julio 19, 2010

Una Reoriginación Poética. La reforma de 1967

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LA REFORMA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO DE 1967.

UNA REORIGINACIÓN POÉTICA.

Godofredo Iommi en 1969

Introducción

El 15 de junio de 1967 se firmó, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, un manifiesto que fue el primer paso público de lo que posteriormente se llamó la reforma universitaria. Dicho manifiesto es de vital importancia puesto que en él se encuentran los fundamentos de un movimiento que provocó dicha reforma no sólo en la Universidad Católica de Valparaíso sino que se extendió luego al resto de las universidades nacionales de la época. Los planteamientos del manifiesto abarcan toda una serie de temas y tópicos que, por su variedad e implicancias, no es posible tratar aquí, pero algunos de sus aspectos serán revisados en orden a establecer la relación entre los anhelos del movimiento reformista y la posterior organización efectiva tanto de la misma Escuela de Arquitectura, de otras facultades e Institutos de la UCV y finalmente la fundación de la Ciudad Abierta de Ritoque.

Aquí se plantearán ciertas preguntas en orden a establecer relaciones entre la organización o empresa que era la Escuela de Arquitectura y la Universidad misma, y el movimiento reformista. Es decir, se trata de un intento por iluminar la capacidad de una entidad, como la Escuela de Arquitectura –de objetivos en principio solamente artísticos–, para transformar completamente su entorno más directo (la Universidad); su relación con un ámbito mayor (la sociedad a nivel nacional) y finalmente su capacidad para transformarse a sí misma. Para que una organización emprenda con relativo éxito un proceso de esta magnitud, deben existir ciertos factores que se disponen y se conciertan de tal forma, que la coyuntura política, social, económica, artística, académica, etc. se vea por completo influenciada. De partida es necesario concederle a una organización la posibilidad de que ciertas transformaciones sociales nazcan en su íntimo seno, que pueda ser ella provocadora de cambios notables en un ámbito mayor que el de su estricta incumbencia directa. Sucesos y ejemplos como éste, sucedido hace más de cuarenta años, apoyan la idea de estudiar a la universidad no como un elemento menor dentro del marco general de la economía, sino como un agente activo y preponderante en el desarrollo de ésta y también de la sociedad completa. El factor económico no es mencionado en forma explícita por el manifiesto y se hacen sólo referencias medianamente lejanas a la situación de pobreza y escasez de recursos que vivía entonces la universidad. Pero veremos que en el curso mismos de los hechos, el problema financiero sí es mencionado y además expuesto como una situación bastante elocuente que justificaba las demandas de los reformistas. Sin embargo se trata, al final, de concederle al ámbito universitario ir más allá de las fronteras de una “reforma”, hasta alcanzar una verdadera reoriginación.

En el transcurso de esta breve investigación han ido apareciendo datos, personajes y situaciones que ameritan su ampliación para abarcar no tanto un espectro mayor de tiempo ni de hechos, sino una mejor profundidad; para así intentar crear una interpretación que aporte novedad a la historia de estos asuntos. Para no caer en esa carencia de profundidad es que este estudio está planteado como un inicio o primera parte y se divide en dos breves pasos:

Queda pendiente como cuestión fundamental las entrevistas a las personas que participaron directamente de los hechos. En un comienzo los entrevistados iban a ser solamente el profesor y arquitecto Fabio Cruz (hoy fallecido) y el profesor y arquitecto Alberto Cruz C. Sin embargo en diversos documentos y declaraciones fueron apareciendo nombres de otros profesores y personas que ameritaban ampliar estas entrevistas. Nombres que hoy están encumbrados en altos cargos públicos como el de José Miguel Insulza (presidente de la UFUCH de la época) y otros como los de los profesores Romolo Trebbi, Claudio Díaz, Ernesto Rodríguez, Hugo Montes y otros que aparecen firmando declaraciones y documentos y que fueron o son profesores de la UCV o se encuentran relativamente vinculados a ella.

