julio 20, 1982

Estudio acerca de la Observación en Arquitectura

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p. 00

Estudio Acerca de la Observación en Arquitectura

página
(observación) 1
(observación) 1
2 texto
3 colofón

Las páginas de este estudio constan de:

  1. Varias observaciones (dibujos y textos de suyo independientes)
  2. Texto (continuo; va de la primera a la última página)
  3. Colofón. Normalmente el colofón es una nota última que consigna diversos datos técnicos acerca de la impresión.
    Aquí va en ciertas páginas.
    En dichos colofones me pregunto acerca de lo que estoy diciendo.

Alberto Cruz Covarrubias

p. 01

kiosco terminal de una línea de bases de inmediato lo completo.
Así el chofer sentado en descanso1, el que toma desayuno2, el que vende lápices3, el muchacho4 que oye para incorporarse
desayuno,a mínimo, viene acaso de tomar la sopa, casi des-especializado (como un animal).

Solo el joven –14 años– en su postura de escucha, acaso con los ojos. El que descansa,a no muy expandido.

3.    donde se descansa
a.    la atención oficial,
1.    una bodeguilla. Lo completo hasta este cuarto= cubo –sin ventanas– completo en si.
4.    franja ancha de doble color pertenece : a la plástica de logotipos bancarios.

cáliz recubierto al comienzo al comienzo y fin de la misa.

  1. un plano: probablemente un paño doblado de género almidonado
  2. dos planos de la caída: ya un tanto blandos
  3. el mantel sobre la cubierta del altar
  4. bordados calados del mantel
  5. el cáliz mismo que aumenta sus brillos. Lo completo

la garita debo buses sigue completándose

Texto
Se trata que este escrito corresponde a unas clases de iniciación del año pasado, dadas junto con poetas, escultores, pintores bajo el título «Hay que ser Absolutamente Moderno –Rimbaud».
Dichas clases partían de la presente observación acerca de lo completo.
Sin embargo no reproduciremos aquí lo dicho esa vez.

p. 02

Nos detenemos. Recogemos piedras para configurar una estela: la mayor altura posible en el menor tiempo posible. El poeta dice en alta voz a Nerval «El Desdichado».

cielo
nieve en la colina
nieve horizontal
estela
camino

La cortante definición del cuerpo del poeta en la nieve y el cielo que desaparecen su blanco igual que el frío, igual que toda la naturaleza indiferente u hostil.

Y el blanco se amarillea como el hábito de un mercedario.

El poema en lo alto del acantilado del mar abierto. La voz sonando del poeta, sobre sus piernas.

Mientras el escultor en un pequeño resalte del acantilado; sus dedos en una plancha metálica con una escisión central –abertura que es máximo de penetración– procede a volverla tridimensional.

Texto
Para llegar, allegarse a lo moderno, los arquitectos han de vivir en la actualidad. La de hoy… «Un golpe de Dados» de Mallarmé dicho (por primera vez) por un coro, uno femenino. La Primera Soledad de Góngora; unos dibujos que me toca hacer de unos versos suyos. Por eso esas clases iniciales del año pasado, ahora se transforman.

Texto
La palabra poética es en sí misma. Los poetas van céntricamente. Oirlos es crear uno lo excéntrico.
La arquitectura es arte de lo excéntrico
Tal es la experiencia que me ha tocado y me toca padecer.

Colofón
Este estudio es parte de la bitácora de una experiencia de permanecer junto a un poeta –que pasa.
No soy libre de hacer otra cosa libremente. (Una bitácora –a la vez afirma firmemente y no se propone como modelo alguno).

p. 03

rostros vendados en un acto que oye a un poeta

los cuerpos sentados en el pavimento o en un cuclillas

luces en diagonal mayores a medida que persisten; comienzan a ver los ojos vendados

luces discontinuas agrandándose hacia las esquinas; siguen los ojos vendados en un campo que se asemeja a una hoja en blanco

negro sin luz, pero con otra luz central semejante a esos naranjas más allá de su saturación de los sueños en colores; continúan los ojos

negro que se empeña en constituir más allá de la luz una construcción de su homogeneidad

vuelta de la luz lateralmente

no guiándose: una mano

guiándose: dos manos

Texto
Cuando nuestro propio cuerpo en la oscuridad, entre dormido y despierto, por un grueso ronquido –de esos que se nos escapan desde recién nacidos– oímos el canto de un gallo que nos hace oír otro y luego muchos otros cada vez mas tenues hasta conformar una suerte de compacto fondo de ya inaudibles cantos de gallos, el espacio es sólo postura.
Extensión sin tamaños aún.

(arriba) para oír la poesía construimos una postura
(al lado) nos dejamos construir por la siesta una postura A/B/C/D/E

La luz en la ventana al mediodía –hora de la siesta en un día invernal.
La persistencia de la penetración de la intensidad luminosa en los párpados cerrados
la secuencia A/B/C/D/E

p. 04

La noche de una nube negra de lluvia que se antepone a la última luminosidad de un cielo de arreboles que se extienden por los extremos, mientras el viento hacia el occidente u ocaso hace todo girones y se lleva los restos al horizonte.

Texto
Entonces, una vez más, nos encontramos con esas leves sonrisas de algunos habitantes de este Valparaíso que allá en los miradores permanecen ante el atardecer y cuando la nube (la de arriba) desaparece ellos presienten por unos instantes que el alma del paisaje o el alma de la naturaleza coincide con las suyas. Por ello, las sonrisas.
El espacio es ahora estados de ánimo.
Hay tamaños.
Pero ellos son variables.

Así como en otro tiempo un gótico comparecía retratado –su persona– ante un retablo con su santo patrono, ahora el paso de –1– que comparece, acaso en esta anónima lejanía él evoque su máxima capacidad de su ser dispersante.

Uno comprende –a partir de un estado de ánimo, que un doble horizonte anterior, uno bajo y otro sobre nosotros, configura el horizonte.  Y que el horizonte bajo es aquel de las nubes de las cosas: y el alto, aquel de la tempestad, de los sentidos más que de las cosas. Los tamaños varían, entonces, conforme a la acción-de-imán de estos horizontes anteriores.

Por eso en ciertos estados de ánimo, vemos como en el caso –1– la silueta de una persona-cosa –que se dispersa en su sentido, al modo de ese sentido de la tempestad antedicho.
Es que esos horizontes anteriores son, así mismos, variables.

Colofón
Es necesario traer las observaciones, a fin de ir palpando como ellas nos dejan libres en encanto a obrar en su contra o a favor, aún en plena excentricidad de oír la palabra poética.

p. 05

En la duna 2 personas remontan su distancia como ella se mantiene.

Muro blanco que es amarillo desteñido (un extraño y la vez familiar, diriase, palimpsesto).

El hombre que recoge tal cosa si ve desde el tren que pasa en su velocidad. Aún ve los repollos con sus bordes bordados, carnosos botones de flores grandes. Y la propia sombra del hombre que él lanzaba sobre sí mismo por cuenta propia.

Texto
Estamos muy atentos a una explicación que alguien escribe en un pizarrón pero hemos quedado ubicados muy de costado y vemos conforme a un violento escorzo. Sin embargo leemos las letras cual si las viésemos redondeadas y así mismo sus ínter espacios no disminuidos.

Los tamaños son indeformables.

