abril 3, 2007

Travesía al Sur del Mundo: una Peripecia del Lenguaje

Categorías:

Introducción

Este articulo tiene por objetivo reflexionar sobre aspectos implícitos y explícitos del lenguaje arquitectónico y así mostrar la capacidad didáctica del arquitecto través de sus Proyectos.
Este trabajo se enmarca en la experiencia de las Travesías; Viajes que nacen desde una apertura poética, realizados cada año desde 1984, por profesores y estudiantes de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV a distintos lugares del continente americano.
A través de la Travesía nos encontraremos con el lenguaje comunicativo en la arquitectura.
Las Travesías son un Modelo pedagógico basado en la experiencia sensible de viajar y hacer arquitectura a la vez, en donde la obra de arquitectura que se construye es un Regalo a la gente del lugar.
La importancia de este modelo para la enseñanza de la arquitectura, es abrir una didáctica desde una experiencia sensible, contenida en una relación abierta entre poesía y arquitectura en los años ’50. Ello como una evidente realización de los ideales de cambio en la enseñanza de la arquitectura manifestados en Europa, terminada la Segunda Guerra Mundial. Se planteaba una didáctica basada en la experiencia, buscando rescatar los valores plásticos y emocionales propuestos por los arquitectos de vanguardia. 
Una particularidad fundamental de las Travesías es vincular en un tiempo acotado tres experiencias esenciales del conocimiento arquitectónico: el viajar; el construir y el regalar. Estas en conjunto refuerzan la capacidad de abstracción, rigor y humanismo, que debiese tener un arquitecto, para otorgar cualidades plásticas y emocionales a sus proyectos.
El modo de reflexionar sobre el lenguaje que queda de manifiesto en las Travesías es primero distinguiendo tres aspectos de esta; Viajar, Construir y Regalar.

  1. El Viajar; es el ir a otras culturas, encontrarse con otros cuyo lenguaje implícito y explicito manifiesta una concepción de mundo distinta.
  2. El Construir; el lenguaje del arquitecto para dar a entender su Proyecto, es decir el lenguaje del proyecto, entendido en la relación entre sus elementos y materiales.
  3. El Regalar; el lenguaje de vínculo con un determinado lugar, se regala una obra de arquitectura en un pueblo, y su reconocimiento por parte de la gente del pueblo que lo recibe queda determinado por como dicho regalo se inserta en la cultura de ese lugar.

Luego el modo de relacionar estos tres aspectos del lenguaje se realizará a través de presentar la experiencia de una Travesía realizada en Octubre del año 2006.
Se trata de la Travesía a Puerto Williams en la duodécima Región de Chile. Viaje realizado por un grupo de 185 personas; arquitectos, diseñadores, escultores y estudiantes de dichos oficios.
En la experiencia de dicha Travesía se pudo observar y construir el paso del lenguaje de la palabra al lenguaje de la forma material y el espacio arquitectónico.
Puerto Williams se ubica en Cabo de Hornos, el lugar más austral del mundo. Sus primeros habitantes era el pueblo Yámana, tribus nómades del mar. 
Es interesante constatar el modo en que los Yámanas se refieren al lugar, ellos hablan del allí y el allá. No hablan del aquí, tal vez por su condición de nómada, en donde el arraigo supone una condición de lejanía. 
Allí nos comunicarnos con gente que si bien hablan el castellano conciben el mundo desde un lenguaje distinto, el Yámana es una lengua en extinción, sin escritura, ni traducción. 
El proceso proyectivo y constructivo en ese lugar tuvo la experiencia del calce y de la lejanía.
Experiencia arquitectónica que nos enseña a reubicar a la arquitectura en su profundo valor artístico y humanista.
El trabajar con el material del lugar trajo en el lenguaje material, la revelación de las posibilidades que daban sus propios materiales, su madera. Una composición con lo propio del lugar mostrado de un modo distinto. 
Y finalmente la revelación de su propio lugar. Se regalo una mirada a su propio Parque a través de una escalera que baja del pueblo al parque por una pendiente que se interrumpe con unas estaciones que detienen al habitante ante el parque.
Pensamos que es para quedar ante el lenguaje de los Yámanas. Que es construir el allí y el allá. La respuesta al Regalo fue: “así se nos apareció el lugar” (mujer Yámana)
El concepto de Peripecia es la estrategia de reflexión, y su marco teórico es un vínculo entre aspectos de la poética de Godofredo Iommi Marini y aspectos filosóficos desde la línea hermeneútica de Paul Ricoeur. 
Así el viaje, habitar la distancia, la construcción y regalo de la obra de Travesía son el espacio que permite que la reflexión planteada sea un aporte a la didáctica del arquitecto como una comunicación de contenidos teóricos y sensitivos a través de sus Proyectos.