I. Introducción al manifiesto del 15 de Julio y a la Escuela de Arquitectura.

La Escuela de Arquitectura fue refundada en 1952 cuando un grupo de arquitectos fueron separados de sus labores docentes en la Universidad Católica de Santiago. El Padre Gonzáles, entonces rector de la UCV, los invitó a integrarse a esta casa de estudios. Un total de seis aceptaron el ofrecimiento y se vinieron a Viña del Mar. Eran los arquitectos Alberto Cruz, Miguel Eyquem, Fabio Cruz, Arturo Baeza, José Vial, el pintor Francisco Méndez y el poeta Godofredo Iommi. Muy poco tiempo después se les unió el escultor argentino Claudio Girola. Los planteamientos que este grupo traía para el ejercicio de la docencia y del oficio eran por completo nuevos y se basaban en la relación entre la poesía y los oficios[1]. Esta relación es extremadamente compleja (pero no por eso complicada) y el hecho de que se mantenga como el fundamento principal de dicha Escuela en la actualidad, indica que su realidad ha sido fructífera a lo largo de los años. Esta relación requiere ser aclarada, al menos en términos generales, porque va a explicar la notable cohesión entre los profesores y los alumnos de la Escuela de arquitectura durante los meses que duró el conflicto de la reforma.
TRA ame 65 - Primera Travesía de Amereida - 082

Fabio Cruz en la travesía de 1965

Lo que permite la relación entre la palabra poética y la arquitectura es que la poesía es considerada como un lenguaje primero u originario, anterior a la forma de cualquier otro tipo de leguaje. Decir anterior no quiere decir mejor ni superior, sino que sitúa a la poesía en el fundamento mismo del ser humano como la posibilidad de que el hombre sea hombre. Es la palabra lo que le otorga al hombre su condición de tal, y en ese sentido la poesía es la expresión máxima de toda palabra. Una poesía ubicada en estos términos no tiene nada que ver con la literatura, que sería ya un lenguaje equivalente al de las matemáticas, la filosofía o la historia. Más que en el lenguaje, la poesía está sumida en la lengua misma y su misión, por cierto difícil[2], es abrir y nombrar para que las cosas tengan existencia. Así, cualquier oficio puede ser considerado arte en la medida que su oficiar devenga en creación y cualquier oficio, no sólo la arquitectura, tiene o puede tener una relación fructífera y trascendente con la poesía[3].

La relación de la que hablo implicó para este grupo de artistas un modo de vida que a través de la docencia universitaria fue traspasado a los alumnos de la Escuela. El modo de la Escuela para enseñar el oficio de la arquitectura (y hoy además de los diseños) requiere de un fuerte compromiso en el trabajo, en el estudio y también en la vida. Se enseñaba de forma más cercana a la relación maestro-discípulo que a profesor-alumno[4]. El rol y la injerencia del poeta Godofredo Iommi en todos los ámbitos de la Escuela fue decisivo a la hora de construir un cuerpo unido y preparado para enfrentar el proceso de la reforma. Iommi no sólo es prácticamente el redactor del manifiesto (aparece firmado por la totalidad de alumnos y profesores, pero fue él quien lo escribió), sino que participó activamente en asambleas y reuniones tanto dentro como fuera de la Escuela. Pero antes de revisar su papel o influencia como factor determinante y después de estas breves consideraciones vamos a revisar el manifiesto mismo. Dada su extensión he seleccionado tres partes relevantes para el desarrollo inmediato de mi proposición.

II. Poder, economía, poética.

a) Situación del Poder.

Extracto Primero.

“Desde la Independencia hasta nuestros días -unas veces más, otras menos, algunas con fortuna, otras con reveses-, nuestra América ha sido continuamente velada por sus propios hijos, importando sin cesar y mudando veleidosa y continuamente nociones e ideologías puestas al servicio de quienes detentaron o aspiraron al poder.”