Igual que para los automovilistas buscando los huecos donde estacionarse. Asunto, por demás antiguo. Shakespeare llama «distancia sangrienta» aquella que calculaban entre sí los duelistas a espada (Hamlet).

(arriba) entre ambos en la duna y (abajo) entre nuestro ojo y aquel hombre, una suerte, otra  suerte de distancia sangrienta.

Colofón
Acaso la distancia sangrienta sea un abuso de lo excéntrico. Pero la traigo (ver colofón anterior pág. 2)

p. 06

Texto
Vamos a la orilla del mar; una estrella baja; absolutamente aburridos. Uno comienza a hablar de esto y de aquello y que las estrellas tienen cinco puntas para campear en los escudos junto a animales, penachos, guirnaldas o en las proas de los botes, las chimeneas de los barcos.
Es lo combinatorio.
La combinación de la mujer y el pez: la sirena.
Lo combinatorio suspende –para combinar– los tamaños. Tamaños suspendidos de las flores separadas de sus plantas para ser intermediarias entre el paisaje; la ciudad, la casa y nuestro cuerpo; entre nosotros –digamos– y el mundo.

Combinatorio e intermediario: suspensión de los tamaños.

Colofón
Como cada observación es independiente, los puntos de este estudio avanzan según ellas.

Un hombre con una bolsa de desperdicios tambaleantemente equilibrado lanza un escupitajo que deja en la vereda un vómito = estrella de un líquido desnutrido casi agua ya.

flor de los distantes extremos de extendida carne roja de un carmín femenino, que sabe no ceder no cejar de extremo a extremo.

México
Cuernavaca
Jardines
flores
no cuidadas en cantidad
se diría que una a una.

El borde de los pétalos pequeños cual si fueran en terciopelo rojo por su degradación o mejor gradación tan rapidísima de la luz.

Flores en rojo y verde afinan dicha pareja de colores al presentarse como pétalos = hojas superpuestas.

el cielo azul

Todas ellas, las flores, en primavera, bien nos hacen ver que ellas son intermediarias entre nosotros y el cielo azul. ¿Lo intermediario –entonces– en razón y virtud de lo combinatorio? O al revés ¿Lo combinatorio nace y se alza desde lo intermediario?

De todos modos son asuntos o afanes de la construcción de los tamaños, que eso es (también) la suspensión.

p. 07

espejo para el chofer en el bus A

A/B
Lo que exponen los espejos avanza sobre lo que muestra la concreta realidad circundante. Pues los espejos vuelven más tensos, más rígidos, más ennegrecidos los bordes. Las aristas; realidad concreta circundante de aristas suavizadas. Acaso por el vaho de la ciudad, aire viciado. Cual si los espejos purificaran del vaho; como si ellos detentaran tal capacidad.

Tal como el espejo de un bus A vuelve posible un espacio que disminuye, se diría, geométricamente e invistiendo la derecha-izquierda.

Y como estamos en el reino de lo posible quizás éste u otro caso venga a posibilitar la posibilidad de un anti-tamaño…

Y así nos marchamos de los tamaños: su límite.

Texto
Al igual que cuando para atender mejor tomamos un lápiz y nos ponemos a rayar mientras dure lo que se nos dice; o en otras ocasiones jugamos con un compás, así vamos con lo posible.

Con la posibilidad de ejercitar las posibilidades.

Entonces hay que construir los tamaños aún lo que ellos puedan posiblemente ser.

p. 08

pescadores colocándose perpendiculares al mar. (Sacar pescados no es una labor a lo largo de la orilla). Playa seccionada por las invisibles lienzas de plástico suyas AA.

olas

espuma del borde del agua

huellas en la arena ya semi-seca

el oído hiendo paralelo al mar
oído exclusivo para oír el ruido de las olas.

los pescadores agazapados en un interior, este de la playa.

Texto
Volviendo a las cinco páginas anteriores, mis textos dicen

en la primera: aún no se dan los tamaños
en la segunda: los tamaños son variables
en la tercera: los tamaños son indeformables
en la cuarta: los tamaños están suspendidos
en la quinta: los tamaños son posibilidades de tamaños

Ahora bien el acto de habitar es según estos cinco modos de los tamaños.
Habitamos conforme estos cinco simultáneos modos.
Podemos decir, que ellos constituyen el espacio.
Lo importante es que estos modos de los tamaños son irreductibles entre sí.
Por tanto el espacio vendría a designar al conjunto de estos cinco irreductibles.
Lo que a su vez significa que la palabra espacio designaría tanto al conjunto como a cada uno de sus irreductibles.
Algo –por cierto– imposible.

Pero; recordando a Vico (Principi di una Scienza Nuova d’Intorno alla Comune Nature delle Nazione) (699) bien parece que la palabra «ora» (y otras cuatro más) poseen la virtud de referirse con igual fuerza a casos como el nuestro. Tomemos entonces dicha palabra. Según el diccionario significa: borde, contorno, límite, costa, rivera. Tomemos la palabra borde. Que a la par designa la playa (de arriba).

Colofón
Para no traer una cita de algún poema, traigo esta palabra de Vico, por cierto, que sin otro rigor que el que pueda otorgas el «ir» en observación.

p. 09

Texto
Del texto anterior: se puede hablar a la par de borde y de bordes.
De bordes sin tamaño, sin tamaños variables, indeformables, suspendidos, posibles a la par que del concreto borde del mar (puerto, playas del texto anterior…)
En dicho sentido el espacio borde, el borde, no es algo homogéneo.
Pues se da a partir de la existencia de éste.
Por tanto, podemos continuar avanzando en este escrito diciéndonos que el espacio no es homogéneo.
Ésto es, habitamos en bordes.

Ello nos hace caer en nuestro propio cuerpo. Ese mismo que observa. Así podemos observar a nuestro cuerpo observando:

El lado derecho se transforma en un costado duro, y el izquierdo en uno más plástico

la parte derecha se acomoda a la izquierda a fin de unirse para acomodarse a la cisrcunstancia

se fija la vista en la parte del croquis que está a la derecha, se aprecia mayores grosores de líneas en el lado derecho, el cuerpo se carga a dicho costado.

no observo diferencias sólo una leve incomodidad en un lado más que en el otro.

lo derecho se dibuja yendo hacia abajo; lo izquierdo hacia arriba.

Texto
100 alumnos se observan observando. He aquí (al azar) 5, ahora bien se puede hablar (bien o mal) de la derecha e izquierda del propio cuerpo. Pero otra cosa es la izquierda y la derecha en borde. En el espacio discontinuo. Por el momento, ambas, inatrapables.
Pero hay que seguir adelante.
Hay que construir una brújula, una rosa de los vientos.
Sabemos que ella será una rosa incompleta.

Recuerdo a Buenos Aires de hace 40 años atrás. La Avenida de Mayo que ya había vivido su época de espejos; en que cantaba –sabiéndolo o no– la derecha a la izquierda y ésta en aquella. ¿En Buenos Aires (Aires) de la rosa-de-los-vientos incompleta? ¿La Avenida de Mayo cantaba su borde?

p. 10

Línea recta A.B. Se trata de un rayo de luz sobre el mar. Recta en plena naturaleza.  Pero luego al seguir avanzando se tiene que la recta A.B. coincide con el paso de lo alto de la cresta de la ola
coincidencia

Kiosco de diarios en plena ciudad, ahora.