Primera Reflexión: 
Sobre la peripecia por el lenguaje arquitectónico.

La peripecia definida por la Rae: “En el drama o en cualquier otra composición análoga, mudanza repentina de situación debida a un accidente imprevisto que cambia el estado de las cosas”. 
Esta definición es pertinente en cuanto la situación repentina tiene precisamente el imprevisto que tiene la arquitectura de una Travesía, pues en ella misma se sabe su comienzo y se tiene un calculo que supone un tiempo resguardado, pero la Travesía es por esencia poética al dejar que el continente acontezca en la vida de todos los que en ella participan, dicha condición es entregarse a la peripecia. 
Y la peripecia del lenguaje es por que lo que el vocablo enunciado, expresado y el silencio arquitectónico están presentes en todo el viaje, como un descubrimiento constante; por un alado es la lectura que le arquitecto hace del lugar, como lo lee, y cuya legibilidad depende de su capacidad de observación y por otro lado la legibilidad que logra el arquitecto, lo que va leer el habitante, cuya lectura es sensitiva e intelectual.
Desde la poesía de Godofredo Iommi nos viene un lenguaje basado la virtud de la palabra:

¿Qué significaba la palabra que construye? Esto es muy difícil y no va a entender nadie nada, pero es bueno que lo oigan, además no lo digo para que lo entiendan. Significaba esto: que cada uno de nosotros, que cada ser humano sobre la tierra podía construir un algoritmo, podía construir un algoritmo.
Leonardo es un texto sublime, le dice al discípulo que quiere aprender a pintar: “detente ante ese muro derruido, y míralo mucho, mucho rato, y no una, sino mil veces y aprende a ver en él las figuras más increíbles” Y él dice cómo: «como en el sonido de la campana se esconden todos los nombres posibles”.
Eso es la base con que se puede construir un algoritmo
(Iommi, 1983)

Es la palabra que construye y da forma. Lo que permite nombrar para emprender un camino creativo. Y en otro texto denominado ¿como y cuando hay arte? Iommi, habla de la peripecia como el don del camino propio de la creatividad desde su origen hasta su manifestación.
La peripecia como un don del camino creativo. Y el camino creativo tiene, en la tradición de nuestra escuela tres pasos identificables, la observación, el acto y la forma. En ellos esta presente le lenguaje con la palabra que nombra y da forma. Es decir hay una palabra que origina una forma, y la forma también es expresión, la forma comunica, en ella se puede leer, y en dicha lectura también está la palabra valorativa de parte del habitante, que experimenta la obra.
Es decir la peripecia es desde la palabra que origina; la del arquitecto. Hasta la palabra que valora; la del habitante. 
Y lo interesante es que el vínculo entre la palabra origen y la palabra valor, es la forma. La cual no es hecha de palabras pero si puede ser leída.
La arquitectura puede ser leída. 
El lenguaje de la arquitectura, como el lenguaje verbal, tiene cosas que se dicen, cosas que no se dicen y cosas que se callan. El lenguaje en la arquitectura es un tejido, de signos y expresiones que comunican una determinada idea que emociona al habitante en cuanto este experimenta un reconocimiento sensitivo e intelectual. 
Paul Ricoeur en su libro, “Los Caminos del Reconocimiento”. Plantea el tema del Reconocimiento como aquella forma de relación entre el “yo” y el “otro” y con el lugar. En la relación entre el “yo” y el “otro” lo vemos como la gratitud, es decir, reconocer algo que “el otro ha hecho por mí”. Aquí tocamos de lleno el tema del regalo. 
Y en la relación con el lugar, es mediante el reconocimiento como identificación.

