julio 3, 1982

Forma y Figura en la Arquitectura

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Forma y Figura en la Arquitectura

Alberto Cruz Covarrubias

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Nota:
Este escrito corresponde a una clase inaugural del año 1982, que se ha transformado según lo que va entre lo que se dice de viva voz y se dibuja sobre la marcha y un texto impreso.

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Lima. Hace unos diez años vamos a visitar la iglesia de San Francisco. Por una calle que avanza hacia su plazoleta y fachada principal. Antes de llegar a la bocacalle y entrar en la plazoleta, viendo ya la piedras de la fachada, Claudio Girola se detiene, yo con él. Temía para mí que la mirada de Claudio Girola bajaba una a una las piedras para depositarlas en un chantier de elaboración que sus ojos organizaban, y luego las volvía a colocar en la obra.

Después de unos instantes proseguimos a la plazoleta.

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Hace un año me acordé de esta visita a Lima pues en un seminario que se llevaba a cabo en la Escuela de Arquitectura acerca de un texto de Heidegger, François Fédier y Godofredo Iommi debatían la traducción al español de la palabra AN.
No hay traducción al español, explicaba Godofredo Iommi haciendo el gesto de detenerse cuando daba unos pasos para ver un cuadro que suponía que colgaba en la pared. AN dice de ser detenido por la mirada cuando se avanza para ver –y por cierto– en muchísimas situaciones análogas.

Claudio Girola, en Lima, construyó el AN de la iglesia de San Francisco.

Ahora bien:
ala del avión (viajando a Lima)
nubes
carmín, blanco, naranjo, verde, amarillo, violeta, naranja, blanco
(A)

En la persistencia de la mirada al cielo, una gran blanca continua nube, el ojo que no ha de perder nada a fin de ver un gran espacio sin bordes, se siente luego acompañado por un sol espectral. Al modo de la estrellas acompañantes, pero no arriba, sino –esta vez– allá abajo. (A)

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La nave lateral atraviesa la cuadra de puerta a puerta. La catedral engendra así la dimensión de la manzana. Y la nave lateral remide esa dimensión al incitar a espiar desde 1 toda brizna que atraviese por 2.

Este ojo de ese sol espectral y de estas briznas advierte que: los poetas y los escultores van con un demonio dentro que les regala cosas como el AN. No hay que vacilar para decir: no se puede vivir sin ellos.
Los escultores llevan la orientación a cuestas, como esos primitivos que salen cada mañana con sus pertenencias a la espalda. Es que ellos no reciben la orientación del sol ni tampoco de los accidentes de la tierra.
No digamos, entonces, que los escultores reciben el AN sino digamos que son el AN. Eso son las esculturas: las obras que cantan para sí mismas su propio AN.

Las piedras de la Iglesia de San Francisco están talladas de suerte que ellas bajo la

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luz de la gran nube sordamente roja (que retiene las lluvias?) sobre la ciudad, gradúan un prolijo ir y volver de la penumbra a la claridad y a la oscuridad.
Uno piensa que sólo una ardiente constancia alcanza tal curvo repetirse del repetirse en curvas. A caso esos maestros mayores que levantaban estas iglesias contaban con unos ayudantes que ellos mandaban pararse en lugares como aquel en que Claudio Girola se detuvo y quizá cuales noticias estos ayudantes aportarían a los talladores que continuaban allá en sus juegos de ondulaciones.
¿Acaso esos ayudantes podrían ser los demonios de los talladores?

Veámoslo:
Él y ella inmersos en ellos mismos e inmersos en el paisaje-cerros – 1
Contiguos a una carretera estrictamente normal – 2

Como barcos inmersos en una bahía sin reflejos.

Como caballos inmersos por sus grupos.

Tronco cual pájaros marinos posados en la playa para no retomar el vuelo nunca más.

O el umbral de lo inserto en el viento.

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Entonces, el ojo si reposo que alcanza a ver espectrales soles que le acompañan cual estrellas que alcanza a espiar briznas en catedrales = plazas y que siempre va viendo lo inmerso en las parejas amantes, barcos, animales, árboles al viento y a la par alcanza a oír las palabra AN alcanza a palpar que los escultores son el AN que se pregunta acerca de cómo los talladores construían su propio AN para tallar sus piedras.

¿Acaso en los arquitectos ese connatural demonio del hombre calla? ¿a fin de que?

Una pista:

Durante un tiempo me empeñaba en reconstruir los objetos desde los cuales provenía lo que el cubismo mostraba a ver.
Dibujaba su multiplicidad de similitudes breves, que recomponen la continuidad.
En que los objetos se continúan en otros objetos.

