octubre 16, 2003

«Escuela de Valparaíso – Ciudad Abierta»

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Lanzamiento del Libro: «Escuela de Valparaíso – Ciudad Abierta»

 

De los autores Rodrigo Pérez de Arce y Fernando Pérez Oyarzún se lanza el libro que presenta toda la obra de nuestra escuela, desde la fundación del instituto de arquitectura en 1952 hasta las últimas obras en la Ciudad Abierta.
El libro es un proyecto conjunto de las editoriales TANAIS, España, Mc Gill Queens, Montreal y Birkhauser, Alemania.
El acto se realizó en la casa de la escuela (Matta 12, Recreo, Viña del Mar) a las 18:30 hrs. Contamos con la presencia de alumnos y exalumnos, en un encuentro de saludo y reconocimiento a la PUCV en el año en que esta conmemora sus 75 años de labor académica

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Fabio Cruz P.

Arquitecto y Profesor Escuela de Arquitectura y Diseños PUCV

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«Todo parte en Santiago por el año 1950.
En este tiempo se produce en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, un movimiento (por llamarlo de alguna manera!), que pone en discusión la gran dicotomía que se producía en la enseñanza del Taller: en los dos primeros años se enseñaba arquitectura “clásica” y a partir de Tercer Año, Arquitectura “Moderna”.

A raíz de este movimiento de los alumnos las clases se suspenden por algunos días, creo que hasta semanas – cosa inusitada en ese tiempo, más aún en la Universidad Católica de Chile, – en tanto se disputaba vehementemente el tema con la dirección y algunos profesores.

El movimiento se originó en los cursos superiores. José Vial y Arturo Baeza, tuvieron una participación muy activa en la dirección del movimiento; el que, por su propia dinámica, trascendió rápidamente los límites internos de la Escuela al involucrarse las autoridades de la Facultad y posteriormente de la Universidad (que era “Pontificia”).

En medio de estas circunstancias, en las vicisitudes propias de este género de acciones, se conversaba y se entablaban relaciones con otras personas vinculadas de alguna manera al quehacer universitario.
En ese momento, y a través de un alumno de la Escuela – algo mayor, porque antes había estudiado literatura – nos encontramos con Godo. Su participación ayudó – decisivamente a situar los límites y características del conflicto de la Escuela, el que concluyó finalmente con el cambio del plan de estudio de los primeros años.

En este tiempo, 1951, Alberto Cruz trabajaba profesionalmente con Pancho Méndez y simultáneamente realizaba un Taller en Segundo año.
Ahora Bien, en este Taller se planteó, por primera vez, el “Salir a observar” directamente la vida de la ciudad por medio del croquis y la anotación. Y las proposiciones arquitectónicas que se hacían debían surgir de dicha observación.

José Vial, Arturo Baeza y yo, asistíamos a menudo a ese Taller en calidad de amigos de Alberto).

Ese mismo año 1951, y como rebote y consecuencia de las inquietudes y horizontes abiertos en el movimiento de la Escuela que ya señalé – fuimos constituyendo un grupo formado por Alberto, Godo, Pancho Méndez, Jaime Bellalta (que ese mismo año, partió a Harvard), Miguel Eyquem, Pepe Vial, Tuto Baeza y yo.

Nos reuníamos casi diariamente en las tardes en la ‘Oficina – Taller’ que Pancho Méndez tenía en el 10º piso de un edificio situado en la calle Ahumada.
La presencia de Godo fue fundamental.
Godo era argentino de padres italianos, quien luego de estudiar dos años de Economía en la Universidad de Buenos Aires, se había entregado definitivamente a la Poesía. En verdad Godo tenía otra raíz cultural, otra visión de la realidad, otra concepción de América (hijo de emigrantes), otra dimensión de la condición humana.

Llevábamos un año en este género de vida, cuando un día, a fines de Enero de 1952, yendo por la calle Moneda, un alumno de Arquitectura de la U.C.V. – Enrique Concha – se acerca a nosotros y le dice a Alberto que el nuevo rector de la Universidad, el Padre Jorge González, Jesuita, estaba interesado en que se incorporara a la Escuela de Arquitectura de esa Universidad.