La mirada por efecto del alambre C.D. (para colgar revistas) al paso de uno parpadea máximo de coincidencia.

Chofer de bus que recibe tiene sombra en el nacimiento de un peinado que no se preocupa de una ya nacida calvicie: leve coincidencia.

Texto
La rosa incompleta de los vientos no observa para encontrar coincidencias ni máximas ni leves.

Ni viene al caso ser ese «observador detallista» de «La Ruina de la Casa de Usher» de Edgar Allan Poe, que descubre la grieta que cruza la mansión y desciende al fondo del lago.

La rosa de los vientos incompleta no observa cumplimientos, cumplimientos suponen, significan poder; el ejercicio de un poder que viene a dominar la situación. Ahora bien,  la observación representa un primer paso, un paso que aún no se encuentra con el poder, el poder de dominio de la naturaleza, imprescindible para toda realización que ha de edificarse. La observación se encuentra en su segundo paso con el poder. Con la técnica = científica.

Colofón
¿Por qué aludir a Poe? A fin que la observación no alcance a conformarse como un decurso en el tiempo.

p. 11

Recorridos sin término
imposibilidad de alcanzar, de ser transportados por un vórtice.
A

Haciéndose participe del suelo.
B

gallina –y– náufrago
C

Texto
ABC
Observando estas observaciones de los alumnos bien se advierte que:

  1. Se mira lo que aparee como aparece.
    Se aparece dentro de un marco, ámbito, contexto. Se mira dicho marco a la par sin o antes de lo que aparece y con éste.
  2. Se mira lo aparecido en su presencia –digamos– presente
  3. Se mira lo ya aparecido –presente yéndose.
    A la par el vacío que deja en el ámbito.

Lo que se observa es 2º la presencia = presente.
Ella es a la par generación, construcción, estructura
Llamando generación a un nacimiento y crecimiento que ha de alcanzar un determinado fruto invariable.
Construcción a un nacimiento y crecimiento que va definiendo su propio fruto, el cual se va aclarando a sí mismo que es fruto correcto.
Estructura es el fruto correcto y lo que se observa 2º: la presencia-presente, representa en sí misma un acto. En el fondo de sí misma significa un acto poético.

Volviendo a la pág. (2) ¿Todo ello es algo excéntrico o nosotros mismos?  Sí. (Lo excéntrico en nosotros es del todo nuestro –bien se entiende). Esta fuerza de lo poético = excéntrico nuestro hace que la presencia = presente entre en disputa consigo misma.  Vaya siempre en una disputa con esto que ella es a la par generación, construcción y estructura.

Hisopo dejado largo rato sin lavar
A: jabón a medio descomponerse asco. El asco es puntual. Inesperado. Se lo expulsa.  El, el asco, ya ha expulsado →: haber oído que en Tierra-del-Fuego: los animales muertos no se pudren ni dan malos olores. Sino se secan (blancos esqueletos).

p. 12

Sólo los jóvenes que aún no se hacen cargo de la germinación de la tierra pueden desvelarse con la luz de las estrellas cuando levemente acostados sobre cueros –única prenda que se admite– duermen allá cordillera adentro.

(Amereida (A))

Texto
La ciudad, así, en la oscuridad completa de sus interiores, estamos en lo oscuro, en lo único.
En el día estamos en lo iluminado, en lo múltiple.
En el alba y el ocaso pasamos de lo único a lo múltiple y de lo múltiple a lo único.
Ahora bien, en la noche, en su oscuridad estamos dentro de ella. Y en el día –a la par– dentro y ante. Dentro de la multiplicidad y ante lo múltiple.
Acaso esta condición distinguiente del dentro y el ante sea más fuerte que allá en la cordillera adentro (A).
Tal distingo acaso, también, sea fruto de la arquitectura, empeñado en ella misma o diluida en copias descoloridas.

no las avenidas completas (demasiado urbanas) los hombres, en una esquina después del trabajo. El dentro y el ante apenas se distinguen. O mejor, no se distinguen

árboles individuales junto al campo productor. Una nota de desinterés –se diría 1
Dentro y ante, menos aún se distinguen.

Colofón
Nunca las observaciones se podan (1). Aunque bien se ve, en este estudio nunca hablé de mis obras y de las concretas relaciones poesía-arquitectura.

p. 13

ropas
trastos

blanco manchado de ocre

se lame

un potrillo: la fecundidad para mantener el circo

  1. La desembocadura del río (Aconcagua) con el horizonte, la rompiente y el campamento de vacaciones.
  2. La gran carpa del circo y 4 o 5 pequeñas con los trastos y ropas y un caballo y un guanaco y aún un potrillo.

Es el espacio de la evocación.
Está –bien se dice así– lo firme desvanecido en virtud del caballo blanco con manchas ocres.
En este su contexto.

Texto
El texto anterior nos deja en lo visible. Ella es la que dice de lo único y de lo múltiple.
Lo visible es direccionado. Pues nuestra mirada va, nuestro cuerpo va aún cuando repose, tiene la potencia de ir.  Luego él va efectivamente o va virtualmente. Lo direccionado es así: efectividad y virtualidad.
Estar dentro y ante, implica entonces, la relación efectividad = virtualidad.
En lo oscuro efectividad y virtualidad coinciden –por cierto.

Pero lo visible no es –podríamos decir unidimensional. Sino multidimensional.
Estas son:

Una:    que ve lo que nos envuelve y nos deja dentro, que ve lo que está ante.
Otra:    evoca lo ausente. Sea que evoque en lo que estados suyos anteriores o venidores; sea que evoque otras cosas o formas cercanas lejanas, aún las más distantes.

Todos los circos ausentes en la unidad de su pista, payasos, gente de circo, nosotros niños, en la mirada, en la pupila evocativa que ahora mira a este circo.
Ahora bien, toda evocación –bien parece que allá en el fondo de sí misma, representa una legalidad. Una ley que se place y se complace en ejercer imperio. En cuanto a la observación ella solo ejerce imperio sobre sí, cada vez.

p. 14

los árboles prolongan en la vertical el pasto de la cancha

primavera 6 ½ pm.

en la luz rasante que deja en… un suave inequívoco, al modo del alba.

estar dentro de un horizonte inmerso en la confianza de lo –al tacto– en la confianza del entreacto de una competencia deportiva (Sporting Viña del Mar)

una perspectiva en que la amplitud, largo-ancho entrega lo aislado –un árbol. Otro sobre el perfil del cerro. El sol. Cual figuraciones de sí mismos.

Texto
Del texto anterior (13) otra dimensión de lo visible: cuando prima lo dentro sobre lo ante. Como en el Sporting.
O en ante sobre el (entre) dentro cerros de Valparaíso.

Entonces luchan en el ojo lo que es y lo que debe ser> volver a mirar en la página (1) aquello de lo completa.

Instinto de ello. Que no es en modo alguno instinto de cierre; de encuadre y cuadramiento. Este instinto mira lo que debe ser. Así en lo completo cualquier árbol (ese de arriba) son vistos como figuraciones. Figuración: lo que apunta a lo completo.

De nuevo pág. (1) Ciertamente se trata de un mirar-hacer.

