junio 7, 2005

Examenes Etapa III Arquitectura

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En este acto en donde se da cuenta de lo realizado por el Taller de Arquitectura de segundo año, me voy a referir, con especial dedicación a una dimensión arquitectónica peculiar del ámbito de esta Escuela…

Digo, una dimensión arquitectónica en virtud de que ella permite y hace posible la construcción de Obras y de esta Obra en particular -La Escuela.

Una dimensión antes que nada se presenta ante nosotros como una posibilidad, una posibilidad de entregar medida a algo… una posibilidad de dar medida. Sin embargo, pocas veces caemos en la cuenta de que este dar, es principalmente un otorgar al espacio y al tiempo, belleza.

Por esto, quizás, los sitios y la extensión puramente tal, son abiertos a tal suerte que en ellos solo avanzamos, lisa y llanamente. Avanzamos, nos desplazamos, de uno a otro lugar, pero es a los lugares adonde vamos a dar, es allí donde el espacio se conforma en acto donde se da y donde se va a dar con la belleza.

La Arquitectura como arte mayor le es propio dar belleza a estos lugares y conformarlos como tales. Pero, dentro de lo que hacemos, es bueno quizás reparar que en su fase primordial corresponde a la forma de dar casa a la belleza. No se trata, por tanto, de que este Oficio, pase de un hacer a otro dependiendo de las ocupaciones de los espacio que le toque proyectar… sino muy por el contrario, es un Oficio que disputa tramo a tramo de lo mayor a lo menor en el espacio arquitectónico, con esta forma que da casa y que posibilita la belleza.

Es aquí entonces en donde nos encontramos con el cuidado de algo mayor, y en el cuidado de nuestro Oficio, cuando velamos en nuestro ámbito de estudio y en nuestro quehacer diario esta dimensión.

La casa por cierto, pareciera ser el punto culminante del quehacer arquitectónico, ya que allí se da casa al hombre y a la mujer. Y se cuida de la forma de darle casa a Dios, el Templo.

Durante este primer trimestre hemos estudiado en presentación la arquitectura del Medioevo, abocados esta vez a la arquitectura de las Catedrales Góticas, principalmente la Catedral de Chartres. Nos hemos detenido ante su ubicación, su relación con las otras catedrales del Camino de Santiago. Hemos leído los textos de Vitruvio, visto y dibujado los croquis de Villard d’Honnecourt, nos hemos presentado los nombre de los elementos arquitectónicos empleados en la construcción de tales obras, nos hemos detenido en visualizar la relación de Chartres con la Catedral de Notre Dame de París. Todo ello, conllevado en la elaboración de tres volúmenes monográficos separados en capítulos que muestran la forma en que cada uno se acercó a las Obras, como también el cuidado y la dedicación para dar casa a un original distante para ubicarlo dentro de la proximidad en la que nos encontramos.

La Observación es como un tácito que resuena en nuestra Escuela, cuya manifestación más potente la encontramos en el cuidado de lo común. La Observación es primeramente, a mi entender, un cuidado y una prontitud que fija y nombra la belleza de la habitación del hombre en el espacio.

La casa, tema de nuestro taller ha querido ir desde el sitio a la proposición de la belleza de habitar, en la resonancia de quedarse o permanecer en lo propio. Sin lugar a dudas, este paso, es el paso mayor para un arquitecto, el paso que les da, al hombre y a la mujer un lugar donde permanecer. Es pues, esta Permanencia la que indica también la per-tenencia de lugar y al lugar, el patrimonio, eso propio.

Para los griegos, los dioses; para los latinos, los manes, los dioses ancestrales, el lugar de los padres, el terruño, el arraigo, la patria. La casa es la forma de todo ello, en el cuidado de la belleza que nos permite habitarla.

Es por otro lado, este cuidado de que hablamos, curia de la hospitalidad. Hospitalidad que al parecer está antes que la casa misma.

La Hospitalidad se manifiesta como aquel cuidado que permite alojar lo ajeno y que alumbra donde puede encontrarse el lugar propicio o propio. Todo aquel cuidado es, en tanto un interior lo permita; un Acto interior, o más bien, un Acto que le de al espacio y al tiempo belleza.