El poder fue una preocupación notable durante el conflicto de la reforma. No se puede decir que el poder haya sido el motivo central de las discrepancias, pero en la revisión de las declaraciones y esfuerzos de los protagonistas se observa una insistencia en este aspecto. La Universidad Católica de Valparaíso, al igual que la mayoría de las universidades chilenas, poseía un sistema de gobierno estructurado desde fuera de ella. En este caso, desde la jerarquía de la Iglesia Católica[5]. El Obispo de Valparaíso, Emilio Tagle Covarrubias, era el Gran Canciller de la Universidad y nombraba directamente al rector (Arturo Zavala durante la reforma), vicerrectores, decanos y miembros del Consejo Superior, por un período indefinido de tiempo. Las finanzas no eran de conocimiento público y en términos generales se puede decir que era un poder no democrático. En estas circunstancias sucede que las autoridades no deben rendir cuenta de su gestión y si lo hicieron bien o mal no trae mayores consecuencias. Por otro lado se obtiene que el gobierno de la Universidad es ejercido por una autoridad eclesiástica y no por una académica, y este sólo hecho puede provocar, independiente de la calidad de la gestión de dicha autoridad, el anhelo normal y evidente de las personas de ser gobernadas por sus pares, es decir por académicos. En otras palabras el anhelo de autonomía. En todo caso, al principio del movimiento no se cuestionó la honorabilidad del rector en ejercicio, sino sólo el estatuto del cargo “rector”. Tampoco se intervino en contra del obispo, por el contrario, se reconoció en todo momento la autoridad de la iglesia, aunque se exigía que ésta tuviese un rol orientador más que de gobierno directo[6]. El obispo, enfrente de las publicaciones de la Escuela de Arquitectura y la de las demás escuelas y facultades[7] que se sumaron de inmediato, resuelve crear una comisión de reforma que atendiese las peticiones y demandas de los reformistas[8]. Sin embargo, al mismo tiempo el obispo no acepta la renuncia del rector Zavala dando una clara señal de que el poder lo sostiene él por mandato directo de la Santa Sede y se muestra dispuesto a no ceder ni un ápice al respecto[9]. Durante una reunión del Consejo Superior ocurre entonces el cisma decisivo; un grupo mayoritario que propone la reestructuración inmediata y otro sector minoritario que, si bien apoya la reforma, rechaza la destitución del rector y se alinea con la autoridad eclesiástica. Se forma un Consejo Superior disidente que declara en definitiva su independencia absoluta del rector y de los consejeros superiores que han sido nombrados por el obispo y propone llevar adelante una serie de medidas democratizadoras, comenzando por la celebración de un Claustro Pleno constituyente. En la casa central ocupada por los estudiantes se dan a la tarea de realizar estos primeros cambios.

El obispo, el rector y sus consejeros determinan destituir de sus cargos a los consejeros disidentes y declaran como ilegal cualquier resolución y acción que estos lleven adelante[10]. La disputa por el poder entra en su momento más álgido y se suceden una serie de declaraciones en la prensa en que uno y otro bando se acusan mutuamente. Las pasiones y la intransigencia derivan en un cuadro en el que la Universidad queda efectivamente sin gobierno mientras intervienen otros sectores de la sociedad. Por un lado el bando conservador que tiene voz en El Mercurio de Santiago[11] y por el otro organizaciones obreras[12] y casi la totalidad de las federaciones estudiantiles del país[13]. Aparentemente, la mayoría de las autoridades (por cierto designadas) de las facultades y escuelas se “bajan” del movimiento; solamente la Escuela de Arquitectura en pleno lo sostiene, pero están también la mayor parte de los profesores de la Universidad y prácticamente todos los estudiantes. El problema del poder se convierte en una cuestión de principios incluso en el ámbito de la justicia, en el cual se debate por ejemplo el derecho a la rebelión frente a una autoridad que si bien puede ser “legal”, es a su vez “ilegítima”. El obispo no otorgará ninguna concesión mientras no se reconozca su autoridad “legal”[14] y los estudiantes y profesores, más la Escuela de Arquitectura, no cederán mientras no se reconozca que dicha autoridad es “ilegítima”[15] y que el derecho inalienable a la autonomía pasa necesariamente por elecciones directas de todas las autoridades[16].

La organización completa de la Universidad se ve enfrentada a su propia renovación con una disputa de poder interno que sobrepasa sus fronteras y que se convierte en una cuestión de índole social cuando en último término lo que está en juego es la libertad[17], entendida en su más amplio y hondo sentido. En el fondo, el debate siempre estuvo en conceptos superiores a las cuestiones administrativas, que fueron en verdad más una excusa que la materia misma del asunto. Hay que hacer notar que estos asuntos “administrativos” no eran menores y de ellos se desprende en un primer nivel la gobernabilidad de la institución, pero la reforma apuntaba a valores y no a solucionar materias de orden meramente práctico[18].
EX abi 71 - Partido General de Ciudad Abierta - 012

Alberto Cruz, en 1971, explicando el partido general de la Ciudad Abierta

b) Situación de un aspecto económico.

Extracto Segundo.

“Debemos reconocer la falta real de investigación generalmente confundida con el ejercicio de sus técnicas peculiares o con la descripción de fenómenos, pues no hay investigación fundamental sino donde comparece o una relación distinta de causa a efecto o una estructura o relación peculiar de orden lógico, ni hay investigación aplicada sin esa base pues esta es generalmente consecuencia de aquella; reconocer que para su probable existencia se requiere la consolidación de instituciones y personas que se ejercitan y transmiten durante no pocas promociones de estudiosos, siquiera una practica científica; reconocer la peculiaridad de tales condiciones no accesibles a todos y en consecuencia revalorizar y dignificar la docencia, que es principalmente pedagogía, medio y método de eficaz transmisión de conocimientos y no investigación ni práctica científica; reconocer el valor exacto que ocupan las profesiones u oficios (Sic) dentro de la Universidad para no convertirlas en el criterio casi exclusivo y ordenador de los fondos y orientación universitaria, es la tarea decisiva de esta hora.”

