El taller de Sexta y Septima etapas centra su estudio en lograr construir una intervención de tamaño «urbano».

Preguntarse por lo urbano de la gráfica lo abordamos con una primera partida: un cierto tamaño que contiene un despliegue de imagenes y textos.

El sentido general es construir un cierto módulo de discreta aparición. Este despliega su magnitud en un cierto momento.

Se trata de módulos de medio pliego vertical que desplazando distintos planos construyen una profundidad a una lectra de textos e imagenes.

El texto corresponde a una palabra fragmento de un poema realizado en taller en conjunto con Manuel Sanfuentes.

Las imagenes realizadas en dicha oportunidad y el texto, vuelven a aparecer esta vez poniendo en cuestion un otro espacio gráfico que el del contraste del negro y blanco sobre una página.

Es un espacio que pone en cuestion el tiempo de lectura ya que encubre si significado para dar cuenta de una iluminación del espacio desplegable.

El sentido de lo plegable es la no intervención, o grito.
Buscamos una cierta discreción en el aperecer de una cierta lectura, en que el aparecer de la magnitud no es una relación uno a uno con el tamaño «grito» de un texto, como lo puede y permite ser la publicidad, sino su capacidad luminosa de retener y conquistar al lector.

Las dificultades manifiestas del problema es el aparecer de la tipografía en una relación compleja de planos en que, se diría, lo que se construye es la negación de la lectura, más que su posibilidad. Y es que la apuesta es, a que el texto en la ciudad, se constituya una orla festiva más que un mensaje.
Es en este cometido que se avanza permitiendo al espacio de este juego aparecer.