Ese mismo día en la tarde, en el Taller de Pancho Méndez, nos reunimos todos y decidimos algo disparatado:
Alberto hablaría con el Padre González y le diría que sí a su ofrecimiento, pero… que no era él sólo, sino que éramos 8!

Se realizó lo acordado y pasado algunos días, el P. González respondió afirmativamente, pero indicando, además, que había que partir inmediatamente en Marzo.
Cabe señalar, que el año anterior había sido nombrado Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo el arquitecto Manuel Marchant, y como profesor de taller de la Escuela a Carlos Bresciani, con quien el padre González tenía una antigua amistad.
Carlos Bresciani sucedió al año siguiente a M. Marchant como decano, cargo que desempeñó por cerca de 14 años, apoyándonos decididamente.

Al configurar con mayor precisión la nueva vida académica que íbamos a emprender, Godo señaló que no bastaba que nos integráramos como profesores y ayudantes de la Escuela.
Era necesario, simultáneamente, crear un ámbito de estudio más amplio, más abierto, que la mera actividad docente; un lugar al que pudieran concurrir otras personas, otros artistas, otras disciplinas.
Se pide entonces al P. González fundar un centro no dependiente de la Facultad sino de la Rectoría, y naturalmente, disponer de algunos medios para materializarlo.
El Rector aceptó, y así se fundó el Instituto de Arquitectura, primer instituto de la U.C.V.

En Marzo de 1952, iniciamos nuestro traslado a Valparaíso, cerrando los compromisos de distinta índole que cada cual tenía en Santiago.

Inicialmente algunos se fueron a una pensión, otros viajábamos por el día. En el mes de Mayo, todos – excepto Jaime Bellalta que aún no volvía de EE.UU – ya estábamos instalados en Viña: arrendamos 4 casas de un conjunto que se estaba terminando de construir en el Cerro Castillo. Dos casas para los casados (Godo y la Ximena y cuatro niños; yo, mi mujer y una guagua) y dos casas para “los solteros” y para Taller – Instituto, en donde, de inmediato, formamos una buena biblioteca con todos nuestros libros personales.

Conviene anotar que ese año 1952 los dos mayores de nosotros tenían 35 años, los intermedios 30, y los menores 25 años.

Al cabo de dos años Jaime Bellalta con su mujer Esmee Cromie, inglesa, paisajista, y dos hijos parte a vivir a Inglaterra.
Algo después se incorpora desde Argentina, Claudio Girola, escultor, hijo de orfebre italiano, quien permanece con nosotros hasta su muerte. La presencia de Claudio nos permitió conocer directamente y convivir con el mundo maravilloso e inefable del espacio puro.

En el curso de estos primeros años los solteros se fueron casando y los hijos aumentando. Todos seguíamos viviendo en el mismo conjunto de casas (llegamos a arrendar 7). Seguíamos yendo a la Escuela de Arquitectura en las mañanas y en las tardes a la Sede del Instituto de Arquitectura. Recibíamos muchas visitas de toda índole y de diferentes lugares.

Logramos así constituir una plena unidad de “vida, trabajo y estudio”, sin dicotomías, en que se sustentaba nuestra acción artística y académica.

Aunque resulte tal vez demasiado íntimo, creo que es del caso en este escueto recuento, mencionar la paciencia y abnegación de nuestras esposas, que hicieron posible este género de vida, no exento de dificultades.

Entretanto en este periodo inicial iban surgiendo los primeros discípulos, principalmente de entre aquellos alumnos que llegaron de Santiago y que habían participado en el Taller que Alberto hizo antes allá, que ya mencioné.

En lo fundamental, lo que nosotros trasmitíamos y enseñábamos era el reflejo de nuestra propia aventura creativa, que se fundaba e iluminaba en dos afirmaciones: una: que el hombre por su naturaleza misma es de condición poética, lo que lo lleva incesantemente a reinventar, cada vez, la figura del mundo; y la segunda afirmación: que la obra de arquitectura se origina a partir de la observación o elogio de la realidad cotidiana, por medio del dibujo y la palabra.