Si bien este párrafo del manifiesto apunta esencialmente a la investigación dentro de la Universidad me concentraré en lo que se llama “el criterio ordenador de los fondos”. Para comprender a cabalidad la situación financiera de la Universidad en los días de la reforma, sería necesario acceder a documentos como balances, estados de cuentas y otros. Esta investigación no puede abarcar, por el momento, esa zona; pero sí puede atender a ciertos documentos que denuncian y exponen al menos una parte de esa situación. Dije al principio que si bien durante el conflicto el debate general no se centró sobre cuestiones de índole económicas o financieras, en el momento más radicalizado se hicieron públicas denuncias en torno a estos asuntos[19]. La reforma pretendía, al establecer un régimen democrático al interior del plantel, el manejo de los dineros para decidir completamente sobre ellos. La autonomía política de las escuelas, institutos y facultades, también implicaba el acceso a fondos propios de libre disposición. Se consideraba que la gestión económica había sido en extremo deficiente por parte de la administración de Zavala[20], derivando en una suerte de “empobrecimiento” de la Universidad. Se cuestionó profundamente no sólo la mala administración de los recursos en el sentido de ser mal invertidos o de cometerse errores en el gasto, sino que además se postuló que tales recursos no tenían posibilidad de ser bien aprovechados debido no a la incapacidad de sus administradores, sino porque en la estructura del poder[21], estos administradores no podrían ser eficientes aún cuando sus intenciones fuesen las mejores. Las acusaciones recibieron respuestas vagas y poco satisfactorias de parte de la autoridad[22].

Los fondos de la Universidad provenían del estado y en ese sentido se manejaban como otras instituciones públicas. Se mantenía sobre ella la idea de la empresa-estado o estado-empresario, concepto sostenido desde la crisis de 1929 y que va a cambiar en el mundo precisamente en estos años. Las empresas económicas estatales y muy especialmente ciertas instituciones públicas, como las universidades, eran pensadas no como causa de la economía sino como su consecuencia y podían, por ejemplo, arrastrar deudas dados sus objetivos de mediano y largo plazo. La llegada de la economía industrial cambia estas relaciones hacia modelos en donde la empresa u organización adquiere más protagonismo dentro de los factores que construyen al sistema económico.

La solución del conflicto no pasaba solamente por resolver o reorganizar un departamento de finanzas, no era sólo que se hicieran públicos los balances y los estados de cuenta. Se trataba también de la distribución desigual de los salarios. Aquí se toca un punto delicado, puesto que si bien se reconocía que la Universidad no era una empresa con fines de lucro –de hecho ni siquiera debía autofinanciarse como ocurre hoy día–, al existir una “injusticia” en los sueldos se produce un desajuste que afecta ya no sólo a los empleados (sean profesores o administrativos), sino que a sus familias y junto con ellas a un grupo más extenso dentro de la sociedad. Aunque la Universidad era una empresa relativamente pequeña dentro de la escala nacional, su situación económica debía condecirse con la realidad. Es decir, se pretendía readecuar no sólo el valor económico de la docencia, sino que su lugar y trascendencia en la sociedad. Hasta nuestros días las remuneraciones de un profesor universitario, sobretodo en las llamadas universidades tradicionales, son bajas si se las compara con otras actividades profesionales que requieren incluso menor preparación, pero la sociedad reconoce en parte que la enseñanza es una vocación altruista y se respeta a quienes la llevan adelante. Las universidades tradicionales hoy son reconocidas como centros esenciales del conocimiento y como núcleos indispensables del desarrollo o progreso de la sociedad. Si bien es cierto que los criterios economicistas actuales tienden a disminuir sus capacidades de acción y de crecimiento (sobretodo comparándolas y homologándolas con las universidades privadas), también es verdad que, en general y en cierta medida, se las respeta y se las reconoce en su aporte al crecimiento íntegro del país.

El conflicto, que posee muchas otras aristas y distingos importantísimos que no caben en esta relación, fue superado finalmente el 8 de agosto de 1967. La reforma provocó un cambio radical en la estructura total de la Universidad Católica de Valparaíso y en cuanto al aspecto económico, finalmente se estructuró una organización evidentemente más moderna y eficiente[23].

c) La Situación Poética.