A calle baja B calle alta (en la pendiente hacia abajo).

p. 15

ángulo de visión: una media esfera hacia los extremos, lo que debe ser,

Verano, veraneo, playa, hora del baño, uno va mirando no de la arena misma sino desde la terraza de acceso o bien pasando lentamente en automóvil. Los cuerpos tendidos. Casi todos ortogonales al mar. Hermosos cuerpos se dice uno. Como si todos ellos conformasen un único cuerpo. Este, hermoso. Así cada cual no es ya, sino como debe ser (acaso tal cosa la vivan de alguna manera los bañistas y por eso tanto que demoran en las playas).

  1. Ante la continuidad del mar, orilla, ola, espuma.
  2. los sonidos múltiples de los jugadores de pelota: recordar el fondo de los últimos gallos (pág. 3)
  3. en el paseo: ya se individualizan, al menos al cerrar su propia silueta.
  4. sombrero, traje, en la rapidez del pasar. Si uno insiste en la mirada comprueba que el sombrero y el traje pueden ser «lo último». Lo que debe ser –entonces.

Texto
Ahora bien:
observamos en el desprendimiento    de las evocaciones pág. (13),
observamos en el desprendimiento    de lo que debe ser (14)
observamos en el «prendimiento»    de lo efectivo y lo virtual
del dentro y el ante → (12) (13)

La arquitectura dice de la «condición humana» en cuanto a ella no le es dado habitar en nidos; que un saber innato nuestro edificare, a la manera de los pájaros y castores. No debemos proponernos llegar a ser pájaros. Tal utopía. La observación es puesta en –guardia ahora y aquí– para no tenerse por pájaro.

La «condición humana» se dijo en la Exposición de los 20 Años de la Escuela de Arquitectura en el Bellas Artes de Santiago, 1972, (No podemos aquí, entrar más en ella…)

p. 16

la trama de las nubes.

la trama de los árboles incluye 1 los copos pequeños.

la trama de las hojas.

  1. Se ve la figura del propio cuerpo sumergido en la tina de baño con el agua muy caliente, los ojos están cerrados.
  2. Mientras se sabe que el cuerpo recibe una corriente aún más caliente de agua.
  3. Corriente desde la llave que recién se ha abierto y cuyo acto de abrirla se prolonga cual un presente. En una memoria –digamos– que sostiene el «ver -saber».

Del límite del ver con el saber. Aquel del tacto. Que sabe, esta vez, por ese sabor del agua bien caliente.

Coexistencia de uno mismo vuelto paisaje (como arriba).

Texto
Nubes, árboles, hojas coexisten en, por, para la mirada
De la coexistencia se observan coexistencias.
La obra de arquitectura dice de la coexistencia de sus partes.
Dicho tiempo

Es que la observación pertenece en propiedad al reino de la obra.
Por eso su tiempo, el de ella misma, es esto de la co-existencia (ver colofón pág.10)

Texto
Acaso sea la arquitectura la que indique al tiempo como coexistencia.
¿Queda el tiempo, así, reducido por la arquitectura? No.

p. 17

la lejanía hace ver una recta virtual (a b) y dos puntos (c d)
inscritos en un mismo plano en virtud del horizonte que al anochecer marca (e f).

en planta
ab en un cerro
cd en otro

camino por el que vamos

Texto
La arquitectura concibe sus obras a partir de la relación efectivo virtual (textos anteriores, pág. 12)

En que lo virtual es visto en verdadera magnitud así la arquitectura habla del dentro y el ante.

En ello se distingue –me parece– del cine.
→ Porque en éste, un film es dueño de sus virtualidades. Así el puede construirse conforme a verdaderas magnitudes o bien concebir sus propias magnitudes virtuales. Así las cámaras inventan lejanías que vertiginosamente se transforman en cercanías. O bien, cercanías –que por ejemplo, llegan hasta los poros del rostro del actor aún más vertiginosamente.

Aventuro ¿vendrá dicho ser dueño de las virtualidades (del) ya el antiguo cine de las pupilas de los actores… (Ronald Colman).

rostro a 3 ¼  (x, y) el rostro se articula en la vertical (a, b) o la horizontal (c, d) mientras la mirada vaga desde una inmediatez horizontal 1 a una lejanía sin horizonte  →  2

la mirada de unos ojos en que los párpados superiores son tan expresivos como los inferiores; ojos que predominan en el ancho (e, f) en razón y virtud de las pupilas que trazan ya (g, h)

p. 18

artefactos blancos, muros blancos, muros opacos

pieza de baño

tina

el agua en la quietud
el reflejo
la recta

el comienzo o fin de un movimiento
la línea curva

el estado medio del movimiento
el perfil entra a encerrarse en varias superficies
lo lineal se vuelve superficial

el estado máximo del movimiento
puntos de reflejo
lo punctual

Texto
Vamos –en verdad– no dentro de una envolvente única sino una múltiple. Cual si fuésemos envueltos no por una capa envolvente sino por múltiples de ellas.
Y  no en francos planos únicos, sino múltiples planos.
Pero la mirada construye de dichas multiplicidades lo único y obra así, pues construye lo necesario.

Pregunta
¿No nacen de dicha construcción de lo único desde, a partir de la multiplicidad los intercolumnios de los órdenes griegos las puertas, las ventanas?

Pero es necesario, volver a aquello de lo necesario.
Ese necesario que se da en el construido viaje a lo múltiple a fin de construir la vuelta a lo único, que tal cosa es la realización de la obra arquitectónica.
Pues si no acaece de esta manera, quedamos a merced de lo que meramente se acentúa. Tal como estos cuatro estados del agua de una tina de baño.

Las acentuaciones son los modos como el decurso del tiempo se hace presente en el espacio. Por cierto que miramos y que vamos por las obras «en» estas acentuaciones.
Pero aquí, lo que se trata es de la construcción. Aquella de la co-existencia (pág. 16)
Vale decir, se trata de la disputa de la coexistencia y las acentuaciones.

cuerpo orillado; presto a entregar sus texturas, que no la forma. Ver acentuaciones.

p. 19

Texto
Me atrevo a decir: quedamos ante un cuadro; giramos alrededor de una escultura.
El cuadro significa la más grande inmediatez entre sus partes, la escultura representa lo más distanciado en la coexistencia de sus partes, de sus costados.

Son coexistencias netas.

Aún cuando Poussin –ordenare por lo que entiendo– alguna de sus pinturas tomando en cuenta las rasantes visuales que provocaban los artesanados donde dichos cuadros iban (no sé si tal cosa atañe a muchos pintores más…)

Aún cuando ls visibilidad en la escultura no es asunto simple –digamos para el resto. A

Ante la pintura y la escultura la coexistencia del dentro y el ante viene a ser equívoca; pero no por ello no plenamente firme.

Colofón
Hablar de pintores y escultores da miedo pues para uno, ellos tienen ese modo de ir consumando lo que emprenden, que es sin distancia.
Van, así, acometiendo.

A
Imposible calcular las distancias entre las barras de grosores de alambres; se necesitarían de tantas proyecciones que resultaría imposible reunirlas después en un todo de «coexistencia de proyecciones».