“La identificación descansa, pues, en constantes perceptivas que no conciernen solo a la forma y a la magnitud, sino también a todos los registros sensoriales, desde el color, al sonido, desde el gusto a los aspectos táctiles, desde el peso al movimiento” 
(Ricoeur, 2005: 73)

En el lenguaje verbal, nos encontramos con palabras vivas, que son el puente que vincula las ideas de los hombres, ellas se ordenan bajo un sentido dando curso a la materialización sonora de las ideas. En la arquitectura el equivalente a las palabras son los límites materiales los que dan la forma al vacío que contiene a la acción. 
Un arquitecto logra emocionar con sus espacios proyectados cuando él es capaz de emocionarse con ciertos lugares, al encontrar belleza en distintas cosas, en una imagen, o un poema. 
La observación arquitectónica arma ese puente y lo hace con palabras que no siempre logran llegar a nombrar lo esencial y no llegan al espacio, se quedan ellas solas, y es nuestra tarea hacerlas llegar, ellas abren y luego acompañan y guían y de a poco desaparecen y se transforman en virtudes que comunican emociones. 
Ese es el lenguaje del espacio, y es en esa construcción aparece el espacio que emociona, que logra ser lo que es desde un trato muy material y muy concreto.
También es algo emocionante el experimentar el paso entre algo tan inmaterial como una palabra fundante que antes es idea a luego algo construido y si uno ve el proceso completo es el goce del ver aparecer. 
Tenemos que hay una palabra que abre; la del arquitecto que se masifica en forma y que tiene una relación muy bella con el silencio; que la arquitectura habla sin decir. Es un lenguaje donde el silencio es precisamente el vacío que nos da cabida y los materiales son las palabras. La arquitectura en esa relación entre palabra y silencio equivalente a límites y vacío debe comunicar algo, transmitir valores, transmitir emociones. 
Recuerdo cuando estaba en Segundo Año de Arquitectura en la PUCV, el profesor Bruno Barla nos decía que debíamos tratar de hacer desaparecer las paredes para construir el vacío, Yo lo encontraba algo muy difícil, luego lo comprendí y no lo olvide más, ahora lo pienso y creo que ese retirar es quizá lograr que las palabras llegan al espacio convertidas en silencio.

La arquitectura también contiene el lenguaje verbal de voz del arquitecto, el cual va anunciando cambios. 
Pienso que todo cambio requiere de ser explicado, las preguntas son ¿cuando se explica?, ¿se explica antes?, ¿se explica en el presente?, o ¿se explica después?
Un cambio se anuncia, tal vez ese hecho es lo más propio de los arquitectos. Una anticipación al hecho, eso es proyectar. 
Dicha anticipación supone de parte del arquitecto una verdadera conciencia del cambio que su Proyecto provocará. Pues cada Proyecto es siempre una interferencia en la vida de los hombres. 
Esa interferencia es un impacto, una ruptura o desarticulación de un sistema vital o social. 
La conciencia a ese cambio debiese ser el cuidado del arquitecto. Un cuidado a una vida que sobreviene y sobreva.
La arquitectura encierra historias, tiempos, momentos, instantes. En su interior transcurre la vida, el lenguaje, el silencio y la intimidad como ese momento propio del encuentro personal.
La anticipación que los arquitectos han de tener debe darse siempre en un contexto dinámico, por ello muy humano.
Como arquitectos siempre podemos reflexionar sobre como una obra es cada vez una ocasión para recrear la vida.
El recrear es tan valioso para el arquitecto que crea como para quien habita lo creado.
Hemos elegido reflexionar a través de la peripecia, concepto que nos lleva a una situación itinerante y dinámica del lenguaje.

 

 

Experiencia comunicativa en la Travesía al fin del mundo

El Viajar; 
Es el ir a otras culturas, encontrarse con otros cuyo lenguaje implícito y explicito manifiesta una concepción de mundo distinta. 
El encuentro con otro.

Identidad que no es posesión sino acogida:»son siempre los labios de otro los que dicen mi nombre». Don que nos hace ser o el ser como don.
(Mujica,2003)