Extracto Tercero.

“Tenemos conciencia que damos este paso decisivo sin confiar en ningún éxito ni temer ningún fracaso, pues estimamos que la batalla sin concesiones para reoriginar nuestra Universidad y el llamado a la renovación que implicará para todas las Universidades, es ya de suyo una misión suficiente.
Por lo tanto, declaramos caducas, por incapaces, las autoridades vigentes de la Universidad Católica de Valparaíso. No reconocemos la tuición del Rector, del representante del Gran Canciller, ni del actual Consejo Superior. Declaramos acéfala la Dirección de nuestra casa de estudios y proponemos su reestructuración, a fin de que, por ejemplo, la vivienda, la sociedad, la historia y el urbanismo en América Latina puedan ser vistos con ojos propios; el desierto y los desiertos como las selvas, las floras y las faunas y los grandes ríos americanos; las Patagonias y sus montañas, se hagan patentes en la contemplación o libre estudio y sea en un futuro próximo, tales como el estudio del derecho (que no las leyes) de propiedad: o el régimen agrario. etc.; las técnicas adecuadas, materia viva de nuestras Universidades, que así, y no de otro modo, la Universidad cumple su objeto en la sociedad de sus hombres.”

Luego de lo expuesto en los dos acápites anteriores, me referiré a lo que me parece la cuestión fundamental de este tema. Estamos acostumbrados a que los diversos acontecimientos de la realidad, ya sean cotidianos o extraordinarios, puedan ser explicados desde puntos de vista o perspectivas que tienden a ubicar estos hechos dentro de fenómenos generales. Es decir, que cumplen con ciertos parámetros o reglas –complejas o simples– que los ordenan de acuerdo grandes lineamientos históricos. La identidad de los sucesos se resuelve por comparación: “esto tiene identidad porque precisamente es idéntico a esto otro” y allí lo reconozco y en ello me oriento. La oposición conservadora al movimiento del año 1967 intentó este método para desvirtuar lo que en ella había de novedad[24]. Pero si bien el movimiento del año ’67 se conoce hoy como la “reforma” universitaria, el sentido primigenio de dicho movimiento no puede ser “idéntico” ni análogo a otras reformas que conoce la historia. Los términos revolución o rebelión también nos llevan a la inevitable comparación con sucesos de otra naturaleza (sobretodo política) que por supuesto se parecen y tienen puntos en donde se puede apoyar una comparación, pero el análisis de ciertos documentos y textos (sobretodo el manifiesto del 15 de junio) me conduce a otras conclusiones. Los sucesos del año ’67 no nacen por una voluntad ni política ni social ni económica, etc. Lo que ocurre en verdad es la aparición de una voluntad de reoriginación. Es evidente, por todo lo expuesto hasta ahora, que el movimiento sí alcanzó a producir cambios en los campos recién mencionados, pero ni sus causas ni sus consecuencias finales pueden leerse a la luz de estructuras establecidas como un código común válido para todos los tiempos. Una reforma (o una revolución) es de inmediato entendida como un movimiento de fuerzas que propende a cambiar los aspectos formales y la relación del poder que un determinado cuerpo u organización ostenta sobre otro, sean estos religiosos, políticos, etc. Y el poder se entiende aquí como una herramienta de dominación –de toda índole– de unos sobre otros. Pero sustancialmente siguen existiendo esas mismas relaciones de poder aún cuando la balanza se incline hacia uno u otro lado. En este sentido la “democratización”, por ejemplo de una institución como la UCV, no consiste necesariamente en que el poder se disipe y desaparezca como herramienta de dominación, sino en que éste se establezca como medio de comunicación eficiente, gracias a un consenso acordado por las partes. La reforma de la Universidad finalmente tendió a este tipo de democratización, en la que el consenso para el ejercicio del poder permitió mejoras económicas como la redistribución de los ingresos y un aprovechamiento más racional de los recursos. Pero lo que plantea una reoriginación son más que este tipo de modificaciones. De hecho, se trata de otra cosa que un cambio en la forma del poder o del uso del dinero.