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Se tiene que a la multiplicidad de los días y del acontecer y de los parajes y del espacio, que no se detiene en su temporalidad, quisiera llamarla lo oral.
Por eso carecían de sentido mis intentos de recomponer los objetos según la limitación de sus perfiles perimetrales. Pues bien, parece que el cubismo nos da a ver los objetos en esta dimensión de lo oral.

Incluso es inútil reflexionar sobre los anillos de continuidad 1, 2… de los objetos.

¿El arquitecto vive en lo oral –entonces?
¿Desde allí ha de alcanzar el AN. En lo oral comienza así su obrar?

Continuemos

La catedral

La plaza mayor

Ciudad en Bolivia Tarija (Travesía de Amereida)

Extenderse.
No colocar –por ejemplo– la iglesia sobre la plaza y sobre la iglesia el cementerio. Sino, por el contrario, extenderse.
Extenderse bajo el cielo para habitar.
En razón última del pudor.

Así mismo

Recientemente en un almuerzo para celebrar una despedida se colocó una franja de papel de acuarela de unos 10 metros de largo por 1,5 metro de alto y se jugó a que los invitados viniesen a dibu-

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jarlo –a decir verdad– a trazar rayas, sobre uno que otro artista; mientras que Francisco Méndez intercalaba aquí y allá con papeles de volantín en colores unas suertes de contracciones cromáticas que le traían sus espinas dorsales al asiento.
Enseguida los poetas nombraron sus partes y luego nos fuimos a almorzar; pero al irnos, volví la cabeza y vi que las rayas de muchos, las líneas de pocos, las contracciones cromáticas de uno, permitían que uno pudiera vislumbrar (o si resulta excesivo imaginar) una cierta primera transparencia.
Es que ella, la transparencia, ha de ser una tendencia de las manos. Por eso va con el pudor.
Pero ir en el pudor – transparencia es ir inmerso en lo oral, que no es aun ser llevado por el demonio que detiene en el AN.

Nuevamente otra pista…

7 8 4 5 6 (ver pág. 7)
Manchas en el muro, irreconocibles si ellas están en lo curvo o en lo plano.

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Vereda

Agua emposada después de una lluvia.

Reflejos que inequívocamente se dejan ver como tales, inequívocamente –por tanto– opuestos a las manchas.

Todo ello dice de ir en la disputa de lo visible.
Pero el pudor que baja los ojos y la transparencia que ve allá a través de acá, dicen que lo visible es lo ya hecho.
Los arquitectos van en lo por construir y no en lo ya hecho.

Por eso los arquitectos han de fijar lo que ven. Dibujar. Construyendo un entramado de verdaderas magnitudes. Lo verdadero.

La profundidad, que tanto no se deja atrapar en lo verdadero de ella.

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Volviendo a aquello de que en lo oral comienza su obrar… pág. 8.
Y prosiguiendo en esto que los arquitectos van fijando lo que ven y volviendo –también– a las parejas inmersas… pág. 6.

En Santiago, Cerro Santa Lucía. Oscuridad, pues la iluminación no vence la noche en los entrepostes (a) parejas.

Sus miembros extendidos ni en el abandono ni en la elegancia.

En el metro. Trayectos cortos, asientos junto a las entradas = salidas.
Ellos se sientan como esos objetos «dejados ahí».

Fluir de estas, de otras observaciones. El fluyente total de ellas. Es oral. Es construcción de lo oral.

Manos que recuerdan esos gestos semejantes del olvido y del dolor en los rostros.

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1 Catedral de México
2 Sagrario
3 Catedral de Lima
Traen a las fachadas las naves laterales
4 San Francisco de Lima omite la nave lateral

No. San Francisco no omite nada. Omitir es –aquí– fruto de comparaciones. Nada de
comparar en esta construcción de lo oral.
Ni siquiera en esas veladas o latentes comparaciones de las evocaciones.
Evocación de lo inmerso. Valparaíso. En plena Avenida España, en plena hora del tránsito de los buses en la velocidad de tres cuadras; en la angostísima vereda ante una casa de madera vieja un viejo maestro vidriero (de aquellos viejos maestros) coloca con golpecillos de un pequeño martillo calmo, calmos golpes para colocar un meticulosamente cortado vidrio que repone a un meticulosamente cartón (satinado blanco) que los habitantes de la casa han colocado para que el ocaso sea decente.