Es que niños de menos de un año escarban en nuestras yemas de los dedos para otorgarnos el tacto por vía natural.
Es que en las esculturas sus yemas son campos que reciben lo «desconocido» para otorgar las coexistencias del tacto.

p. 20

Texto
Habitamos, así, con lo reversible. Vamos desde aquí a allá, venimos de allá o aquí. El giro nos otorga lo otro o lo mismo de otro lado. Giramos para enfrentarnos –estar frente a– dentro de nuestro estar dentro. Así la relación del dentro y ante es el giro.
El giro queda como giro; el dentro y ante como tales.
Vale decir, construimos lo único y lo múltiple como reversibilidad.

La reversibilidad no es necesaria para lo necesario del texto (18).

La pampa argentina sin accidentes, ni umbrales ni patio alguno, en el desconcierto de las manos ante los trazos que en los croquis que tomamos han de dar cuenta de lo reversible de ella.

Es que lo reversible pone en jaque a la mirada → 1/2/3/4 en razón y virtud de la visibilidad
la pone en jaque en lo sin tamaños, con tamaños variables, indeformables, suspendidos o posibles de construir vistos en las pág. 3 → 9.
Así vamos «des-carcomizando»

Cuerpo del arquitecto que alcanza un tal mirar
cuerpo en «devoción» a la obra.

  1. Primera mirada
    dos personas: dos tamaños en la continuidad de la calzada.
  2. Segunda mirada sobre la marcha (de la primera)
    las dos personas: sus tamaños separables.
  3. Los tamaños con sus perfiles carcomidos –sí– carcomidos por la continuidad
  4. Lo reversible que cada vez ha de «des-carcomizar»
p. 21

I
Santuario (Lo Vásquez) Explanada. Paseándose parejas o de a tres. La vista no en la lejanía. Espaciándose.

II

  1. Gente que llega temprano a la misa y se coloca atrás, que es a la par, detrás de todos los fieles.
  2. Detrás de los fieles primeros o directos
  3. Los fieles en que el pudor es ya lo próximo
  4. Los que quedan ante los fieles. Como en los palcos del antiguo teatro; mirando a 1, 2, 3. Lo desprendido del ante
  5. Generalmente no son los que llegan temprano y optan por no quedar en 8
  6. Un detrás que es ya un tras la iglesia
  7. Los que llegan últimos
  8. Llegan último pero avanzan hacia lo adelante

III
Monjas
a/b las equidistancias en su aislarse cual si entre dos hubiese una c monja-virtual

IV

Texto
I    Hombres absortos paseándose. El giro de lo absorto. Sus radios de acción.
II    Entrada a la misa dominical construcción de ubicaciones.
III    Monjas. Se ubican construyendo equidistancias.
IV    Tres muchachas de negros peinados (moda ir de negro) construyen su igualdad.
El hombre habita en equidistancias. Necesita de tal modo de igualar

Es lo que se llama «la escala humana».

Ello iguala primeramente mediante ubicaciones, luego por congruencias, por repeticiones.

Amereida
(sin más)
En América mejor nos ubicamos que construimos. Tal suerte aún de velamiento.

p. 22

Texto
(Del texto anterior)
«La escala humana»
Las equi distancias que son la virtualidad de calces traen  la coexistencia de la obra arquitectónica; en que sus partes avanzan hasta los confines de lo visible para volver a la propia –construida por mano de uno– visibilidad.

Las obra de arquitectura se encuentra con que el hombre vive «su escala» en esto y con esto de los calces.
(Imagino que los locos no se apoyan en ellos; de ahí su prestigio)

Es que el  calce es la presencia más leve de la coexistencia (ver).
Por cierto, no es su unidad misma. No, no es unidad constructora. Eso nos lo advierte la observación II –una lectura, un acto poético– que el calce es una abertura.

La arquitectura parte de aberturas y no de unidades. Pues no parte del poder de construir.

Pues parte de un acto poético toda real obra. Esto lo digo en Colofón.

i. Calce de dos barcos esperando entrar en el puerto.
ii. Calce, oyendo a la poesía. Después de comer, mesa retirada. Los cuerpos instintivamente toman posición. Calzan en rectas virtuales.
iii. En medio de los implementos urbanos una niña por un momento calza con un recipiente para las basuras.

p. 23

Texto
Contamos.
En el sentido de que contamos con estar efectiva, exactamente dentro… con estar efectiva, exactamente ante.
Contar dice, así, de la exactitud.

Pero contar significa a la par recontar lo múltiple del dentro y del ante, con sus relaciones de lo efectivo = virtual.
Contar dice, así, de la perfección.

Rosa de los vientos del contar.
Una cosa es contar lo ya construido y otra cosa es contar lo por construir.
La arquitectura –evidentemente– requiere de esta última para sus obras (y de la primera para sus estudios de las obras ya ejecutadas).

Sin embargo el contar lo ya construido señala el contar como un argumentar.
Argumentos que argumentan. Recordar lo que se dijo del borde
El argumento –los argumentos de la obra.

Colofón
La bitácora (colofón pág. 2) va de la palabra al reino del número y de las matemáticas y sus relaciones. En tal momento. Demoradamente hablan las urgencias de la poesía.

Las cuatro partes del caballo del cuadrúpedo: lo ya argumentado ante lo que se argumenta de la roca o de la palma.

Lo contable de una roca lo incontable bien debe decirse pues la cantidad sólo es contable hasta cierto rango –más allá el ojo no sigue el perímetro que identifica. Ojo que no puede ser instado a contar, a continuar identificando pues ya no se construye la unidad de lo múltiple.

a.    hoja-ramas en dirección
b.    en dirección
c.    en dirección paralelas y simétricas en razón y virtud de la copa.
d.    hojas iguales a C en razón y virtud de C.

p. 24

Seis árboles en línea. Contables en el giro de la mirada y su memoria.

Árboles en escorzo. Troncos y hiatos entre los troncos.

Texto
Contar en fila, lo semejante, en sus equidistancias, al modo de puntos de una línea.
Tal partida, buscando a la par ocultos órdenes (de las cuatro o más patas de caballo) y en las rectificaciones de los escorzos, en las preservaciones de los hiatos.
En la exactitud y perfección que no intenta contar brisas en nuestras orejas. A

Es innegable.
Nos encontramos en el reino de lo univoco. Vale decir, la coexistencia de la obra, (volver a pág. 13) que es equívoca en relación a la pintura y a la escultura, ha de encarar dentro de sí misma lo unívoco.

Ahora bien la observación y lo univoco van en disputa (ver pág. 18 último párrafo)
Si nos decimos de una alameda que ella es un paseo por cuanto no es necesaria, sobre la marcha otra observación nos advierte de una alameda que es pases –necesario para entrar a las casas de un fundo…

A
Acto poético. Los ojos bajo la mano. Ellos cerrados. Sentados al aire libre oímos poemas en catellano y en inglés y sentimos en la cabeza, en la oreja, una doble brisa, una por encima, otra por debajo del pabellón (de la oreja) que no podemos reconstruir como una única secuencia de ráfagas de brisas.

p. 25

posibilidad de contar los árboles
relación con dos grupos hasta 12 (B)

en un grupo hasta 10

invitan a ser contados
acaso por el color de sus velas sobre la superficie del mar

3 queda como 1
1-2-3 queda como 2 1/3

cerros en Valparaíso

(A)

  1. cara a la luz
  2. cara a la que recibe una sombra neta
  3. en la sombra pero menor cara a la luz, las puntas
  4. en sombra distinguiente
  5. en penumbra
  6. en sombra espesa no distinguiente

Texto
El umbral del argumentar (ver pág. 23) ¿Bajo él no hay propiamente argumentaciones? Este es el asunto.
Si observamos la observación que se observa a sí misma (A) ella construye un argumento de 6.
En (B) observamos que argumentamos hasta 12 a través de construir lo binario.

p. 26

roca escabrosa ante la acción de las olas, por grande

roca con luches y algas que se conservan aún por pequeñas

roca domada redondeada por la ola tamaño adecuado –entonces

Texto
En medio de todo, mejor, dentro y ante todo, se da el grandor. Que siempre y renovadamente quiere hacer valer su autonomía más allá de tamaños y mensuraciones; más allá de generaciones, construcciones y estructuras (volver a 11.)
Más allá que es: junto al rayo, él de un solo golpe entrega lo hecho y lo haciéndose al unísono.
Se oye a la poesía en la evocación de grandores; se encuentra y recuenta bajo los asaltos del grandor. Vale decir, no pendiendo momentáneamente el distingo entre continuo y discontinuo.