Me refiero a que en un fondo no necesariamente claro y evidente (pero sí real y existente), la reoriginación de la universidad estaba planteada como un cambio muchísimo más radical y que sus consecuencias se manifestaron no tanto en la UCV, sino que en la Escuela de Arquitectura. Se desprende del extracto tercero que encabeza este acápite, que cuando se habla de América Latina y del objeto que ha de ser la universidad en la sociedad de sus hombres, se está haciendo una formulación poética. Sólo la poesía puede reoriginar puesto que ella, como dije al comienzo, se sitúa en el principio de todas las cosas así es que desde ella se obtiene un origen. Y sólo aquellos que tienen un origen pueden tener un destino. Se trata de fundar, del primer golpe –el de la puesta en marcha– para que América toda sea sí misma. Digo que sólo la poesía da con el origen porque ella establece la identidad de los pueblos en la medida que les canta sus leyendas épicamente. En la leyenda está el fundamento que permite a los integrantes de una raza, un pueblo o una nación, actuar y participar de una intimidad que por profunda casi no se menciona, pero que sin embargo conduce y guía. Esa identidad primera que nombra el manifiesto es la de “americanos”, por lo que el cambio propuesto no acaba con lo sucedido en la UCV. Se requiere de mucho más para que acontezca la verdadera reoriginación. El anhelo, por cierto utópico, de los profesores y alumnos de la escuela de arquitectura, los llevó –tres años después de la reforma- a la fundación de la Ciudad Abierta de Ritoque.

Notas

Nota 1

«Nos parece que la condición humana es poética vale decir que por ella el hombre vive libremente y sin cesar en la vigilia y coraje de hacer un mundo.

El coraje de la condición humana, al que también llamaremos virtud, surge necesariamente. Sus apariciones abren un campo del cual se configuran los oficios y las artes humanos…”

“Pero el hombre es impensable sin palabra y sin posición. Mudo sordo, ciego, cerebro solo, tendría posición y palabra -sabe Dios cual- pero la tendría.

Posición y Palabra -Arquitectura y Poesía…”

Los Pizarrones (3). Texto original de Alberto Cruz C. Manuscrito para la Exposición de los 20 años de la Escuela de Arquitectura en el Museo Nacional de Bellas Artes (1972).

Nota 2:

“La misión de la poesía es difícil. Ella no se mezcla con los acontecimientos de la política, a la manera como se gobierna un pueblo: no hace alusión a los períodos históricos, a los golpes de estado, a los regicidios, a las intrigas de corte. No habla de las luchas que debe sostener el hombre excepcionalmente, con él mismo, con sus pasiones. Ella descubre las leyes que hacen vivir a la política teórica, la paz universal, las refutaciones de Maquiavelo, los cucuruchos de papel de que se compone la obra de Proudhon, la sicología de la humanidad”

Lautréamont. Obra Completa, Pág. 569. Ediciones Akal, Madrid, 1988.

Nota 3:

“Ahora bien, ese coraje o virtud, además de extender un campo donde se suscitan los oficios, pide desde lo más propio de sí mismo, ser manifestado como  trazo, con virtud o coraje creador. Pide resplandecer como tal. Cuando así resplandece decimos que es un Arte. En consecuencia, creemos que todos los oficios son un Arte cuando hacen resplandecer ese coraje conjuntamente con aquello que les es peculiar (ciencias, técnicas, filosofías, etc.).”

Los Pizarrones (4). Texto original de Alberto Cruz C. Manuscrito para la Exposición de los 20 años de la Escuela de Arquitectura en el Museo Nacional de Bellas Artes (1972).

Nota 4:

“a través de los 15 años de existencia y permanencia en torno a un propósito, a un método docente y a un ininterrumpido estudio que nos llevara a fundar y sostener hasta hoy una real comunidad de maestros, profesores y alumnos, nuestra Facultad e Instituto de Arquitectura pueden constatar la perversión e incapacidad de nuestras Universidades.”

Declaración del Consejo de Profesores, del Instituto y del Pleno de Alumnos de la Escuela de Arquitectura de la UCV. Publicado en El Mercurio de Valparaíso el 17 de junio de 1967

Nota 5:

“Titulo III. De sus Autoridades

Párrafo I. Del Gran Canciller y demás autoridades académicas

Art.8.-  La autoridad máxima de la Universidad Católica de Valparaíso es el Gran Canciller, que será el Ordinario de Valparaíso, quien la presidirá y vigilará a nombre de la Santa Sede, de conformidad al Art. 14 de la Constitución Apostólica “Deus Scienciarum Dominus” y al Art. 5ø “Ordinationum”, añadida a la misma Constitución Apostólica.

Son asimismo, autoridades académicas de la Universidad el Rector, el Consejo Superior, el Vice-Rector o Vicerrectores Académicos y el Secretario General.

Lo son, también, en sus respectivas Facultades, Escuelas, Institutos u organismos universitarios, los Decanos y Directores.