En el viaje la travesía aparece la identificación como decía Ricoeur , conciernen a todos los registros sensoriales. Un viaje despierta esa posibilidad por que se desata en un constante novedad que agudiza los sentidos.
Como arquitecto pienso que el viaje es en la misma aventura de llevar adelante un proyecto arquitectónico. Pues lo que sostiene la forma es la fidelidad al origen, aquel compromiso misterioso con la idea, lo cual se vuelve voluntad, una relación entre el corazón y la razón, la voluntad es ese vinculo, es lo que nos permite perseverar con fidelidad en algo que surgió así inocentemente, lo cual por maravilloso solo es posible entenderlo desde el corazón, después vendrá la razón y dará justeza a los anhelos, ordenará las ideas, perfilará la forma, pero lo que encierra la forma es un misterio. Desde el modo del proyectar en nuestra escuela los estudiantes aprenden que la forma arquitectónica le da cabida al acto, y que el acto es la trascendencia de los aconteceres y quehaceres humanos. Es una ley creativa mediante la cual ordeno la forma, se le da casa al hombre de forma tal que su vida exista en cierta trascendencia, su vida no es cualquiera, su vida es con destino. 
Sin embargo se puede vivir sin arquitectura, se puede existir sin tener relación con la belleza, se puede vivir sin arte. Pero lo que hacemos no está de más, pues se trata de la condición humana, se trata del hombre, del mundo, la arquitectura es innecesaria, como lo es un viaje o lo es un regalo. Y es en esa innecesidad que se funda lo gratuito que las experiencias tienen pues son sin esperar recompensa material. 
Así la arquitectura y el Viaje se convierten de hecho en un Regalo por su potencia de la no recompensa. La gratuidad lo único que espera es la gratitud.
Como ha dicho Mujica la identidad que no es posesión sino acogida, así se invierte el papel, y la identificación de un sujeto viajero con un lugar es de un modo abierto. Lo diré en primera persona: no me pertenece el lugar como objeto, o el objeto del lugar, sino por que me reconozco yo perteneciendo al lugar. 
Aún cuando el viaje sea temporalmente transitorio. El viaje del arquitecto tiene la connotación del dibujo. Esta escuela en particular fundada en la tradición de la observación. Conlleva en sus travesías la observación en viaje. Croquis y textos que van construyendo esa pertenencia temporal al lugar. Pues es el modo que tienen los arquitectos de leer el espacio. Alberto Cruz decía: La observación trata de leer en la vida el rostro que tiene el espacio. 
En la Travesía los profesores y estudiantes dibujan para descubrir virtudes de lo que llamamos la extensión americana. 
Es el dibujo lo que permite dar existencia a una pertenencia con el lugar. Por que el dibujo no es solo que se ve sino lo que se siente.
Godofredo Iommi decía en la carta del errante: 

El poeta debe ser itinerante de la poesía.
Debemos recogerlo todo, nuestros temores y nuestras esperanzas, nuestros impulsos y nuestros desfallecimientos, y partir por los caminos para crear allí anti-sueños.”
(Iommi, 1963)

Esto último, el crear anti-sueños lo entiendo como crear realidades. 
Sobre este re-crear, la transformación de lo habitual en algo trascendente, ese paso es el que hace el arquitecto, y para ello necesita despertar sus sentidos. El Re. 
El poeta brasilero Gerardo Mello diaria el re-comenzar.
La reiteración, .Aquí en las Travesías esto es válido, pues es algo que no es aislado, es un transito que un estudiante reitera a lo largo de toda su carrera, son seis experiencias que abordan distintos aspectos de la relación poesía arquitectura en el continente Americano.
La obra de Travesía sintetiza una experiencia de la distancia, distancia de Valparaíso a Puerto Williams, distancia de lo próximo a los lejano y distancia entre la idea y la forma construida, quien va de travesía en su reiteración va sellando un modo esencial de ver el mundo y Puerto Williams fue una experiencia de la distancia, la distancia de los pájaros, de los Yámanas, del otro lenguaje, de otra cultura. Mencionábamos al comienzo que la Travesía es una experiencia sensible de viaje y construcción de un regalo. Este regalo es precisamente la obra de arquitectura y Diseño que se construye al lugar al cual se va.

