marzo 14, 2011

Densidad habitable, armonía que constituye un privilegio

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Una calle en el Cerro Alegre en Valparaíso.

A poca distancia los autos estacionados, unos magníficos perfiles concebidos para la velocidad, hoy perfiles aerodinámicos, vinculados a la eficiencia energética para estas superficies de doble curvatura.

Pero estos autos están en su otro estado, detenidos en esta calle que es estrecha pero habitable, estamos ante una fachada cuidada, que aún en el escorzo nos muestra su potencia espacial, es espacio medido que le da luz al vacío de la calzada para ir.

Y los autos que han desarrollado un tamaño personal, para cuatro personas quietas y próximas, es menos que una estancia, ellos acompañan al transeúnte con sus superficies cuidadas y brillantes.

Podemos decir que en este lugar compuesto por distintos espacios la fachada cuidada, el ancho suficiente de la acera, y los autos, estamos en una extensión armónica. Es posible reconocer que se trata de un privilegio. Este estado armónico del espacio público es un privilegio, ya que está ocupado, no está lleno y ciertamente no está despoblado, es decir, es un lugar apreciado y denso, y al mismo tiempo no es un lugar en crisis, por ejemplo con un inmenso tráfico.

Nombrar esta armonía en el espacio público como un privilegio es lícito porque es la presencia de otra extensión que no vemos que son los interiores.

English version by Mary Ann Steane.

 

Habitable density, harmony that constitutes a privilege

A street on the Alegre Hill in Valparaíso.

At a little distance parked cars, some magnificent profiles conceived for speed, today aerodynamic profiles, these surfaces of double curvature being linked with energy efficiency.

But these cars are in their other state, when left in this street that is narrow but habitable. We stand before a precisely ordered facade, that even when foreshortened shows us its spatial power. It creates measured space that gives light to the void of the roadway.

And the cars that have developed a personal size, for four people, calm and close-together, that is less than a room, accompany the passer-by with their precise brilliant surfaces.

We can say that in this place made up of distinct spaces: the precise facade, somewhere sufficiently wide for a pavement, and the cars, we are in a harmonic situation. It is possible to recognize one is dealing with a privilege. This harmonic state of public space is a privilege: even when occupied it is not full, and certainly it is not deserted, that is to say, it is a place both valued and dense, and at the same time not a place in crisis, for example as a result of an immense amount of traffic.

To name this harmony in public space as a privilege is allowable because it depends on the presence of another expanse that we do not see, the interior.