Estas afirmaciones fundamentales han seguido iluminando nuestra aventura y han fructificado en el tiempo de múltiples maneras.

Para terminar quisiera recordar aquí y ahora a aquellos que formaron parte del grupo inicial y que paulatinamente nos han ido dejando:
a la Ximena – señora de Godo, en 1975; a Tuto Baeza, en 1981; a Pepe Vial en 1983; a Claudio Girola, en 1994; a Godo, hace sólo tres años.

Muchas gracias.»

 

 Salvador Zahr
Decano Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV.

   «A nombre de la escuela de arquitectura y diseño les doy a todos la más cordial bienvenida.
Este es un acto de celebración que quiso realizar la escuela con ocasión del lanzamiento en Europa y en Chile del libro titulado “Escuela de Valparaíso Ciudad Abierta” de los autores Arquitectos: Fernando Perez Oyarzun y Rodrigo Pérez de arce , publicado en base a proyecto conjunto de Editorial Tanais, McGill-Quenn’s university press, Birkhauser, Logos y Contrapunto.

Aún cuando a nuestro juicio constituye un hecho no menor la publicación simultanea en tres idiomas de la obra de la escuela ,esta celebración sin embargo va más allá del libro en sí mismo y dice en cambio relación directa con la prescencia aquí de todos Uds., y la percepción también en el aire, de aquello que convoca tal presencia, que no es ni más ni menos que la existencia misma la escuela y de algo que llamamos la obra de la escuela.

Ya en sí constituye algo especial que pueda hablarse de “la obra de una escuela” y no solo de la obra de un arquitecto o de un diseñador, que pertenezca a ella.
Creo sin embargo que esa forma de hablar en este caso, es correcta y no es un mero decir que este libro trae a presencia , en Chile y en el mundo “ una obra de Escuela.”

La escuela no es la autora de este libro, ni radica en ella la iniciativa de llevarlo a cabo. Ni su propiedad intelectual, ni económica. Es sin embargo su protagonista, en cuanto a que este libro constituye a mi juicio, la más exhaustiva recopilación de obras de la escuela que se halla publicado. Ella cubre desde los inicios , con la creación del instituto de arquitectura y la escuela, hasta las últimas obras de la Ciudad Abierta y las travesías.

La iniciativa surgió, (quizás por cuales caminos), desde amigos arquitectos y diseñadores de otros ámbitos, que vieron en esta obra, desde sus particulares puntos de vista,
un valor que merecía destacarse.
La escuela acepto, ofreció su colaboración y trató de ayudar lo mejor que pudo.

Sin embargo, La circunstancia del lanzamiento de este libro , hoy en esta casa, y por nosotros que no somos sus autores, desata a nuestro juicio una ocasión especial, que la escuela quiso acoger como celebración propia y a la que quiso conferirle un sello particular,…
Llamémosle por ahora, “el sello de la gratitud.”

Pero no es esta la simple gratitud privada, por la que cualquiera puede y debe agradecer a quien le ayuda, sino una suerte de gratitud pública, que en cambio lleva en sí algo de un volver a conocer y de un volver a enfrentar la cosa hecha, que justamente podemos llamar
“un reconocimiento.”

Este es un acto de reconocimiento de la escuela a otros, a todos “los otros” que a lo largo de 50 años colaboraron para que esta obra pudiese existir.
Eso es lo que quisiéramos celebrar en esta ocasión, no acaso abierta por un libro también escrito por otros.

Quisiera que Uds. me permitieran una breve reflexión sobre el sentido de esta idea de gratitud y reconocimiento públicos . Se trata desde luego de otros y de nosotros, donde el solo enunciado de tal dicotomía pronunciada aún con las mejores intenciones, no deja de aludir siempre a las peores reminiscencias de la tradición occidental.
Es necesario aprehender a oír la palabra “nosotros” en otro contexto,… por ejemplo aquel de reconocer siempre que en nosotros yacen otros.