Lo dicho se entiende sin perjuicio de las funciones y autoridad de los jefes de departamentos o secciones administrativas que se establecerán en un Reglamento Administrativo de la Universidad.

Art.9.  Son atribuciones privativas del Gran Canciller:

a) Modificar, cambiar o derogar en cualquier tiempo, el Estatuto Orgánico de la Universidad, con autorización de la Sagrada Congregación de Seminarios y Estudios Universitarios, respecto a las modificaciones esenciales aprobar el Reglamento de dicho Estatuto y sus reformas;

c) Aprobar o rechazar la proposición del Consejo Superior sobre creación de nuevas Escuelas o Institutos.

d) Nombrar y remover al Rector de la Universidad, previa aprobación de la Sagrada Congregación de Seminarios y Estudios Universitarios

g) Autorizar la enajenación y gravamen de bienes raíces de la Universidad, con la aprobaci6n de la Santa Sede, cuando proceda conforme al Derecho Can6nico.

h) Nombrar y remover a propuesta del Rector, yen las condiciones previstas en el Estatuto Orgánico, a los Vice-Rector res Académicos, al Secretario General de la Universidad, a los Decanos de Facu1tades, a los Consejeros del Consejo Superior nombrar asimismo a los Consejeros del Consejo Administrativo.”

Reglamento del estatuto orgánico de la UCV; aprobado en sesión del Consejo Superior del 6 de julio 1962.

Nota 6:

“… interrogado por LA NACIóN el decano de Arquitectura respecto a estas declaraciones del Obispo, nos manifestó: Para nosotros la legítima autoridad de la Universidad en este momento, reside en el Obispo de Valparaíso, Monseñor Emilio Tagle Covarrubias. No reconocemos, por encima de las Facultades, otra autoridad. Respecto a su pregunta, hemos planteado al Obispo tres puntos básicos para nosotros, acerca de los cuales él deberá  determinar, y en espera de cuya respuesta estamos. Ellos son:

1.- “Cuál va a ser la vinculación efectiva de la Universidad con la Iglesia…”

La Nación, Santiago. 22 de Junio, 1967

Nota 7:

“Los Profesores de la Escuela de Negocios, constituidos en Consejo después de informarnos detenidamente y de ponderar con extremo cuidado la grave situación planteada por la Facultad de arquitectura y Urbanismo y el Instituto de Arquitectura de nuestra Universidad Católica de Valparaíso, acordamos manifestarnos a través del siguiente texto:

1.- En los últimos tiempos hemos visto con creciente temor un lento pero seguro desquiciamiento de los exactos y rigurosos fines de la Universidad, en su esencial y precisa dimensión de docentes y alumnos que han consentido libremente en articular una comunidad destinada a esclarecer la verdad y a instaurar la ciencia. Las causas que han gravitado tan peligrosamente sobre el destino de la vida universitaria están, creemos, firmemente contenidas en los siguientes apartados:

a.- El poder, necesario instrumento para poner en marcha la tarea universitaria , ha sido acumulado por ese organismo administrativo llamado “rectoría” en detrimento de la necesaria “participación” que de él deben y han de tener los docentes y alumnos. De hecho, como es de todos sabido, jamás ha existido un Claustro dotado de los medios de control adecuados para ejercer una tuición sobre esa acumulación de soberanos poderes. Ni tampoco, por otra parte, el Consejo Superior contiene en su misma estructura los recursos legales para una labor de esa naturaleza…”

Consejo Extraordinario de los Profesores de la Escuela de Negocios Universidad Católica de Valparaíso. Declaración. Viña del Mar. a las 11 de la mañana. Junio 16, 1967.

“A los acuerdos ya dados a conocer de la federación de Estudiantes, de la Facultad de la Ciencias Jurídicas y Sociales, de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemática, del Instituto de ingeniería y otros se agrega ahora el adoptado ayer por el Instituto de Ciencias Sociales y Desarrollo que indica:

Declaración del Consejo de Docentes del Instituto de Ciencias Sociales y Desarrollo. A la comunidad universitaria, el Instituto de Ciencias Sociales y Desarrollo de la UCV ante la crisis que se ha producido declara:

1..- Que dicha crisis no constituye un acontecimiento aislado, ocasional e irracional, sino que es una manifestación de la caducidad del sistema vigente. El Instituto se declara abiertamente en favor de la superación del statu quo.

2.- Por ello, participa en lo fundamental de los diagnósticos que se han hecho acerca de la crisis total de nuestra Universidad por los diversos sectores.”