El Construir

Dicho parque que se extiende a lo largo del río en su franqueo con el pueblo, es considerado un espacio público para los habitantes de Puerto Willams.
La invitación que se nos hizo fue la de construir algún tipo de habilitación del parque.
La obra construida por el Taller de Primer año se emplazó en uno de los accesos al Parque del Río Ukika.
El parque tiene dos accesos, uno por el camino frente al canal Beagle y otro desde el pueblo; una escalera sendero que lo vincula a la parte alta del pueblo, es una escalera que se inserta en un bosque de lenga entre dos quebradas. A medida que se baja se esta inmerso en el bosque.
Allí nos detenemos y observamos el follaje que deja entrever cerros y cielo. El sonido de los pájaros que inunda musicalmente el lugar y el sonido del viento y la lluvia sobre los árboles hacen aparecer el sentido auditivo. 
El follaje de los árboles es un manto que construye un interior, todo esto en una naturaleza inmensurable en la cual somos visitantes. 
El bosque es propio de ese paisaje y de esa cultura. Y las características de ese bosque es que los árboles envuelven una atmósfera sensitiva. El oído, con el sonido de los pájaros y del follaje por el viento y la lluvia; el olfato por los árboles y la humedad; el tacto dado por la sensación de frío y el viento que se siente en el rostro.
Por otro lado teníamos el lenguaje Yámana; En ellos el “allí” y el “allá” son dos vocablos que señalan el lugar, lo señalan en lejanía.
Con ello, comenzamos a pensar en una obra que debía ser ocasión de reconocimiento de este lugar. 
La cual por un propósito de reconocer este lugar e insertarse en esa cultura, construiría la relación del allí y el allá, propia del lenguaje Yámana, 
Entonces pensamos en las distancias, en el allí y en el allá, y construimos un aquí distanciándonos del suelo natural. De la bajada natural por la pendiente. 
La arquitectura re-crea la vida, y esto lo hace dando curso a algo artificial, es decir una invención, la poesis, un paso del no ser al ser, la poética en un sentido aristotélico, una invención que radica en una sorpresa o novedad que transforma el habitar.
La poética arquitectónica requiere de una desarticulación de lo lógico, la cual se da en un momento. 
La desarticulación de lo lógico es sorpresiva. En lo arquitectónico es sacar al cuerpo del estado natural construyendo un modo nuevo de estar ubicado en ese lugar, para justamente mostrar el lugar de otro modo, desde otro punto de vista, para que los sentidos experimenten otras sensaciones; novedosas y poéticas.
En Puerto Williams es el viento en el rostro, el frío en las manos. El sol en el rostro, cerrar de ojos. De ese tipo de cosas debiésemos hablar los arquitectos; de la importancia de sentir el sol en el rostro. 
Loa arquitectos debiésemos hablar del alegre trato de los sentidos. 
Reflexionando sobre este tema del lenguaje y pensando que en arquitectura las palabras se reemplazan por límites, tenemos que en el lenguaje verbal las palabras se oyen y escuchan, en el espacio los límites se perciben, y eso es con todos los sentidos.
Pero los límites son silenciosos de palabras aunque no de sonidos, los elementos materiales emiten sonidos al contacto de solicitaciones dinámicas del medio ambiente, ellos hacen aparecer la lluvia o el viento. Los sentidos perciben una relación, un choque.
Y esta el silencio en la intimidad entonces estamos en una seria disputa de las convenciones, el tema es que el arquitecto para crear necesita ver al hombre, necesita comprenderlo y actualizar su comprensión de mundo. Los arquitectos somos humanos que construimos para otros humanos. El arquitecto es humano que se puede decir a si mismo: Yo siento.
Entonces el como “yo siento” es anticipatorio de cómo sentirá el otro.
Como profesor pienso que un aspecto muy importante en la formación de los arquitectos es despertar es una posibilidad del “yo siento”. 
Cultivar en los estudiantes el “yo siento”. El arquitecto debe aprender a sentir, es algo natural diría cualquiera, es algo que se tiene. 
Sí pero no lo es tan así, y aquí entro en un tema quizá delicado que tal vez la psicología se ha ocupado, que los sentimientos también se aprenden. Y eso tiene que ver con su expresión, el sentimiento tiene realidad y existencia en cuanto este es comunica, ya sea por la palabra, por el tacto, por la mirada, cuando este se traspasa por un sentido.
Entonces el arquitecto con su forma casi tiene que construir otro sentido equivalente al oído (palabra), al tacto, o al olfato. Pero es un sentido complejo, que reúne a todos los demás sentidos para expresar y comunicar.
Y no se trata de comunicar la historia del arquitecto sino que se trata de reflejar las historias, sentimientos y emociones de los habitantes, es decir es un espejo. La relación que se produce es que es un Espejo en donde los habitantes reflejan sus propias historias.
La arquitectura es el sentido que refleja a todos los sentidos, pero en realidad es el órgano del sentido que refleja a todos los sentidos.
Es un espejo a las variadas historias que lleva cada uno y es el espejo de la historia que se tejerá dentro.
Y esto se da cuando en ella el hombre, la mujer, el niño, el anciano, logra identificarse. Es cuando existe una identificación como re-conocimiento
A lo largo de la escalera o sendero en pendiente que ya existía para bajar al Parque desde el pueblo; los estudiantes divididos en grupos de 15 integrantes y guiados por los arquitectos proyectan cinco estaciones de contemplación para unir trazos de mirada, estaciones para detenernos contemplativamente en distancia y libertad, en una experiencia de la justa medida, como el Barón Rampante de Italo Calvino, aquel niño que decide en un momento de su vida vivir en la copa de los árboles por que pensó que era la distancia justa para estar dentro y fuera de las cosas del mundo. 
Justeza propia de los arquitectos que queremos contemplar la realidad desde dentro y desde fuera. 
Esa justeza es la experiencia del re-conocimeinto. Poder sentir el lugar de otro modo. De un modo distinto. Balcones que se extienden en el vacío de la quebrada y pueden desarticular la lógica gravedad del cuerpo llevándolo al vértigo, límite justo, límite que permite la justa medida para experimentar en cada detención el tactar las hojas de los árboles.

