abril 25, 2012

Clase 4 Trimestre I 2012

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Patricio Cáraves: En este taller de Amereida vamos a continuar en algo que ya se ha estado diciendo, definiendo, tocando –digamos. Algo que nos ocupa y que es un pilar dentro de lo que es la construcción de la Ciudad Abierta.

Y vamos a tomar algunas dimensiones de lo que es el presente nuestro, el presente durante el año, los poetas lo han manifestado, estamos en una celebración, son los sesenta años de la escuela; eso significa que miramos el origen, o sea es un año que tiene una mirada que vamos a decir de regreso al origen, y en ese regresar hemos de abrir una etapa que es con otros, en palabras de los poetas, es a lo que nos indican al mundo. Pero construido por nosotros, es ahora visto y llevado a su máximo dentro de lo nuestro con los otros. O sea, ya no más solos, es algo más que tener simplemente la interlocución, si no que es ir donde los otros, es por eso que algo dicho el primer día de la Ciudad Abierta hoy día nos urge, y es por eso que hablamos tanto de la hospitalidad. Esta vez, de regreso hablamos de la hospitalidad y lo hacemos mirando a otros, mirando al mundo, que algo tiene de construcción en este sentido, que es lo que nos ilumina, y lo hacemos en este presente singular, hoy día, que para moros y cristianos o para el mundo cristiano, celebra la semana mayor, que es la semana santa, y una de las dimensiones que toca la semana santa es para todos: el silencio. Ahora bien, hospitalidad y silencio es la primera dimensión para encontrarse con ella.

Traemos a presencia algunas obras que muestran algo de ello. La belleza de la Mezquita de Córdoba –brevísimamente tocada aquí– una construcción esbelta con suelo, la hospitalidad es tener un suelo que recoge la oración o lo que por allí more.

Otra es La Alhambra, arquitectura islámica, y ¿qué tiene? un singular aprecio por la geometría, y la geometría puesta con todo lo que existe y es por eso que construye con agua, todo lo vuelve simetría y en una cierta perfección.

Y otro punto aquí, antes que fuera América, en lo que hoy día es Perú: Macchu Picchu, y ¿qué tenemos con eso?, la construcción del acantilado con perfección, piedra tras piedra, ubicadas de modo tal que su perfección están en calce.
Ahora bien, suelo, geometría y perfección de calce, al espíritu lo retienen; decimos que aquieta y nos construye una idea de lo que es la belleza como hospitalidad.

Termino citando una sola lectura, después estarán todas las bibliografías al alcance nuestro –no es ocasión de decirlas– leo un fragmento pequeño:

“El silencio en que caemos ante lo bello es un profundo esperar, un querer oír las más finas y lejanas tonalidades, nos conducimos como una persona que fuera todo oídos y ojos, la belleza tiene algo que decirnos, por eso guardamos silencio y no pensamos en lo que en otra ocasión pensaríamos, por consiguiente, nuestro silencio, nuestra expectación y nuestra paciencia es una preparación y nada más, esto es lo que sucede con la contemplación ante estas dimensiones”.

Fernando Espósito: Retomo a propósito de lo que decía Patricio, que el tema que nos convoca hoy día, la idea que nos convoca hoy día es la hospitalidad. Antes de recoger una definición más propia tal vez, más íntima, lo que hice fue buscar lo que todos podríamos entender por hospitalidad, que podría ser una definición más externa, de nuestro lenguaje, que significa, “buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros y visitantes”.

Cuando Floro me invita a participar hoy en esta reunión, lo primero que me dice “mira me gustaría que tú, o sospecho de algo que podrías mencionar, es a propósito de lo que has estudiado, que es esta palabra: el afecto en relación a la arquitectura”.

Y entendiendo que esta palabra que nos convoca hoy, es la hospitalidad, realmente creo que de afecto tiene mucho, cuando uno lee la definición y la entiende, la comprende, la reflexiona. Afecto también dentro de esta dimensión más externa es “actitud, gesto o ademán que acompaña la expresión de un sentimiento”. Con qué me quedo de esa definición: que en realidad lo que está diciéndonos –el concepto de afecto– es que es algo que nosotros expresamos, algo que sale de nosotros hacia el mundo, hacia otros.

Por otra parte nos encontramos que el concepto de afecto tiene una variante o una singularidad que está muy relacionado también a la palabra afección –tiene la misma raíz– y cuando la entendemos dentro del lenguaje que todos compartimos, afección es “la impresión que hace una cosa en otra causando en ella alteración o mudanza”, es decir, hay algo que nos afecta, que es la afección que nos hace cambiar o mudar, de alguna manera, ante el mundo. Por lo tanto es una impresión. Estas dos palabras las junto, es decir, hay algo que nos impresiona y a partir de esa impresión nos permite expresar algo. Quedémonos con esa sencilla idea.