1 cielo/ 2 puente a Oakland/ 3 costa de enfrente/ 4 mar interior/ 5 buque arribando /6 instalaciones portuarias/ 7 autopistas tréboles elevados/ 8 calle que desciende/ 9 edificio en construcción/ 10 avisos luminosos/ 11 tránsito/ 12 veredas (San Francisco EE.UU.)

casas      en la cordillera

p. 27

La luz que recibe el mar deja más en la luz a los barcos surtos en la bahía que a las casas levantadas en el plan y los cerros. Degradación de la luz en virtud y razón de la tierra. Hasta llegar a la penumbra límpida de los árboles A.

Texto
El hombre no mira directamente al sol, sino en el alba y en el ocaso.
Es que él mira en lo atenuado y construye –ciertamente– lo atenuado.

Las llamas de la Refinería de Petróleo, en un día otoñal nublado son tan claras como el día mismo. Ni alumbran ni son alumbradas. Son equivalentes. Aquello de que por sí no puede serlo. No que lo será cuando llegue el mediodía de esta mañana de ahora.

p. 28

Texto
Pero se dan dos suertes de atenuación.
En los cerros de Valparaíso podemos «verificarlo»
Pues allá a todos les llama grandemente la atención como las casas van descendiendo por las faldas y quebradas hasta el plan, los barcos en el puerto, el mar abierto.
Es que la franja que va desde el nivel de los ojos al suelo se agranda, al deslizarse este hacia abajo. De manera que esta franja se vuelve semejante a aquello que va del nivel de los ojos hasta lo alto del cielo.
Ahora bien entre ambas franjas –la inferior y la superior– se da una mirada rasante. Ella entrevé. Entrever es ver rápida, vertiginosamente. Rápida y vertiginosamente contar y hacer cuentas en el sentido antes dicho. Rápida y vertiginosamente caer en la exactitud y la perfección; aquella que está dentro y ante lo único = múltiple.

Vertiginosamente a la línea de flotación del barco a las líneas que abajo doblan la calle

en la época en que los materiales artificiales por doquier retratan; así B en A.

en la época en que los materiales transparentes por doquier trazan «collages»; así los rostros.

p. 29

la lejanía en el metro en virtud de los puntos luminosos.

desde el vagón del metro (a) el cielo del túnel sin medida en lo oscuro sin direcciones

desde el vagón (b) de pie mayor posibilidad de medir

desde el vagón (c) sentado menor posibilidad de medir

Las vías e d se separan en las estaciones
se separan en el sentido de la marcha del tren.

  1. comienza el espacio por esta primera comparación
  2. comparación sólo posible después de 1

se separan en el sentido contrario a la marcha del tren.

Texto
La mirada (antedicha) con su doble franja inferior y superior y con su rasante que entrevé tienden a la par a la cercanía y a la lejanía. Ambas entran a actuar cuando la profundidad del campo visible calza –deberíamos decir con un grado de atenuación de la luz.

Bien podría entenderse que se trata de un determinismo de la luz cual si habitáramos como animales de un fatal régimen de iluminación (ver colofón pág. 4).

sol de medio día invernal
nube
mar
costa

dirección del reflejo del son en el mar

  1. nube blanca
  2. roca negra en contraluz
  3. blancas espumas de las olas

vamos hacia el norte orillando la costa en el largo norte del mediodía invernal. Es lo largamente igual o profundidad.

En que la dirección de la mirada es la bisectriz que mira a la nube-la roca-la espuma.

Lo que va a venir. Sólo se lo sabe en la ciudad. Y tanto en el metro que se lo da por ya venido (ver lo de arriba).

p. 30

Camino Valparaíso-Santiago 1 frente al pórtico de la pequeña casa de campo un nuevo pórtico 2 de enredaderas para atenuar nuevamente la presencia del cielo y consecuentemente su luz.

En el pórtico una persona sentada y adelante en la gradinata otra persona ya casi sentada en el suelo, como introducción del interior de la casa al exterior.
A ese exterior del suelo de las ferias al aire libre.

Texto
El  hombre habita en la luz, en blanco y negro y en colores.
Así en el mediodía, su luz no del todo atenuada quisiera ahogar los colores. Así en lo atenuado del alba –preparación a la llegada del color y la aurora, la llegada del mismo–; en lo atenuado del ocaso –despedida del color– blanco y negro, parece que va a ser ahogado.

Seattle y Pórtland nevados. Lo negro u oscuro es lo no nevado; es lo interior, los interiores, aún la cuenca de los ojos de los rostros que van por las calles. Estas ciudades hasta hace poco tanto que se alimentaban de sus avisos luminosos. Instintivamente reconstruían el blanco y negro = color.

Largas avenidas frondosas en San Juan (A), Argentina, que bien parece que no envejecen. Armonía de la duración. Semejante a las ciudades cuando recién pasado el mediodía se apegan a una regla de duración: todos almuerzan. El espacio –entonces– bien pretende ser aquel  antiguo Río Océano, anillo circular de aguas sin accidente que envolvían la tierra.  Nuestros accidentes.

El blanco-negro y el color disputan en la arena de la armonía del tiempo.
Se trata de un instinto: el espacio = pax.

A)
en el campo cercano a la ciudad de San Juan no se va ya dentro o ante, sino inmenso como en este oleaje. (Ver pág. 12) tampoco, aquí, el distingo entre dentro-ante.

las rodillas del pescador se dejan ver en el invierno, cuando uno pasa a pie sin detenerse por la caleta. En un día nublado se ve toda forma; pero estas rodillas avanzan por sobre el mar y su oleaje, el bote y sus trastos, el pescador y su cabeza

p. 31

cerros de Viña

recta de las Salinas

el puerto con barcos frente a él

rayos de solo a/a  b/b en una nublada mañana otoñal en que iluminan aquí, allá, en largas líneas rectas. Largor unitario

en la mañana, ante el sol, los parabrisas de los automóviles que descienden por las calles de los cerros, son suertes de «tragadistancias» que duran en instante cada uno, para persistir otro instante en el siguiente (parabrisa).

Texto
Nuestra mirada va en una economía. Precisamente en una semejante a nuestros días.  Fédier, me decía, que Juno era la diosa que permitía que los hogares fuesen administrados en su continuidad de manera de alcanzar un buen fin de mes. Mirada junoniana entonces. Habitamos con tal mirada.