Como cuando se dice nosotros los Chilenos, Nosotros los arquitectos , nosotros los Católicos, nosotros los artistas, nosotros los arquitectos de la Ciudad Abierta, siempre para distinguirnos de otros que no lo son.
¿Como entender ese nosotros, por otra parte necesario en el habla común, para que él no sea una perversión, sino por el contrario una bendición. (Un bien decir)

El reconocimiento público es dar con un nosotros que no se entienda más como aquello que excluye al otro, sino como aquello que lo incluye.

Pero siguiendo este hilo…
Y ¿ de donde no lo excluya, y donde si lo incluya?,
de donde sino de la propia obra?

Esta obra no es solo para iniciados capaces de entenderla, o para especialistas, es para todos quienes puedan ver algo en ella. Aún quienes solo puedan librar una sonrisa irónica o condescendiente.

Ese viraje es tal vez el fruto más profundo de aquello que ha traído a la escuela su larga y originaria relación con la Poesía.(siempre tergiversada o mal entendida, o atribuido a otras cosas)..
Recuerdo a Godo diciéndome: el fin último de la poesía no son los sentimientos, es la constitución de un pueblo.
Ella la Poesía junta en la lengua precisamente lo distinto. Lo que no se junta naturalmente… ,.

Tal vez sólo algunos comprenderán el sentido más profundo de lo que quiero decir, y de los énfasis que trato de poner, y el porqué trato de hacerlo.
Aún así dicha ambigüedad que le deja en lo que digo a cada uno un margen abierto, quisiera ser autentica hospitalidad, y no mera retórica.
Esa vocación de hospitalidad que es la principal dimensión, que con todos nuestros defectos y limitaciones, la escuela quisiera siempre inculcar, no está ajena a este acto.

Dejemos entonces que el sello de la gratitud pública pueda manifestarse en sus distintas
Categorías y distinciones:

En lo directamente atingente al libro:
Desde luego nuestro reconocimiento va para los editores, y en representación de ellos nombro a Raúl Rispa y Valeria Varas , sin cuya participación creo este libro no habría sido posible.

También el reconocimiento va para los autores, bajo cuya firma aparece el libro: Estimados Fernando y Rodrigo de quienes cualquier amistad o proximidad no esconde el sentido más profundo de ese nosotros no excluyente de que hablé antes.

En lo atingente en cambio a toda la trayectoria de la escuela:
Va la gratitud también a arquitectos y diseñadores ex alumnos, que reconocerán o se reconocerán en partes de esta obra que el libro recorre.

Gratitud que va también para una parte de nosotros mismos, que son los fundadores de esta escuela y muy en especial a una parte de ellos que ya no está con nosotros, pero cuya presencia ronda permanentemente el sentido más profundo de la obra que el libro presenta.
Y de quienes con mucha emoción quiero pronunciar sus nombres: Tuto, Pepe, Godo y Claudio.

Gratitud a la ciudad de Valparaíso, hoy constituida en patrimonio de la Humanidad.
La escuela siempre vió a Valparaíso como auténtico patrimonio arquitectónico. “Valparaíso es el protagonista de nuestra facultad” , rezaba el titulo de la primera retrospectiva hecha por la escuela, después de los primeros años de trabajo.
Valparaíso y su mito, acogió a esta escuela, al punto de que su propio nombre, como reza el título del libro que hoy presentamos, llegase a servir en el extranjero, para identificarla y distinguirla .

Y Finalmente ,como no decirlo, gratitud hacia esta casa universitaria hoy Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, bajo cuyo alero esta obra, sea por equivoco, sea por fortuna, sea por lucidez, encontró el aire para poder realizarse .
Quisiéramos saludar en la persona de su vice gran canciller y de su rector, a esta casa de estudios, hoy ubicada entre las más importantes del País y expresar nuestra gratitud y reconocimiento, especialmente en este año en que ella celebra sus 75 años de vida.