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1
Ni menos aún la construcción de lo oral parte de un modelo –el pajarillo posado– cuya silueta venga a mostrar las siluetas de las hojas, la flor violeta, el tallo de la enredadera…

La construcción de lo oral permite oír a la poesía. Cuando ella dice de Amereida. Oírla yendo en travesía. En aquella del continente.

Antártida
Australia
Océano Pacífico
Asia
América del Norte
Océano Atlántico
América del Sur

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Acaso cuanto se ha venido esbozando acerca del mirar del ojo diga de la naturaleza, y cuanto se ha venido esbozando acerca de construir lo oral diga de la educación: y lo de oír el AN diga de la fortuna.

Recordando
» El combate…
» Los dones naturales: la naturaleza
» La ayuda del dios: da al saber nato que el riesgo no sea mero riesgo.
» Ambos no bastan: lo adquirido
» El equilibrio: naturaleza –lo adquirido– el dios en un tiempo de equilibrio
» Esto da la medida
» Así cada cual sabe de su naturaleza de mortal y lo sabe en el riesgo.
» Esto es hacer de lo que es, ser.
» Ayuda del dios benévolo.
» Naturaleza –aprendizaje– benevolencia o fortuna

El acto poético Píndaro en que la voz del poeta otorga posición al rumor – ondas del estero de Mantagua: es el AN

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1 Termina diciéndose:
oír la palabra poética es cobrar lugar
Lugar lugar… AN… fortuna
Arquitectos: construyen el lugar cual forma
Ello es la rima de la palabra y la acción
Sólo hay rima en la libertad entre la palabra y la acción.

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Desde el primer momento América, entre la perfección de las gobernaciones con sus fronteras rectilíneas, paralelas, equidistantes, siguiendo como debía ser la graduación de los climas; y la exactitud de la repartición de las aguas de la secuencia de las más altas cumbres que trazan otras fronteras.
Travesía en la disputa de la perfección y la exactitud. Así en la perfección de una proyección de un brazo de la Cruz del Sur.
O, en la exactitud de ir en la equidistancia entre los océanos Pacíficos y Atlántico.

Antártida
Exactitud
Perfección
Un juego de lo perfecto y lo exacto.
Se trata que con los propios cuerpos de dos grupos de personas, que yacen al azar, se tracen figuras cerradas regulares, en tiempo de competencia.

Para juzgar la perfección de las figuras hay que colocarse en una altura; desde ella se mide la precisión del tiempo vencedor, su exactitud.

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Luego, ponerse de espaldas, en parejas, dibujarse mutuamente, con una sola mirada; luego ponerse de frente y dibujarse contando ya con todas las posibilidades. En el primer caso se trata de aprehender y fijar lo íntegro; en el segundo, lo completo.

Estos juegos nos hablan en el lenguaje de lo oral. Así, el propio juego, dice de jugarlo otra vez a unas tales distancias en que lo íntegro y lo completo ya no se distingan, ya no entran en disputa.

Antártida
Santa Cruz de la Sierra
Lo completo
Lo íntegro llega hasta Santa Cruz de la Sierra

Travesía en la disputa de la perfección y la exactitud elevada (a²) a aquello de lo íntegro y lo completo.

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La conquista y la colonia en América en que las ciudades, ciudades de lo vacío (todas ellas en razón de un idéntico designio) debían maravillar a los naturales (los indios) a fin que ellos respetasen al español y desearan su amistad. Unidad del imperio. El natural inmerso en la ciudad maravillado en razón y virtud de quedar inmerso. En cuanto al español, él no, así, maravillado.

Travesía en la disputa de lo inmerso y lo no inmerso. O distanciado. Dicho distanciamiento: lo templado.
Disputa inmerso = templado dice de elevar al cubo (a³) la travesía.

Antártida

En la travesía disputa de ir o no a Buenos Aires en la invitación de sus caminos
Valparaíso
Lima
Ciudad México

Juego: la travesía en su cúbica disputa se llega a una obra nuestra para reverla; que es volver a penetrar en ella; pues quedar inmerso o ir en lo templado dice del acto de penetrar, de la penetración.

Vale decir en el cubo: a³ de la travesía lo inmerso mismo (pág. 6, 11…) entra en disputa. Tal cosa significa oír a la poesía.

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Mar
Puerto Valparaíso
Cerro
En lo alto

1 El taxi que avanza vuelto lentísimo por la distancia hacia abajo; leva que calculemos mal su derecha e izquierda, pues una ordenación de convergencia se nos impone, a nuestra distracción que repara allá lejos en la diafanidad de las mañanas portuarias otoñales.