Esa relación es lo que yo quisiera considerar profundamente artística y poética; es lo que estéticamente, por una parte –que es lo que nosotros podemos hacer desde el oficio–, pero también éticamente –que es lo que nosotros podemos causar en otros– podemos llamar una acción ético-estética, es decir, una acción plástica a lo mejor, cuando estamos hablando de una expresión es lo que se nos declara en el rostro, se nos declara en lo que escribimos, podemos expresarnos de distintas maneras, a través del lenguaje del cuerpo, a través de una idea, a través de un acto, a través de distintas manifestaciones que son una expresión de aquello que nos ocurre internamente.

Si hay que establecer una relación con el mundo podríamos decir que la impresión es invisible, nos ocurre internamente, pero la expresión es lo más visible que tenemos, y hasta el más mínimo sentimiento, se nos nota en nuestros cuerpos, en nuestras caras, a través de lo que llamamos una emoción.

Hay una relación importante en la que no quiero detenerme ahora, pero que es la relación entre el sentimiento y la emoción: el sentimiento lo sentimos internamente y la emoción es visible, la expresamos ante aquello que sentimos. Lo interesante –y esto es lo último que digo a propósito de eso– es que la expresión de ese sentimiento puede ser distinta en cada uno de nosotros.

Quisiera recoger estos conceptos primero a partir de una experiencia, es una experiencia propia, pero con alguien, que es Joseph Meyer William Turner que está acá en una obra aquí está su título, su nombre, y el año de la obra. Les voy a leer sencillamente, para no detenerme tanto y porque creo que lo que voy a leer nunca lo había expuesto, es primera vez. Es una experiencia que tuve el año 2005 con este artista; leo:

El año 2005 en una visita a la Caixa Forum de Barcelona, que es un museo, una galería, para ver la exposición que mostraba la relación de Turner con la ciudad de Venecia, a través de sus obras, observando y dibujando sus muchas acuarelas y óleos que había en ese minuto, pude ver la relación del pintor con lo que pintó y el por qué de algunas de sus pinturas. Una de las vistas de Venecia llamó más profundamente mi atención, que es algo así: miraba el lienzo intentando descubrir más nítidamente el paisaje y responderme el por qué de ese paisaje –que en ese minuto llamé– tan desprovisto de Venecia, no está Venecia aquí realmente, no podría identificarla; descubro la respuesta a esto en la reseña que acompaña esa obra en particular, que explica que Turner antes de pintar esta obra se pasó algunos días en la habitación de su hotel con puertas y ventanas cerradas, en la oscuridad, para dejar que la ausencia de luz le afectara, una vez transcurrido el tiempo suficiente, algunos días después, abrió las ventanas que daban a la ciudad y pintó. Noto al estar mirando el lienzo que yo estoy siendo de alguna manera arrastrado a ese estado de impresión del artista, expresado en este lienzo, arrastrado a lo que seguramente fue ese destello encandilador, que recibió el artista al momento de abrir la ventana de su hotel. Así su expresión de aquella impresión, está compuesta por trazos que representan perfiles de ciudad escondidos en el abundantes blancos y diferentes blancos, que representan ese golpe de luz en los ojos del artista. Es decir, lo que ha pintado el artista acá, Turner, es su estado de encandilamiento, pintó realmente lo que vio; expresión pictórica muy distinta, a la de Canaletto que también en Venecia, casi 100 años antes que Turner, registrara en sus lienzos naturalistas, en una aparente fidelidad a sus ojos, pero en realidad, más que sus ojos, al razonamiento de lo que sus ojos le dictaban, al ubicarse y disponerse en una condición en la que –distinto a Turner– Venecia es Venecia.

En el caso de Turner, lo que vimos en esta obra es el cuerpo del artista a través de su estado impresión y afección, o su estado de impresión y expresión, estimulada por esta experiencia que a través de esa dislocación del sentido de la vista, a través de buscar el encandilamiento, le permite traspasar –hasta el día de hoy– lo que realmente sintió y vio.

¿En qué se parece esta forma de impresionarse y de expresar algo con los otros? En lo que está ocurriendo hoy día por ejemplo, un acto poético, un acto de bienvenida de la mañana, un juego, reunirnos a aquella hora, cada miércoles, escuchar a los poetas, desplegarse en la duna, comer de una forma cada vez diferente con Ricardo Lang y su Taller, «siempre lo mismo pero nunca igual».

