noviembre 5, 2004

Travesía a Iruya

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nosotros amamos en primer término al árbol que se basta a sí mismo para retener como luz y contraluz en cada hoja un cielo para retener como rumor de su follaje húmedo toda lejana brisa imperceptible

Día Once

Hoy es el día de la culminación de la Travesía. Se están dando los últimos retoques a la escultura, se está trazando la orientación de ella en su lugar de emplazamiento. Dentro de la carpa se trabaja aceleradamente en las serigrafías y se empieza a imprimir las xilografías que conformarán los libros de travesía que donaremos a distintas instituciones de Iruya. Mas allá, fuera de la carpa se escucha a Floro ensayando con su grupo el acto poético con que esta tarde daremos fin a esta epopeya y entregaremos la obra al pueblo.

Marcelo, muy temprano, partió con Jerónimo -el jefe de la policía local-, un personaje extraordinario con una personalidad avasalladora, a Campo Carrera: un poblado indígena por sobre los cuatro mil metros de altura, a comprar tres corderos para nuestro ágape de despedida.

Hemos convocado nuestro acto de despedida para las 19.30 hrs. Esperamos contar con la presencia de las autoridades municipales, con los profesores y sus directivas, la policía local, las autoridades de la salud, las deportivas y finalmente los padres de la parroquia de San Roque a los cuales les haremos donación de un San Francisco bellamente realizado.