Taxi: mirar una acción construida (el invento del automóvil y su manejo)

Juego: dibujar en el campo de la derecha 1 y luego de la izquierda 2, trazados en el suelo.
En 1 dibujar con la mano derecha lo que se ve a la derecha A; en 2 con la izquierda lo que se ve a la izquierda B.

Arriba
Atrás
Izquierda
Abajo
Adelante
Derecha

Dibujando

Derecha
Izquierda
Adelante
Abajo
Arriba
Atrás

El cuerpo en este juego viene a entregar dos regímenes –se diría:
I adelante – abajo – derecha izquierda
II arriba- atrás

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El cuerpo va en la extensión construyendo la relación de horizonte. Así va en la disputa de ser en un doble o único régimen. Esta reacción de horizonte establece su potencia mediante ejes. Los ejes son prolongaciones virtuales de nuestro cuerpo, que se extienden homogénea, inalterablemente.

Eje
a b
a igual a b

La travesía en sí misma, por sí misma ha de improvisar su duración. Como aquello que es en curso. El curso de un río que nace cual un hilo de agua y termina en un ancho estuario o delta. Curso de río que nace de las aguas cayendo en lluvias o nevazón = anterior curso ilimitado.

Curso
a b
a distinto a b
antecede a a

La travesía va en lo oral al ser fijada en dibujos con sus textos: mano masculina; mano femenina ¿Principio masculino; principio femenino?
Femenino: reparar en lo gratuito, que es ciertamente lo ajeno el ordenamiento de lo necesario.
Masculino: no reparar en lo gratuito, por tener a lo ajeno como algo connatural al ordenamiento de lo necesario. No reparar, darlo por obvio.

c d
c distinto a d
e f g
múltiple traza
h h
con nudos
j k
en medios distintos

campos de disputa de ambos «principios».

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Se tiene –entonces– esta travesía de:

Inmerso templado
Exactitud perfección
Integro completo
Masculino femenino
Duración improvisado
Izquierda derecha

Que habla a ese ojo: pág. 7.

¿Acaso en los arquitectos ese connatural demonio del hombre calla?
A fin de que…

Oigamos Amereida.
El gaucho va por el desierto de la Pampa Argentina cae la noche, él viene sabiendo su norte no ha de perderlo pues si no está perdido ha de acostarse a dormir lo hace pero toma una postura tal que cuando despierta yace en la misma orientación que cuando se durmió y así sabe de inmediato sin vacilación donde está el norte puede entonces continuar puede alcanzar a llegar hasta el fin del viaje y este hombre alcanza a su vez a recibir un adjetivo se le llama el gaucho matrero…

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…ella es una palabra que ya no alude a la partida sino a la llegada por eso es posible que esta voz existiera ya pero originada e incluida en el ámbito propio del partir ahora ella pasa a constituirse en el ámbito del arribo y en él cobra un nuevo aire una nueva existencia.

Eje curso y demás modos de la travesía en un solo punto: el gaucho matrero dormido.
Ello habla de las distancias. De los tamaños.
Breve.
Las formas en libertad de los movimientos del comienzo del siglo, la poesía las abre en los tamaños en libertad. A fin de ubicarse. Ubicarse en nuestra condición de latinos. Amereida.

Pues no se nace
se principia latino

Juego para caer en la cuenta
mar

Trazar en el suelo. Tamaños, en el tamaño del borde costero ante el tamaño del horizonte, y el tamaño del grupo trazador.
Se juega esta vez no en aquellas dualidades: perfecto = exacto, integro = completo, inmerso = templado, derecha = izquierda…
Por tanto la realización del juego mismo no cuela –a decir verdad; sin embargo, algo se cuela: la densidad.

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La densidad, por cierto, es una razón: densidad = extensión / actos constructivos.

De donde los diferentes tamaños se relacionan entre sí por la densidad.

Tamaño: Océano Pacífico – mar interior (ver pág.)
Tamaño: Ciudad
Tamaño: Obra individual
Tamaño: Talla de las piedras, San Francisco, Lima (ver pág. 3,5,6)

Por eso se puede dibujar así:

Amereida
Ciudad
Obra
Detalle

O dibujar en círculos

Pues los tamaños son irreductibles entre sí.
Esto es lo que se desprende de lo que señala la poesía.

No cabe, entonces, operaciones de reducción como aquellas que invita a realizar el orden urbano de lo españoles en América.

Frontalidad de la casa de las haciendas o estancias

Ciudad
Manzana
Solar
Plaza
Cuadra

El tránsito de I > II
II > I

Bien se comprende –entonces– que los maestros talladores de San Francisco no se constituían por los tamaños irreductibles.