Todos vimos generarse en el transcurso de los año distintas dimensiones creativas , que fueron surgiendo en la vida de la escuela, y que este libro tiene la gracia de presentar :

Los años heroicos del instituto de arquitectura y la escuela,
La primera retrospectiva presentada al país después de los primeros diez años de trabajo Y la tradición constituida desde entonces de exponerse públicamente cada 10 años.
Los años de las iglesias del Sur.
El año de la primera travesía de Amereida, por allá por 1965
Los años de la reforma Universitaria.
Los años de las polémicas publicas: Avenida del mar- versus vía elevada.
Los años de la creación de la Ciudad Abierta
Los años de silencio.
La irrupción de las travesías y la música de las matemáticas
Las nuevas y antes in-imaginables proyecciones que adquiere día a día la Ciudad Abierta,

Y en el plano estricto de la praxis universitaria vimos
La irrupción con fuerza de las nuevas responsabilidades administrativas y de gestión que invadieron el sistema universitario de Chile y del mundo.
El autofinanciamiento y los fondos concursables, para investigaciones y estudios, inimaginables en los comienzos.
El surgimiento de los planos de formalización en el mundo del estudio.
Las acreditaciones nacionales e internacionales de las carreras
La emergencia de los estudios de post grado y de doctorados.»

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Arturo Chicano
Director Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV.
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«Amigos Todos
Hoy celebremos el hecho de la fundación de nuestra escuela, aquí en Valparaíso, hace ya más de 50 años. Consintamos y perseveremos en esa palabra poética que le dio lugar.

Hoy compartimos con los fundadores, nuevos arquitectos, nuevos diseñadores y nuevos poetas que recibimos la heredad de esos primeros 50 años. Quienes emprendemos el desafío de esta escuela que hoy ha de cuidar, sostener y profundizar en lo ya abierto;
pero, que por sobre todo, hemos de continuar perseverando en el curso de la aventura creativa a la que fuimos invitados.

Nuestro desafío hoy es hacer fe en esta gesta y en los cambios que trazan los rumbos de las Universidades de nuestro tiempo.
Esa gesta nos pide hoy comprender lo que implica la inscripción de nuestra obra en el mundo.

El libro que aquí se presenta da cuenta de todo esto. Nuestro lenguaje y nuestro estudio Parten a Europa para mostrar esta visión. Diferentes publicaciones, exposiciones y conferencias, alumnos en intercambio, y profesores doctorándose son un que hacer que se extiende en hospitalidad para con otros lenguajes universitarios.

Hospitalidad expresada a través del lenguaje de nuestros oficios que se funda en la Ciudad Abierta, y que nos sitúa en el centro del diálogo de las artes y la arquitectura en el mundo.

Esta labor emprendida por otros, recaer hoy en nosotros, para en adelante expresarla desde nuestra propia intimidad en futuros programas de magister y doctorados que darán curso a la fidelidad de nuestra poiesis.

Caminamos también en el curso de una gesta que nos pide sostener un tiempo de alegría, gratitud y gratuidad.
Somos una escuela que vive día a día en la alegría de celebrar. Celebramos el estudio dibujando y elogiando la realidad; Celebramos siempre partiendo.

Esta es la paz creativa en la que vivimos alumnos y profesores y que se encarna en ocasiones como la de hoy.

Sostener este tiempo es lo que nos permite el recorrer América hace ya 19 años y partir mañana en la comunión de los oficios a la Misión Religiosa que esta escuela emprende desde hace 10 años
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Se trata de sostener estas virtudes como la espiritualidad de nuestra enseñanza y formación universitaria.

Finalmente
Caminamos en el curso de una gesta que nos pide encontrarnos con un tiempo “de comunión de todos quienes conforman esta Escuela”.
Quisiéramos que este, fuese un tiempo nuevo en que al unísono, alumnos, profesores y ex – alumnos, se reconozcan como una generación única que hace escuela.

Reconocemos y abrazamos entonces todo lo que por esta comunidad se ha abierto.

Nuestro desafío hoy es dar el lugar y la formula para que este tiempo se lleve a cabo en continuidad.

Cada uno de estos caminos nos compromete con tareas, labores y obras en las que ya estamos abocados.
Para que ellas alcancen una real plenitud,
es que necesitamos de la participación de toda la comunidad que hoy es la Escuela.

Este es nuestro presente y esta la invitación.»