mayo 30, 2008

A la Comunidad Universitaria

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Dietrich Lorenz, Pbro. Vice Gran Canciller Al asumir sus funciones, nuestro Gran Canciller, Monseñor Gonzalo Duarte, desea hacer llegar a todos ustedes unas palabras de saludo.

Con el cambio del Vice Gran Canciller Ustedes notarán, en primer lugar, continuidad; la continuidad que exhibe el trabajo puesto al servicio de la Iglesia de Cristo, a cuya misión se ordena tanto la administración de la Universidad, a cargo de Rectoría, del Consejo Superior, de los Decanos y sus respectivos colaboradores, como la labor pastoral y también la labor académica docente y de investigación, en cuanto somos buscadores de la verdad.

Con todo cambio también se suceden, naturalmente, variaciones de énfasis o de estilo, cuestión derivada no tan sólo de las diferencias personales sino también de los diversos momentos y responsabilidades históricas que a cada uno le toca cumplir.

Los fundadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso dejaron muy unidos fe y trabajo. Hoy, parte de mi misión consiste en recordar con toda claridad que la primacía recae sobre la fe, ya que lo que somos capaces de aportar es consecuencia de ella, y esto exige una gran responsabilidad de parte de todos nosotros. Tal vez, hoy más que nunca, las actividades fundamentales de una Universidad Católica deben vincularse y armonizarse con la misión evangelizadora de la Iglesia (Aparecida, n. 341).

La Universidad Católica es Iglesia, no es una teoría abstracta; no es una gnosis o una pretensión intelectual que la reduce a una marca comercial. La Universidad Católica es una asamblea cultual y cultural. En efecto, la eucaristía edifica la Iglesia y por ello también a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

La cada vez mayor eficiencia en el estudio, en la investigación, en la docencia o en la administración, y que debe ser motivo de legítimo orgullo para una casa de estudios como la nuestra, que aspira a ser una Universidad compleja, no debe, sin embargo, llevarnos a perder de vista que tenemos un real compromiso de vida con la Iglesia,

“¿Qué le aprovecha a uno decir “yo tengo fe” si no tiene obras? La fe sin obras es una fe muerta. Yo por mis obras (por mi vida) te mostraré la fe”
(St 2, 14s.).

No podemos celebrar al Señor de la vida en el escepticismo, sino en la certeza. Porque si nuestra enseñanza fuese doctrina nuestra, necesariamente deberíamos preguntarnos si nos hemos equivocado y en qué, ya que errar es humano. Pero nuestra doctrina no es nuestra sino de Cristo, por eso la enseñamos y recomendamos sin temores ni complejos (Jn 7, 16). Como recomienda el Apóstol Santiago,

“con fe y sin vacilar en nada”
(St 1,6).

Según su propia naturaleza, la Universidad Católica presta una importante ayuda a la Iglesia en su misión evangelizadora. Se trata de un vital testimonio de orden institucional de Cristo y su mensaje, tan necesario para la cultura contemporánea. Por eso la Iglesia quiere sentir estos centros cercanos a sí misma, y desea tenerlos presentes y operantes en la difusión del mensaje auténtico de Cristo.

Queridos amigos, la Universidad Católica debe desarrollar con fidelidad su especificidad cristiana, ya que posee responsabilidades evangélicas que instituciones de otro tipo no están obligadas a realizar. En este sentido quisiera finalizar este mensaje de saludo citando un hermoso texto del libro de los Proverbios que canta y celebra la unidad:

“Tres cosas desea mi alma que agradan al Señor y a los hombres: concordia entre hermanos, amistad entre vecinos (colegas), y marido y mujer bien avenidos”
(Prov. 25, 1).

Junto con desearles un Año Académico lleno de progresos y realizaciones personales les hago llegar a todos Ustedes, académicos, administrativos, auxiliares y alumnos, mis cordiales saludos.


Dietrich Lorenz, Pbro.
Vice Gran Canciller