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Quisiéramos entenderlo así: oyendo hablar de estos tamaños, parece que la voz poética dice que ha de serlo con otra palabra.

Se trata del AN (ver pág. 4, 5…)

¿Pero cuál es el entendido, el supuesto desde el cual y con el cual se encuentra uno con el AN?

Es aquel de que vayan en su condición –digamos– de pueblo, horda, grey. Es decir, muchos, algunos reunidos al oír la palabra poética.
Voz poética que habla:

Amereida
Ciudad Abierta de Amereida
Obra de la Ciudad Abierta
Momento de fundación de la obra
Instante cero
Obrar arquitectónico

Sin embargo, este esquema no da cuenta de la relación.

a b c d
rayo cero

Este ya no es un esquema llamémosla una figura: una figura de ese pueblo de arquitectos.

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Para jugar aquel juego de la perfección y de la exactitud y esos otros, como para intentar jugar el juego de los tamaños, como para llevar concretamente a cabo una travesía por el continente, por cierto se requiere del cuerpo.
Arquitectos con cuerpos. Superfluo de señalarlo. Sin embargo, se hace necesario. Sin cuerpo, a decir verdad, no se oye a la poesía en su preguntarse con Rimbaud como la acción rima a la palabra.

La nieve densifica el aire hasta tornarlo burbujas y el último final ya no se cierra. a

Vamos a buscar ayuda para sacar la camioneta atascada.

Amereida

La nieve,
Vamos con el cuerpo mismo en disputa. No inmersos bajo; que enteramente es como ese final a y con el toda esta tierra.
Poetas, pintores, escultores, filósofos, diseñadores industriales, arquitectos, europeos y americanos, van…

pg. 26

3
2 termina diciéndose:
La travesía es alba inaugural de la fidelidad a la palabra poética. Pues ella es alba de los órganos que precisa crear la fidelidad para ser tal. Son los órganos de fidelidad mediante los cuales un poblado se torna ciudad.
Y todo ello sin generalizar. En razón y virtud del cuerpo.
Fidelidad que no generaliza: posibilidad de rimar posibilidad de obra.

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Bien. La figura dice de la ubicación. De nuestra ubicación en América (por uno de sus extremos) a la par que la ubicación en un momento fundador (por el otro extremo). Ello lleva al acto de ubicarse y construir a la faena del ubicarse; a la faena del construir. A la energía que ambas reclaman. La energía del ubicarse. Es la que confiere su primer rostro a aquello de que se principia latino (pág. 22).

Ubicarse para principiar. O mejor, principiar –en la extensión– es ubicarse.

De donde las figuras son un modo de obrar en la arquitectura. Habría que decir que es el modo de ese pueblo o grey en cuanto tal. Es que él piensa en la extensión. En la carne de la extensión.

Por eso, observación y figura hacen una misma cosa así:

Manzana agrandada al ubicarse en la costa cercana a su acantilado

entrada a un solar interior A B

entrada muros calle A

A árboles pequeños a un costado

dos árboles de distintos paisajes con diferentes regímenes de viento –se diría

Árboles en una sola línea guiada por el muro A, o en libertad B, dicen del poder de ordenar, sea voluntario y siguiendo lo convenido, A, sea dejando crecer B, en esta manzana del Valparaíso restos del antiguo orden español.
Siempre se observa el poder, se traza su figura.

En la figura de la página anterior, ese rayo cero, es el rayo del poder.

Pueblo – grey reunido en el rayo cero del poder –entonces.

Rayo cero

pg. 28

Rayo cero del poder

Se trata de todo poder. De ahí, el no-poder acerca del AN.
Hasta el poder de dominio, de regulación efectiva de la naturaleza, que el siglo XX ha entregado a la avidez –generosidad de la tecnología científica ejercitada por la ingeniería.
La forma nace de esta comprensión de la figura del pueblo de arquitectos. El poder que conforme a la forma, adviene cada vez con ella misma.

