues ellos entonan su oración, ella puede ser atenuada o exaltada, pero fundamentalmente lo que importa aquí es que es para sí mismos.

Un murmullo es fundamentalmente para sí, esto es lo que constituye un Rito, en cuanto entonación o memoria de la voz que se vuelve sobre sí.

El fiel se repite a sí mismo a través de su murmullo.
El murmullar, es la expresión más pequeña, la menor dimensión de la expresión en el Rito religioso. Es la primera forma, lo más elemental de su expresión.

Esta es la figura de quien ora constreñido en la entonación de su orar. El murmullo aquí es la forma de lo constreñido de la voz.

Por otra parte los turistas que visitan la iglesia murmuran y por más atenuado que sea su murmurar se convierte en ruido, esto por que el murmurar no tiene entonación.

El murmurar así nunca es lo constreñido, si no que por el contrario, él siempre se extiende.

Lo más difícil en estos exámenes mientras se está aquí en la mesa, delante de todos uds., es hablar mientras alguien murmura al fondo de la sala, es precisamente por lo antes dicho, por que la voz sin entonación, se hace ruido inmediatamente y por ello molesta.

A la forma, toda forma en el Rito religioso le ocurre igual. Ella puede tender a ser una entonación o se puede convertir en un murmurar.

La forma en un Rito religioso ha de nacer desde este constreñimiento, desde esto elemental o primer figura ritual.

Volvamos a la memoria contenida en el murmullo y el murmurar.
La memoria es constituyente de un Rito, en cuanto ella hace perdurar la palabra, y la misa se funda en la palabra.
Luego que es un altar sino el lugar donde esa palabra se encarna.

b.- Paso de la Observación a la forma En el altar de la capilla de la ciudad abierta

Les cuento de este altar específico:
Él quiere ser altar solamente en cuanto exista ocasión de misa, y cuando no exista tal ocasión, él desaparezca en cuanto lugar sacro, cuida de su especificidad.
Pero no se trata de poner o sacar una mesa, se trata de cuidar una cierta memoria del altar, es decir, que una parte de él permanezca, en cuanto, esa parte, tiene y posee una cierta memoria del total.

Así el altar de dos partes una que se saca, lo sacro, se cuida y guarda, otra la que permanece como memoria del altar, pero cómo hacer que esta parte que guarda una cierta memoria adquiera también su presente.

(La memoria aquí se traduce en un pequeño cubículo de hormigón (la base), que está a la espera de la superficie que completa el altar).

El presente de esta base, pasa por dar lugar a que el murmullo o primera figura del Rito se haga presente. Para ello, pensamos que tal base debe dar lugar, en ausencia de la superficie del altar a un oratorio, oratorio que es precisamente la memoria de la voz entonada.

Así un altar que es el murmullo o voz con memoria.

c.- Paso de la observación a la forma en las salas del museo naval

Me salto ahora el proyecto de Quinta etapa, la proposición de nuevas salas para el Museo Naval y Marítimo de la Armada de Chile:

¿Qué es un museo sino la memoria de algo?
Al igual que el altar que se propone, todo objeto contiene una cierta memoria.

La diferencia entre el altar para Ritoque y un objeto de museo, radica en que este altar nace en una memoria hecha presente, un objeto de museo adquiere memoria no desde su forma, sino de los acontecimientos que han pasado por él.

Así la espada de Prat está en el museo no por su ser espada, si no por ser de Prat. Ella trae a presencia al Héroe y en ella la hazaña o gesta del Héroe.

Aquí hay dos memorias distintas, una que hace presente y otra que evoca.

Cuando nosotros decimos memoria, pensamos en este presente, pensamos en el murmullo, pues lo mismo dicho (la oración) cambia en su entonación en cada uno de nosotros, es decir modificamos la expresión.

Nuestra memoria es con tal modificación.

Cuando un marino dice memoria (digo marino en cuanto visión de ellos como institución en pos de la forma de un museo naval), trae lo escuchado, la memoria no es presente, es histórica, es tradición, la tradición conserva lo dicho y el tono de lo dicho, lo trae por igual, sin modificación.

Este es el punto. ¿Cómo llevar a cabo parte de un museo que se funda en la tradición?, ¿Si nosotros pensamos desde la memoria que la modifica?

No quiero hablar de todo lo que el museo implica, vuelvo a la observación inicial para desde ella decir del paso que avanza.

Cuando visitamos el museo, se nos invitó a ver las salas que estaban desocupadas, estas salas son grandes espacios que fluctúan entre los 40 y 90 metros de largo por 6 a 8 de ancho y de una altura aproximada a los 6 metros.

En esta visita en una de las grandes salas, sin suelo, con sus vigas a la vista y una tenue luz que la bañaba, parecía reposar en el interior de su espacio una gran embarcación, un museo que en sus salas abandonadas guarda la memoria de un barco.

Así, desde esta imagen inicial partimos proponiendo hacer presente este gran barco, entonces, ¿cómo atravesamos los espacios de estas salas y recorrer esta embarcación contenida entre estos muros?.

Lo primero fue establecer una ley única, un recorrido al modo de cómo se recorre un barco, un recorrido que se acompañaba de una lectura que proponía un decurso, decurso que otorgaba un orden con una cierta continuidad.

Pero hoy, esto del murmullo y el murmurar me hace pensar una cosa:

Fíjense en el croquis de la iglesia, está el sacerdote y los fieles que constituyen un orden, el del murmullo, y a su vez el de las visitas que murmuran.

Mientras permanecía dibujando en Notre Dam, me parecía que era imposible que coexistieran dos regímenes tan opuestos, uno el de los fieles y otro el de los turistas, por esto del sonido. Y sin embargo era posible que hubiese misa y oración y que simultáneamente alrededor hubiese una permanente peregrinación de turistas.

Dos órdenes, dos leyes que coexisten en un mismo espacio y al unísono.

Hasta hoy había pensado que el museo sólo tenía un orden, que completaba todo el espacio, una figura de un decurso continuo al modo de los que recorren visitando Notre Dam.
Sin embargo, creo, es posible y sería de real belleza, que a lo menos existiesen dos modos distintos de estar en las salas del Museo, uno que recorre y otro que permanece, algo así como un paseo.
Un museo para los que murmuran y también para los que murmullan.

El asunto aquí se traduce en dos figuras simultáneas, la coexistencia de estas dos figuras ha de traducirse en una forma distinguible una de la otra (en Notre Dame era posible recorrer la iglesia por sus naves laterales, mientras en la nave central se congregaban los fieles).

Entonces, tal vez el museo tenga un orden primero, el del recorrido en la continuidad del discurso y dentro de este orden, una suerte de hitos que construyen el segundo orden, unos lugares para confrontar una palabra que haga presente lo visto en la muestra.

El museo es lo contrario de la iglesia, el orden primero aquí es para quienes visitan y dentro de él unos espacios determinados pequeños en proporción al espacio de las salas.

Unos pequeños sitiales para varias personas a la vez, podrían ser a modo de unas mesas, en las cuales se podrían reunir algunas personas, a estudiar algo, mientras la procesión de visitantes pasa por su lado… Estos hitos serían unas especies de memoriales, una mesa para retomar el discurso de cada sala.

Así un museo que guardaría dos memorias al unísono, una la que evoca, otra la que hace de la memoria un presente a través de los memoriales de cada sala, dos tiempos al unísono, coexistiendo, igual que en notre dame coexiste el murmullar de los fieles y el murmurar de los turistas.

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