Ello ve venir lo iluminado frontalmente. De frente. Pera nosotros no vamos como van los animales ortogonales a su propia cabeza o a sus ojos, sino que vamos a voluntad en los zigzags de la diagonal, por que tal cosa arma nuestro ir en lo virtual, antedicho; resulta, por tanto, que nos interceptamos en angularidades. De suerte que vemos el blanco y negro y los colores y su ahogarse entre ellos a lo largo del día en lo irisado.
A partir de lo irisado.

A partir –entonces de todos los colores de la visibilidad– que es partir implacablemente de lo múltiple para llegar a lo único, a cada único color. Colores construyéndose.

p. 32

Un día de semana cualquiera en una iglesia misa. Nadie; sólo el celebrante y yo. Las puertas abiertas. Los ruidos de la ciudad que va a sus quehaceres entran por ellas. Algo a primera vista insólito. A segunda vista…

Ver la profundidad en lo más atenuado. Allí en 1 > A bajo el altar, detrás del celebrante.

podado

árbol de esos de la primera cuadra de la Avenida Libertad
a b no necesita de multiplicar los puntos de vista

ventanilla del avión que vuela sobre Panamá

cielo azulado
rojizo
tierra o mar o nubes bajas
rojizo
la extensión desplegándose. Sólo en la cercanía se dan las intersecciones.

Texto
La coexistencia de la obra antedicha deja abierta el contacto mismo y aún los semi-contactos con los elementos verticales de la edificación. La inmediata proximidad o la obra es, así, abierta. (volver a la pág. 1): la búsqueda de lo completo. Que dice de la «condición humana». La arquitectura canta esta condición. Procediendo abiertamente. Su rosa de los vientos no se cierra (ver pág. 9).
Por cierto la arquitectura en sí misma se cierra en lo que es. Pero ello se nos prodiga, abiertamente a nosotros los arquitectos. Y así ese antedicho, no llegar al contacto con los elementos verticales ¿no nos salvaguardia de la no-abstracta recepción de la libertad de abstracción que otorga el siglo XX?
Es que la visibilidad que avanza a lo irisado (pág. anterior) retrocede si así puede decirse en la profundidad inmediata A
en la superficie sorprendida B
en la profundidad lejana C
En la velocidad D
Para ser ese tacto detenido dicho más arriba que es sólo visibilidad. Irisada.

En la época del tren en el borde de la bahía, en que los horizontes son puestos de manifiesto en virtud de la velocidad puestos de manifiesto en la continuidad que es simultaneidad. Vale decir, sin comienzo ni término.

p. 33

atajo

nueva escalera se trata de la comodidad no del esfuerzo comodidad es con ancho

automóviles

antigua escalera recta

camino automóviles

Texto
El hombre habita –a decir verdad– en filas, pues así penetra la extensión.
La gana –debería decirse.
El hombre es jugando a glosar un «animal ganancioso».
Primero ganar, luego por qué, para qué.
La palabra espacio dice Fédier: viene de una raíz que a la par significa prosperidad
Interpreto: lo ya ganado y que permite ganar nuevas posibilidades.

No: a la ganancia en virtud de lo irisado de la pág. 31/32.

ciudades que se apoyaban en avenidas pequeñas o anchas que se apoyaban en el árbol, el árbol en fila.

1 matita en un tarro
2 flor florecida roja
3/4 arbolitos volteados por el viento.

La grafia, el diseño gráfico nace y habita en el espacio en prosperidad. La letra es gananciosa ¿qué cosa es más gananciosa que la rúbrica de una firma, que es pura línea, pura fila en intrincados o no arabescos?

Tal como esta velada rúbrica en puertas de antaño.

p. 34

Texto
Acto poético: todos los oídos convergen para oír las voces de los poetas.

Convergencia.
Antes del acto: manos aquí y allá preparando esto o aquello del acto. Después, cada cual con el acto en el cuerpo adentro van a sus lados.

In-vergencia
(Fuera de toda razón de lenguaje)

Convergencia-Invergencia
Pulso de la coexistencia.

Si se me permite, el urbanismo, la urbanística están para ésto: el pulso de la convergencia-invergencia.

Su propósito no puede ser otro que ir más allá del «arreglo». Vale decir, de establecer puntos iniciales, que conformen, que den forma a la relación conversión = inversión.   A fin de que toda forma –sin apoyarse en puntos iniciales– vaya más allá de la mera ganancia (33)

ramas con flores

arreglo
florero

pared negra ajena al arreglo
muro blanco

puerto
mar
árbol podado

arreglo de la copa de los árboles en invierno

mar
jardín
garaje
una brizna de mar: convergencia: aquella que ¿nos invita al arreglo?

p. 35

Texto
A partir de lo templado se habita.
La mujer que elige el vestido que ha de ponerse.
Distanciamiento. No, las vestimentas que sacan de la nieve o de las arenas al sol.
Climatizaciones para alcanzar lo templado.
Distinguir este distanciamiento de lo templado de aquel otro trópico –Panamá– en que el calor lleva a que los cuerpos de las cosas se distancien entre sí. Así, cuando la pobreza logra zafarse un tanto de ella misma, se distancia otro tanto.

  1. Colombia copas sin algún ramaje sorpresivo que otorgan lo templado.
  2. Santa Ana, Los Ángeles, ee.uu, árboles en lo templado ya otorgado.
  3. Lo templado otorgado por ellos mismos. No sólo fumar en la calle.
  4. La fila de los rieles para los amantes y los que nada poseen.

Texto
Arquitectura la forma de lo templado, de dicho acto, se da en el espacio no homogéneo (o borde).
Que es lo contrario a los puntos iniciales de la ganancia por eso
–No–
Al urbanismo de la planificación.

la ganancia no gananciosa
línea del tren cercana a la estación

p. 36

La reciente intemperie de este bosque que se está terminando de talar.
Ya predomina la horizontal sin arrimos, acentuada por el frescor perfumado de los troncos recién cortados.
Riquezas de la intemperie. Ella no es sólo negación.

Ver en el texto (abajo) las ganancias que matan.

Texto
La ciudad en altura, de noche, en que la luz eléctrica entrega los interiores a largas distancias o a fuertes velocidades desde las  proximidades.
De inmediato: un primordial distingo pirámide y torre. Pirámide = cada nivel es distinto. Torre = todos los niveles pueden ser iguales.

La mirada gira del nivel de la tierra a lo alto atraída por el arabesco. Que es lo imprediscible. Que vence a la gravedad. Y son justificarse y que viene a ser la última ganancia (ver pág. 33). Ganancia que mata, se dice; la ciudad
ganancia del progreso que no vuelve atrás –también se lo dice.
Recordar la derecha-izquierda (ver 9) y la rosa de los vientos incompleta.

Largo en curva 450 m

Un paseo: ni largo ni corto
En la recta AB
la visual que va desde lo que es o lo que debe ser pág. 14/15

Es la mirada que mira las alturas.

La construcción de tal nueva coexistencia (ver las ganancias que no vuelven atrás).

Sporting (Viña)

p. 37

Texto
La ingeniería, la técnica científica el dominio de la naturaleza, la instalación de lo artificial –bien parece– quedan como este acompañamiento de las escaleras en cuanto al habitar A → acompañamiento ajeno.
Por eso –tal vez– la técnica alcanza en tal magnitud, sus propios fines.