El poder, por cierto, es poder de finiquitar. De determinar cuando una forma ya es. Aún en la disputa de lo que es propiamente darle finiquito al cuerpo edificado de una obra de arquitectura.
Aún en los ofrecimientos de los finiquitos en libertad del siglo XX.
Pero la poesía no pide ni otorga cumplimientos del decir de su voz.
El finiquito no es, por tanto, ese cumplimiento.
Esto nos lo advierte el rayo cero del poder y al advertirnos esto, la figura tiende a desvanecerse. Ella no recoge, a pesar del punto = rayo cero, eso que la poesía – al decir de ella misma –puramente indica lo que ilumina. Al mismo tiempo esto que se dice y dibuja viene a esbozar la relación entre figura y forma.

poesía
rayo cero
arquitectura

Por eso hay que mirarlo todo más incesantemente desde Amereida; desde aquello

«¿qué quiere decir stiften…»

En el viaje de Amereida, en 1965: Río Gallegos, Palermo Aique: pasa que

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vienen a caballo, descabalgan, avanzan en fila hasta la casa con cocina de fogón siempre prendido donde poner a cocer las carnes Hospitalidad. En esta ubicación en el límite de la planicie con los cerros. Aquellos desde los cuales, antaño, los jefes indios tenían por propio cuanto les alcanzaba la vista.

la distancia de la transparencia y el pudor (ver pág. 9).

el aique: lo opuesto a la Acrópolis = Lo inmerso (ver pág. 8).

es lo real (ver pág. 8).

En la travesía en que la poesía ya ha dicho

» la amistad de la pampa es el encuentro
» la gracia: el saludo
donde
» el horizonte guarda tu muerte
» como tumba

y luego «vamos a fundar una ciudad»

La fundamos más al norte en un clima ya templado, en Santa Rosa, con el nombre de San Cristóbal. Es un canto al ubicarse del ayque americano en la disputa del construir el Acrópolis (ver: ubicarse, pág. 27).

pg. 30

Por cierto, cuando el jefe indio miraba lo que le era propio vería algunas partes en contraluz y en otras el ojo se retiraría para dar paso al sordo olor de la tierra (b)…
Así, en el acto de ubicarse mismo, algo queda de tal modo a/b. Modo al que llamamos –sin más– símbolo, simbólico.
Por cuanto no tiende a indagar de suyo, su propia construcción.
Todo acto de ubicarse y construir es, así, en disputa con sus internos símbolos.
Cuanto ellos actúan en el reino de la extensión. De suerte que uno puede pensar que la extensión se extiende a fin que los símbolos alcancen a preguntarse por su propia construcción.

La travesía de la Pampa se encarga a cada paso de advertirnos de todo esto.
Travesía = Espacio = Ubicación y construcción de la extensión.

Hesíodo: ni la verdad ni la mentira; más allá de ello.
Las observaciones nuestras: en la verdad (ver página 10)
Ir en la verdad: ir en los sobresaltos de ella; para un hombre de observaciones.
Ir más allá de la verdad y la mentira y en el salto.
El salto es por encima del sobre – salto.
Son las cosas de lo más allá de la verdad y la mentira.
En cuanto a las cosas y a la observación y verdad. Sobresalto = cuando la disputa con los símbolos del acto de ubicarse – construir se verifica en lo visible, y lo visible se verifica en lo iluminado.
Porque lo iluminado es en la libertad de abstracción y con las determinaciones constructivas, así mismo, en libertad. ¿Modo de palpar lo desconocido?

pg. 31

Continuando:
El tamaño del continente irrumpe. Es que la poesía irrumpe. Su irrupción en los días. La irrupción de Amereida en los tamaños, esta vez.
Aquel jefe indio de la colina junto al dique veía sólo que lo miraba. Ver más de lo que se mira. Mirar no desde el hayque, sino mirar al Acrópolis. Pero no el Acrópolis lleno, compacto –se diría– de una polis. Sino uno extendido, expandido, enrarecido del continente.

Cabo de Hornos
Sin revés ni derecho
Australia
Lo enfrente
Asia
Alaska
Mar interior
Pacífico

El Acrópolis con su terreno es una extensión destinada, dedicada nada más que a los templos. Dedicación a nada más que… y para siempre en razón y virtud de la fama –imagen– (los vivos ante los muertos). El hayque no es algo así dedicado. Sino es algo oportuno para la ovejería, el pastoreo. Aún para la hospitalidad que permite el pastoreo.

Tenemos consagrado desde el Cabo de Hornos a Alaska dice de la magnitud del continente.
Es la antigua accesión de los españoles, que como se dice en Amereida «ve – a – pesar – suyo» el tamaño del continente como un elemento de orientación.

Cabo de Hornos
Alaska

pg. 32

Cabo de Hornos
Australia
Asia
Alaska

Que entrega lo que se encuentra enfrente: otro elemento de orientación.
Que verifica (ver pág. 30) ese acto muestra de quedar, de ir entre el mar interior americano y el mar Pacífico: sin «revés ni derecho»
Tal propio Norte, entonces.