Observar también es una forma de ver más allá, impresionarnos para expresar algo que de otra forma no surgiría, es decir, ser originales. Esta impresión, se transforma en una expresión, pero pasa a través de distintas formas de impresionarnos; podríamos reconocer una impresión física del lugar, podríamos distinguir también una impresión tal vez histórica, que de algún modo está contenida en los habitantes de un lugar, o en el lugar mismo; también podríamos encontrarnos con una impresión social, es decir, en la interacción con aquellos que están en un determinado lugar nos manifiestan; pero también quisiera pensar que existe una impresión poética. Al ser hospitalarios con nosotros mismos, en lugar de esperar que aquello inesperado surja y salir a ver las cosas por primera vez; cada Miércoles es también, una primera vez, y por lo tanto, la hospitalidad la despiertan ustedes, los que llegan. Es algo que discutía con Patricio, la hospitalidad pareciera ser que es algo que trae el que llega y despierta en el que recibe un gesto, una expresión, pero a partir de impresionarse con aquello que nos llega desde fuera.

Y por último, quisiera recordar algo que tiene relación con esta breve interpretación que hago de la hospitalidad, en este estado de impresión, que tiene que ver con los sentidos, que es algo que le escuché en alguna oportunidad a Fabio Cruz, y que considero que fue tal vez una de las principales formas en que distinguí en el puente entre la poesía y la arquitectura. Él dijo que si tenía algo de útil la poesía, si es que lo tiene dentro de la utilidad más pragmática es que «la poesía es capaz de regalarle a la vida lo inesperado». Yo quiero que entender la hospitalidad desde esta capacidad e impresión y expresión, es lo que nos hace entender también el oficio en esa posibilidad de regalarle algo siempre original, es decir, estar abierto a lo que la poesía desplegada en la vida, le puede regalar de inesperado, es ahí donde está la clave entre el pensar, desde una componente poética en nuestros oficios, y el hacer, y creo que es eso que es algo que vivimos permanentemente en nuestra escuela y aquí en la Ciudad Abierta.

Carlos Covarrubias: Tomando como abre el oficio este miércoles, con la celebración de los 60 años; 60 años de escuela… yo me pillé mandando un mail al extranjero hablando de que celebrábamos 100 años, porque le sumé a los sesenta años de la escuela, cuarenta de la Ciudad Abierta –una licencia poética.

100 años de qué; cien años del encuentro de la poesía y el oficio, el oficio expresado primeramente por la arquitectura y el diseño. Es una relación que no tiene antecedentes, o sea yo como poeta no la puedo estudiar en ninguna parte, no tengo información –a pesar de que estamos en el mundo donde todo se puede encontrar– no tengo información de esta relación. Por lo tanto es algo que ha de ocurrir, y cuando algo ha de ocurrir es cuando aparece en plenitud la palabra celebrar. La palabra celebrar es permitir que las cosas ocurran como han de ocurrir; entonces cuando un poeta le pasa la palabra y lo impulsa a decir que estamos en un tiempo de celebrar y este estamos en un tiempo, nos involucra a todos. Cuando el poeta deja pasar eso, empieza como a palpar de que hay que saber pararse para poder celebrar; por ejemplo, pararse con una mirada que es desnuda, cuando uno dice desnuda, es desprotegida, una mirada que sea capaz de verlo, de verlo todo tal como es. Pareciera que para poder ver hay que desnudar la mirada de cualquier otro interés de aquello que está ahí; como yo en la mañana, traíamos el caballo, ese caballo magnífico que si uno no se despoja de todo, no lo va a ver, entonces requiere de un acto de desprendimiento donde cabe perfectamente esa expresión poética del incesante de volver a no ver; para qué, para ver por primera vez.

En la mañana cuando traíamos ese magnífico animal, perfecto, lo más gracioso que se ha creado en la tierra como cuerpo, qué magnificencia. Uno queda enmudecido, por qué, porque tiene que verlo tal como es. Entonces nuestro tiempo de celebración nos está pidiendo dos acciones precisas, ¡Oír y Ver! Y cómo nos preparamos, a la manera de San Francisco –y si quieren ustedes también como nuestro otro Francisco– nos preparamos despojándonos, abriendo el oído, sacándonos los tapones del oído para realmente oír al otro. Hay expresiones populares, “esa persona no quiere ver”, la realidad en verdad se deja ver tal como es, en cuanto uno no quiera perturbarla con una visión interesada de las cosas en la cual o pervierte a la realidad, la despoja de su identidad perfecta o la enmascara, la maquilla, la decora, haciéndolo una ilusión.

Entonces, Vista y Oído, certeza de cualquier celebración.

