junio 27, 2006

Cadmo. Hitos del Homo Typographicus

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La inscripción inicial que pasa del mero signo a establecer significación define el momento clave que principia para la naturaleza humana la capacidad de comunicación que sobrepasa la oralidad e inaugura la figura de un medio de transmisión; esto es que lo comunicado requiere desde ahí un intermediario que porta el mensaje; el hombre se desprende de su lenguaje y construye una extensión para hablarse.

No se trata de esa capacidad de signo o grafía con que el hombre inscribe o “dibuja” su realidad, sino del signo en cuanto su capacidad de transmitir; necesidad ésta de registro o cuenta inicial –por ejemplo de los días, las ovejas del pastor, etc.- que abre las perspectivas de un lenguaje incipiente trascrito a una superficie que permita una temporalidad mayor que la palabra dicha.

Lo que llamamos inteligencia nace de ese momento del signo que transmite y que en su devenir va definiendo los caracteres que con posterioridad constituirán el código ajustadísimo del alfabeto que, independiente de las diferentes vertientes u orígenes, propone una definición lingüística, una sintaxis de la escritura y un modo de inscribir la rúbrica que identifica al pueblo.

Se parte de la premisa que el reconocimiento se refiere al momento de la inscripción, de cuando el signo comunica (inscribe); no nos referimos a los gestos antropológicos que anuncian la sapiencia, nos preocupa –en cuanto diseñadores gráficos- el signo que significa y la superficie en que se lee.

La idea del tipo, en cuanto unidad gráfica, comprendido por McLuhan como constituyente de una mente letrada, prefigura la noción de estampa, de golpe a golpe y de reproductibilidad; W. Benjamín interroga el valor de lo repetible en la “era de la reproducción mecánica” y resuelve que el arte conlleva siempre esta premisa como implícito en su actividad. Sin duda Gutenberg no hace más que llevar a la acción automatizada (tipo móvil) lo que los escribas tenían por meditativo (la transcripción y reproducción manual de “textos fundamentales”).

Este proyecto comprende un universo sumamente extenso que va desde el Sumerio arcaico cerca del año 3000 a.C hasta la aparición de Google a inicios del siglo XXI de nuestra era. Tal exhuberancia informativa nos permite comprender la magnitud de un proceso conciente (por eso sapiens) que, desde el signo unitario, primitivo y envolvente, avanza hacia la ingravidez de la palabra cuando ya gran parte de la actividad textual actual carece de un soporte tangible y utiliza las redes virtuales para desplazarse a través de las mentes de los nuevos lectores

El entendimiento de que las sílabas pueden descomponerse en letras permite a Cadmo -príncipe fenicio y Rey de Tebas- concebir y diseñar el primer alfabeto que da comienzo a una escritura literal, letra a letra; por tal razón y por el reconocimiento de que la escritura se sustenta en la suma de unidades (discretas) (caracteres) se tiene a Cadmo como el padre de la Tipografía.

La situación primigenia del signo, la letra y la palabra la hemos comprendido como el punto de partida de un arco que llega hasta nuestros días; esta cabeza de amplio proceso dan al oficio las herramientas que pueden explicar y proyectar la situación actual del texto y la grafía. El carácter digital de la letra, si no se remite al tipo móvil o a tal cuestión de la incisión, carece de naturalidad y se volvería un mero ejercicio de software apropiados y de funciones sin remitente.

Este prólogo -incipiente también-, no concluye como un manifiesto; se tiene hasta hoy -Titulación II- el Capítulo 2 del contexto entero, que va desde la caída del Imperio Romano (396 d.C.) hasta la invención de la Imprenta en el 1450. La versión impresa aquí, corresponde exactamente a la edición digital; se trata de pensar un mismo contenido de lectura en dos ámbitos editoriales distintos: libro y webpage. Esta simultaneidad o paralelo debe entenderse, no como versiones del mismo caso, sino como la arremetida de un pensamiento que quiere abordar las tradicionales formas de edición y las más nuevas como un diálogo de mediaciones que ha de darnos la justa medida y el pulso agitado de un diseñador gráfico que habrá de vérselas con el futuro del libro y el nuevo orden editorial entre sus manos.

 

Taller de Título II, Diseño Gráfico
Francisca Cifuentes | Paulina Meyer
Ver También: Web del Proyecto, (ir a Capítulo II)