Las formas en libertad del siglo XX en dicha orientación. Que es –a su vez– la orientación de lo templado (de lo queda distanciado de su propio clima; ver pág. 18)
Por eso el ojo tiembla, aquel del arquitecto, ante todo AN.

sin revés ni derecho
mar Pacífico
mar interior americano

mar: la disputa de lo aún no conocido y lo de suyo desconocido.

Valparaíso
paralelepípedo en lata negro – bermellón igualmente válido «a pesar suyo» en A y B.

no. De noche

pg. 33

Temblar ante todo AN, cual si toda obra por mano de naturaleza o del hombre a pesar suyo o no, abrirse el AN.
Lo «a pesar suyo» = lo oral (ver pág. 8).
Entonces en la travesía de Amereida los poetas se detienen en la Pampa.

agua emposada

Comparece, cuando los arquitectos avanzar ciertos pasos construyendo un tamaño, la forma. Dicho reino.
La figura, su reino, es todo aquello que no es reino de la forma. Pero ella sabe ganar la libertad interna que requiere la forma. La cual juega sólo en la libertad interna ganada.

Pueblo – horda – grey (ver pág. 24) lo es en la figura que gana la libertad interna.
Que gana la libertad interna –esta vez– de los tamaños, del tamaño que alcanza al continente cual voz de lo desconocido.
Entonces, del tamaño del continente en la disputa del salto y de los sobresaltos (ver pág. 30). Hasta la obra, en la ciudad, con sus pormenores; de nuevo otra disputa: la talla de los canteros, pág. 6, el detalle el pormenor.

Amereida

ciudad
obra

pg. 34

4
3 termina diciéndose:

En la travesía detenidos, pisando las sedimentaciones de la pampa.
No a las sedimentaciones de tamaños –continente ciudades obras pormenores– sedimentación, generalización, inventarios. Lo único.

Sino lo múltiple que disputa con los propios símbolos.

pg. 35

El acto de ganar la libertad de la forma es el acto de la relación poesía y arquitectura.
Poeta y pueblo de arquitectos.
En que la voz poética ora, o mejor, a la par, habla registrando – entonces se la oye cual figuras. Y habla ensimismada, (al decir de la propia poesía que nos advierte que la oímos cual «hechos silenciosos»).
Tales experiencias de la figura y los hechos silenciosos, que hacen palpar en la distancia lo desconocido, le son otorgados a un no-demonio; siempre que no se afane en aquello que un hombre busca en su = ser = incolumine: los umbrales o, pasión de lo unívoco.

ventana vidrio
gota
transparente
reflejo
aire
ventana perfiles del batiente

gota en la ventana del baño (con la ducha) pseudo umbral que nos siempre tienta

real umbral a conquistar

La disputa de la conquista de reales umbrales. Umbrales desde y hasta donde rige una propia ley de  con «cada vez».
Pero se dice de ir más allá de los umbrales, de ir más allá de la pasión de lo unívoco.
A dicho más allá queremos llamarlo lo aproximado.
Pues es –a decir verdad– modo de aproximarse.
Aún de aproximarse a los números.
Pág. 14 «esto es hacer de lo que es, ser» aproximarse a sí mismo.

pg. 36.

De donde el arquitecto va con una cabeza y un corazón en

lo reglado
«el» cada vez con umbrales
cada vez sin umbrales

dimensión
digamos de «eros»
de cada cual del pueblo de arquitecto o de los que tienen el alma de dicha horda

«Estudio acerca de la observación en la arquitectura» (pág. 16).

de la coexistencia

su obra de arquitectura dice de la coexistencia de sus partes
dicho tiempo.

*
pág. 19

Me atrevo a decir: quedamos ante un cuadro; giramos alrededor de una escultura.
El cuadro significa la más grande inmediatez entre sus partes; la escultura representa lo más distanciado en la coexistencia de sus partes, de sus costados.
Son coexistencias netas.

pg. 37

pág. 19*

Ante la pintura y la escultura la coexistencia del dentro y el ante (la arquitectura) viene a ser equívoca, pero no por ello no plenamente firme.

Y en pág. 12*

Ahora bien, en las noche, en su oscuridad estamos dentro de ella. Y en el día –a la par– dentro y ante. Dentro de la multiplicidad. Y ante lo múltiple.

Ahora bien, en este acto poético se queda al máximo, por decirlo a así, en el dentro y al mínimo. También por decirlo así, del ante. Sostenido al máximo –entonces– en las palabras mismas del acto «Dentro» del ámbito de ella o de su aureola si se quisiere.

Es la disputa del ante y del dentro. Que es la disputa, bien se comprende, de lo que hemos llamado lo templado.
Que es la disputa, bien así mismo se comprende del eros de lo oral.