 

 

El Regalar

Entonces el regalo es la posibilidad de detenerse y de mirar en distancia, contemplando el bosque dentro de él. 
Así recreamos un transito habitual de la gente de Puerto. Williams que va al parque. Son estaciones-detenciones, demoras que se extienden desde la escalera vinculadas por la potencia de orientar horizontes. 
Esto se materializa con las barandas que son unos trazos que achuran el bosque a la vez que retienen la mano.
Re-creamos lo habitual regalando algo desde el reconocimiento, buscamos que en ellos surga la identificación y la gratitud. Y con relación a ello, pienso en Cristina Calderón, la última Yamana, ella no quería subir por la escalera que nosotros construimos, pensaba que estábamos interfiriendo en su naturaleza, pero el día de la proclamación de la obra, una sobrina de ella subió la escalera, Cristina no quiso ir y la sobrina a su regreso, con alegría le decía; ahora podemos ver el lugar. 
Esa frase delató lo apropiado del regalo, apareció el reconocimiento como identificación de ellos con su lugar y como gratitud de ellos hacia nosotros y de por sobre todo pareció el Regalo. En su potencia asimétrica, como ha dicho Paul Ricoeur, de haber dado sin esperar nada a cambio, y eso es posible por que somos muchos insertos en un ámbito implícito y silencioso que resguarda nuestro ser escuela desde la poesía encarnada en la posibilidad de viajar entre varios.
Y esta experiencia muestra su sello en ellos cuando son capaces de explicar sus intenciones, y vinculan distancias diciendo un yo vi tal cosa, o yo sentí tal cosa. 
Ver y sentir, experiencias sensibles que aproximan las distancias. 
Pienso que el sentir, ese “yo siento”, es verdaderamente más arquitectónico. 
Nuestra ocasión de travesía fue La distancia recreada. Distancia de ir de un lugar aotro, el viajar. Distancia del paso de la observación ala forma y distancia del paso de los habitantes de Puerto Williamas. Nuestro Regalo fue re-crear los pasos de los Yámanas.

 

 

Conclusión

“En el origen de la cultura griega clásica subyace una definición de arquitectura muy antigua, surgida en la isla de Syros, por la que la arquitectura se define como una relación entre geografía e historia a través de la cual cada isla es una encrucijada de historias o viajes posibles y cada historia un paso de una isla a otra desde una orientación muy precisa, espacio-temporal, entre dos lugares, y dos culturas, en el mar” 
(Muntañola, 2000: 85 )

Encrucijada de historias o viajes posibles. Eso construimos una encrucijada de distancias, para recrear el paso de los Yámanas.
Es re-crear una experiencia habitable. Y dicha experiencia es de la nueva lectura que hacen esos habitantes en su propio lugar, El regalo es ese es el contenido de los limites arquitectónicos es lo que allí ocurrirá. Lo apropiado o su justeza dependerá de la buena lectura que realice el arquitecto. Entonces la enseñanza de la arquitectura debiese estar fuertemente orientada a enseñar a leer el espacio, la vida de los hombres, para ello es necesaria la experiencia sensible que hace despertar los sentidos y por lo tanto la afirmación del: “yo siento”.
Los estudiantes al volver de la travesía dicen: yo sentí una luz en mi rostro: eso es que aprenden arquitectura. El decir “yo siento” revela el don del camino es decir la peripecia.
Revela que la peripecia es el don donde aparece la palabra en el camino creativo. Y dicha palabra para poder atrapar un proceso creativo en completitud requiere de un contexto sensitivo. En la travesía los sentidos quedan expuestos, tanto en el viaje, como en el construir y en el regalar. Pero todo aquello queda oculto sino existe posteriormente la palabra valorativa. Que se hace mediante Re-cuerdos ( volver a pasar por el corazón) y Re-memoración ( volver a pasar por la memoria). Es decir un Reconocimiento Propio.