Manuel Sanfuentes: Una breve nota que recoge lo que señalan Patricio y Fernando sobre la hospitalidad y el afecto. Me acordaba del fragmento de Rimbaud cuando dice: partida en «los afectos y los ruidos nuevos»; [1]Départ Assez vu. La vision s’est rencontrée à tous les airs. Assez eu. Rumeurs des villes, le soir, et au soleil, et toujours. Assez connu. Les arrêts de la vie.     – Ô Rumeurs … Continue reading una manera de pensar o repensar nuevamente cada cosa. El afecto en cuanto lo afectado, cuán afectado se queda; esa mirada que tenía Turner, afecta sus ojos para encontrarse con una luz nueva que representar.

A propósito del silencio de la muerte y la hospitalidad más allá del cuerpo y la reciente muerte del alumno Francisco Vásquez (ARQ T3); le llamaban Efe, imagino que por Francisco; para él y nosotros un poema con F:

fuiste feliz frente a frente
y al fin funesto franqueaste

fieles fueron firmes fracturas
fuegos de féminas fácticas y factibles

fósiles cuando férreas fascinan
fecundos forjadores del futuro

la festiva falsa que frasea su frenesí

a tal fue francisco
al fondo del fragmento familiar y filisteo

fiesta falta y fe de fierros

y el frio fundamental y favorable
fomenta el fresno fenomenal

como una falena fuiste afuera               fatal

a fuentes y floraciones

anfitrión del falansterio frontal
ficticio fardo

fui así furtiva
fantasmal furor
febril figura

un filamento fácil fluctua
las fieras fallan

final felices

Alberto Cruz: El término de nosotros, este término custodia el nosotros, ¿pero qué es custodiar? Veámoslo.

¿Qué es lo que cada cual y todos en el ejercicio que las profesiones van a ejercer? Ya lo dijo el poeta, van a ser custodios de las celebraciones en la ciudad, custodios de las celebraciones a través de la casa, a través de los diseños; entonces, nosotros somos custodios de las celebraciones para ejercer profesiones, ese es el asunto, y para hacer custodios nosotros mismos, clase a clase, custodiamos nuestro ser nosotros, todos estudiando.

¿Y ante esta custodia de relaciones, ante qué y para quién lo hacemos? Lo hemos dicho, y se dice aquí y se vuelve a repetir: para el huésped, para él; pero resulta que a medida que los días pasan y las horas también pasan, el huésped ha adquirido algo que podríamos llamar el huésped mundo, o el mundo huésped, su dimensión es ser mundo y darle hospitalidad al mundo como huésped; o sea, celebramos para ir, por eso ustedes van a ejercer la profesión para realizar estas cosas.

Nosotros, o sea, ustedes y todos nosotros y yo, decimos de que esto es una situación muy terrible o grave, por la siguiente cosa: la creatividad nuestra, esa que custodiamos, de dar hospitalidad al mundo, esa no es sin altos y bajos, en que hay días y tiempos en que se pierde la capacidad y potencia de la celebración, se pierde la capacidad y potencia de saber lo que es celebrar, y vuelve sobre uno un gran desamparo, en que se siente abandonado por sí mismo, por sus compañeros, por sus amigos, por el país, por el mundo; todos tenemos que vivir esta tribulación.

Todo lo que digo anteriormente se produce en este pulso que va de tribulación en algo que nos dice nuestro santo patrono San Francisco de Asís, y que son los himnos de alabanza, el himno de alabanza; nosotros salimos de la tribulación para entrar a poder enunciar un himno de alabanza, nuestro obrar, nuestras obras. Y este himno de alabanza de San Francisco, él con su hermana pobreza, es una alabanza pobre respecto a quién alaba; la riqueza de San Francisco y la riqueza de la alabanza de San Francisco y la riqueza de quien nos transmite es que es una alabanza pobre, pero es alabanza.

Entonces con San Francisco padeciendo este ir y venir, este vaivén de la tribulación ante el mundo-huésped o huésped-mundo nosotros asumimos, cada cual en el oficiar su oficio, ser un celebrante, un celebrador de lo que señala la vida, ese es nuestro asunto, esa es nuestra cosa. Así que ténganlo presente para continuar la custodia que nos dará el ritmo que les he anunciado aquí.

References

References
1 Départ
Assez vu. La vision s’est rencontrée à tous les airs.
Assez eu. Rumeurs des villes, le soir, et au soleil, et toujours.
Assez connu. Les arrêts de la vie.     – Ô Rumeurs et Visions !
Départ dans l’affection et le bruit neufs !

Illuminations, Arthur Rimbaud 1872.

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