Este acto es lo contrario al espectáculo. En él, el ante siempre avanza. La escena es el canto del ante.

pg. 38

De la página anterior

Travesía hacia una obra, una obra nacida de una palabra poética. Nacida de un AN.
La palabra de:
Perfección e indeterminación
Acaso la palabra, esta vez, rime con la acción. Pues, la perfección es la perfección de la palabra, y la indeterminado de ese «dentro» que en este acto entra en disputa, como se dijo.
Acto en una obra A
¿de arquitectura?
Sí. Eso creo. Pues da cabida a tales cosas de la poesía.

Acto en la obra
Acto Inicial

La transparencia
Aquella que va con el pudor (ver pág. 9)
Aquellos en que el pudor es transparencia escriben sus palabras en este acto, en la fianza que la obra misma otorga a la escritura ese horizonte interno que requiere una caligrafía.
Caligrafía o = escritura propia a un acto.
Cabida – entonces- a los no = demonios
Cabida que no es el ejercicio de poder alguno
Obra de arquitectura

pg. 39

Ahora bien, cual es la libertad del «eros»? cual es la dimensión de libertad de la magnitud «eros»?

Veamos
En una comida después de un concierto de piano de músicos modernos y seis jóvenes compositores chilenos: una suerte de pequeña improvisación.
Se come en platillos de cartón forrados en que el forro se retira al final.
Y aparece un dibujo igualmente válido para las ocho variantes primordiales del equilibrio de ortogonalidad.
Lo cual significa un invariante = homenaje a la música.
Se dibuja en dos- digamos- notaciones.
Una: plantilla única – rojo lanzado con sprite o Otra: tinta china negra a pincel cada vez en su variación.

Y se ha partido de:
a b b

Entre a – y – b : el equilibrio miserias de las figuras.
Esto es lo que hay que decirse; pues la libertad del «eros» es lo que se da cuenta y a la par da cuenta.

Por eso, aquellas escalas en Valparaíso por entre = casas que se proponen intrañablemente ganar la altura, como si se guiasen por una orientación fija, y que establecen asi un tamaño a pesar suyo, no basta.
El «eros» no es a pesar suyo.
(Aún cuando se da cuenta de propios* –a pesar suyo)

* huecos
límites
«simbolismos»
«umbrales»

pg. 40

Exposición: 30 años

Lo reglado: modo de sujetar las láminas
Con umbrales: las veinte obras edificadas que las láminas exponen
Sin umbrales: que las obras como tales yacen íntegramente en las láminas

Y un foro que termina en una suerte de ágora.
Lenguaje de SI y NO
Sí, con Rimbaud, la palabra no rima a la acción… Acaso un peuple de colombes…
No a Rimbaud… Vivimos en una tal rima –dicen ellos.

Con Rimbaud. Pero no a pesar suyo. Posiblemente uno individualmente puede ir así; pero el pueblo u horda no va a pesar suyo.

pg. 41

5
termina diciéndose:
Se oye a la poesía no en un lenguaje de los SI y los NO de una ciudad que no quisiera decirse NO, sino en un lenguaje de polis, más allá del negro = blanco.

pg.42

La belle dame sans merci, esta vez, el nombre de una revista de poesía de Godofredo Iommi Amunátegui y Mauricio Schivetti, es sin más, una señora que vive en unas habitaciones de las cuales nunca sale, en una manzana de los antiguos planos del viejo París.

Estas habitaciones no conforman un torreón, ni el cuadrante de un ciclo que llevaba a habitar rotando al año conforme a las estaciones. Ni tampoco está precisamente al fondo de… como un ábside.

Sólo largas puertas a fin de alargar los recorridos. A. El resto de la manzana hace de palacio. Y este «divertimento» se dice a sí mismo:
No a las generalizaciones
No a las cosmogonías

el tesoro
lo completo

puertas cual si la servidumbre fuese «puertas afuera».

5 cuerpos

«Divertimento» de estas largas puertas en que lo largo es en la verdadera magnitud de las salutaciones en los templos. Ver lo verdadero (pág. )

  • Tipo de Referencia: Cuadernillo
  • Título: Forma y Figura en la Arquitectura
  • Autor: Alberto Cruz C.
  • Edición: Instituto de Arte UCV
  • Páginas: 42
  • Ciudad: Viña del Mar
  • Año: 1982
  • Nota de la Edición: Clase del Acto de Iniciación del Año Académico de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo UCV.
  • Nota con§tel: Se ha mantenido la separación de páginas del original, refiérase al pdf para ver manuscritos dibujados para cada una de ellas.
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