Vista la técnica desde habitar ella opera con unidades unívocas que se cierran en su propio operar.
Así construyen calculadamente. El «buen construir» –llamémoslo (así).
Así construyen rendidoramente. El «buen producir» llamémoslo también (así).

Las unidades del buen construir = producir no son juzgadas como las obras en que se echa a mano a cuanto se puede. Ellas son juzgadas como resultados.
El resultado es –a su turno fruto de una operación constructiva. Tendiente a la pura construcción –cabría señalar.

La operación constructiva de la técnica se construye como una gesta. Aquella de lo masivo. Vale decir, del dominio de la naturaleza. Del dominio en progreso.
Las unidades del buen construir-producir se apoyan, se alzan sobre el material.
Que es la materia suelta → (pág. siguiente)

A
escaleras simples de tramos rectos acompañados por lo indiferente, es ajeno, al acto de subir-bajar una escala.
lo indiferente, lo ajeno, con magnitud.
acopio.
acopio de lo verde
vegetal.

B
unidad de buen-construir
buen-producir; unidad de «buen» cuidar del trabajo de la dueña de casa. Fluidez del cocinar = comer. Ocio de la dueña de casa. Limpieza de esta en cuanto a los desperdicios. Unidad energética –por tanto de un habitar unívoco.

p. 38

Los cubos de esteras.
Cuando nuevos; inmaculados como esos animales de pelajes finos y claros que viven inmaculados en selvas o planicies que destrozan con sus espinas, tierrales y mosquitos. Bajo la gran nube de Lima se puede vivir en su clima dulcemente; pero la tierra destruye luego lo inmaculado, volviéndola tierra autodestructora de sí misma. De todos modos los cubos habitan en la espera de dicha temporalidad comanda.

Texto
→ de la pág. anterior)… vuelta específica.
Finiquitable en razón y virtud de finalidades inequívocas.
Que progresan en la rapidez, inmediatez de los finiquitos.

Todo ello –bien se comprende– no puede dejar de ser entendido como forma.
Sea entendida en la totalidad de la gesta. Sea en alguno de sus momentos. Ejemplo: los automóviles fuera de serie. Lo fuera de serie. Como aquí renovadamente se reune –en algún aspecto– por primera vez los ingredientes, de por sí, no concurrentes, del dominio. Porque, el dominio –bien parece– se construye con ingredientes neutros.
No, ellos. Con esa vehemencia de converger o concurrir propia al acto de habitar.

Entre Texto y Colofón.
Se dijo en (  ) que la observación debe encontrarse con el dominio de la naturaleza pues sin este –evidentemente– no se realiza edificación alguna.
Por tanto el habitar que ve la observación ha de encontrarse con ese otro «unívoco habitar que es acompañamiento ajeno»  recién señalado.
Este encontrarse no significa una excentricidad, como aquella que se dice de la poesía (ver pág. 2)
Aquí la rosa de los vientos (ver 9) no tiene otra palabra sino aquella que cada vez, cada obra viene en decirse. Palabra que deberá abrirse camino a través de aquello de lo completo con que comienza este escrito (pág. 1).  Pues lo completo es hijo del demonio de la naturaleza o bien este es hijo de aquel.
Entonces, la obra va conforme a un arco: aquel de lo ajeno a lo propio y de lo unívoco o lo multivoco. Tal arco desata la técnica ¿el arco del siglo XX?

p. 39

Viaje de Amereida; Santiago del Estero.
Casa primitiva entregada a sus puertas; de noche cerradas y de día abiertas, dando paso a lo oscuro, que eso son estos interiores. Pintamos las puertas a fin que el signo se alce.

La Cruz del Sur se llama Ancla Polar.
El Atlántico aporta su luz (Europa).
El Pacífico es la aventura mientras que el Trópico –Las Antillas son el origen (Colón).
El Sur está al Norte que ya no se llamará ni Norte ni Sur.

Texto
Amereida. El viaje que parte desde Tierra del Fuego, cual bisectriz entre los Océanos Atlántico y Pacífico hasta Bolivia, en la estación no templada del invierno a fin de:
advertirnos de lo excéntrico. La palabra poética. Y desde ella… (pág, 2) como «ir» en observaciones, que nos muestran los tamaños en y con los cuales construimos el acto de habitar 3/9, acto que la obra recoge construyendo coexistencias en el tiempo.
Mediante éstas, la obra arquitectónica se reúne con todo obrar (16-19)
Ella, la obra arquitectónica, manifiesta al hombre en su cuerpo –«escala humana» 21/22.
Por eso su modo es de argumentar –contar 23/26.
Que gira: habitamos girando en lo iluminado 27/31
Y retornando –cada vez– a lo templado 35.
Así podemos encararnos con la «libertad –sin– opción» 37/38 del dominio de la naturaleza, de la técnica a fin de construir la «libertad-sin-opción» de la obra aquella que la arquitectura nos otorga abiertamente (pág. 32)

Colofón
Por eso en este escrito –en el tumulto interno que desata lo que se nos entrega en lo abierto, este colofón se alarga.

p. 40

Este último colofón no puede dejar de traer una manera de elaborar: elaborar con figuras.

Volvamos a los tamaños (pág. 3-9)

posibles
abolidos suspendidos
sin tamaños
variables
indeformables

sin embargo la figura es de 6 lados

posibles
suspendidos
sin tamaños
variables
indeformables

el tamaño de Amereida
¿Pero no es ésto, la herida misma de lo excéntrico mismo?
La rosa de los vientos (9) a más de lo dicho viene a quedar con esta herida
La figura de la rosa de los vientos viene de

se llega a los polos
se da la vuelta al mundo y se llega al punto inicial
no homogénea

Aún la última observación la rosa de los vientos a lo largo de este escrito es brújula-guía que ve como vemos a estos jinetes.
Por eso estas páginas están concebidas como una obra de arquitectura: con los ladrillos de la observación que pueden ordenarse de una manera más profunda, pues ésta es la vez inicial.
Si ella es o no continuada es asunto que no nos toca saberlo. Mientras tanto, hay que encarar las ciencias.

en la profundidad luminosa
ejes de posturas
eje de desplazamiento
no en un ángulo visual sino en el vaivén de la diagonal

Jinetes practican en el Sporting Club de Viña del Mar. La mirada nuestra que no puede ser –esta vez– reducida a la ortogonalidad sino que prosigue diagonalmente (que –es proseguir distraídos)

p. 41

Lo que hace posible estos textos y dibujos es treinta años de vida, trabajo y estudio entre poetas, escultores, pintores y arquitectos. Tal intento de ciudad. En ella el cuerpo del arquitecto no es el de un solo hombre. Entonces, la humana alegría de hacer cosas, como ésta:

no es la alegría de hacer sólo lo que nos conduce a otros márgenes sino de hacer también aquello que simplemente es: un muro = la arquitectura.

  • Tipo de Referencia: Cuadernillo
  • Título: Estudio acerca de la Observación en Arquitectura
  • Autor: Alberto Cruz C.
  • Edición: Taller de Investigaciones Gráficas, Escuela de Arquitectura UCV
  • Páginas: 41
  • Ciudad: Viña del Mar
  • Año: 1982
  • Código Pedido: 724.6
  • Colección: Oficio
  • [ Bajar Archivo Pdf ]

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