La Unión, Valparaíso. 19 de junio, 1967

Nota 8:

“Nombraré‚ una Comisión que yo mismo presidiré‚ampliamente representativa de la comunidad universitaria para que en el plazo de 30 días proponga todas aquellas reformas de los Estatutos y Reglamentos, especialmente en lo que se refiere a la participación en la elección de los cargos. que responda a los justos anhelos y valores positivos que estén en las mentes, lo que será  participado en un Claustro Pleno.”

El Mercurio de Valparaíso, 20 de junio de 1967.

Nota 9

“… Pero ese encomiable propósito ha sido desviado por cauces inaceptables.

la reforma universitaria es un problema complejo y delicado, que requiere ser estudiado profunda y serenamente. Debe realizarse dentro del marco jurídico y el respeto a las personas ya la autoridad.

La Universidad es, por esencia, una institución educadora, y por eso todos sus actos deben revestir tal carácter.

Proceder de otra manera significa hacerla descender de su nivel y con eso no sólo atentar contra ella sino causar a la sociedad un daño inmerecido.

La validez de las reformas requieren indispensablemente el que no se fundamente en la violación de las normas fundamentales.

Ante el movimiento en su favor el Consejo Superior de la Universidad tomó acuerdos que están fuera de sus atribuciones, mientras el rector se hallaba ausente del país, llamó a elecciones de un nuevo Rector en el plazo de 30 días, declarando, al mismo tiempo, la reorganizaci6n de la Universidad.

Ante tal acuerdo, cumplí con el deber de declararlo inválido.”

Texto de la declaración del Obispo Tagle. El Mercurio de Valparaíso, 22 de junio de 1967.

Nota 10

“…Cuando parecía producirse el acuerdo, surgió la exigencia de la salida del Rector.

Esta presión importaba el desconocimiento del principio de autoridad.

El respeto a las persona y a su carta fundamental constituye un orgullo que distingue a los chilenos.

No prosperan en esta tierra los atentados a la autoridad, y con eso a los fundamentos de nuestras instituciones;

Somos un país democrático.

Tenía, como chileno, como cristiano y como Obispo, el deber de exigir ese respeto.

Desgraciadamente, algunos miembros del Consejo Superior se han atrevido a desconocer la autoridad.

Cumplo con el deber de declarar que han cesado en sus cargos. Por eso sus actuaciones carecen de todo valor y no pueden ser obedecidas…”

Texto de la declaración del Obispo Tagle. El Mercurio de Valparaíso, 22 de junio de 1967.

Nota 11

“ Los alumnos de la Universidad Católica de Valparaíso se han apoderado del edificio exigiendo del Consejo Superior la pronta convocatoria a una elección de Rector, con participación de profesores, alumnos y personal administrativo. Estos hechos de reciente data y otros de una no muy lejana, acaecidos en nuestras universidades, como también sucesos similares en la educación secundaria, nos hacen pensar no sólo en lo perniciosa que es la actividad política que inequívocamente se nota en algunos de estos actos, sino también en algo que es más grave y lamentable aún, la pérdida del principio de autoridad, de la disciplina y de la jerarquía que estas experimentando nuestros planteles de enseñanza superior.”

Editorial de El Mercurio de Santiago. 22 de junio, 1967.

“…La reflexión que se impone es que si este estado de cosas siguiera prolongándose y los desmanes de hecho y de actitud no pudieran controlarse por estar inermes las autoridades dentro de su estatuto para hacer uso de la fuerza, lo procedente sería cancelar las matriculas de los que no están conformes con recibir una enseñanza que es en la mayor parte de las veces gratuita, llamando a concurso para admitir nuevos alumnos del sector que no obtuvo matrícula y que reúna los puntajes e idoneidad suficientes”.

Editorial de El Mercurio de Santiago. 24 de junio, 1967.

Nota 12

“ La Confederación Nacional de Trabajadores del Cobre hace público su apoyo y adhesión a los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso que con clara responsabilidad moderna del mundo que vivimos, se ha revelado contra el sistema monárquico y feudal que impera en ese plantel.”

Declaración de la Confederación de Trabajadores del Cobre. 31 de Julio ‘67

“La CUT hace pública la siguiente declaración:

La Central Única de Trabajadores (CUT.) luego de conocer a fondo el problema que enfrentan los estudiantes de la UCV y considerando que las peticiones de Reforma Universitaria que presenta la Federación de ese plantel se identifican con los anhelos de cambio que nos exige la época acordó:

4. Dar todo su apoyo al movimiento de los jóvenes de la UCV, apoyo moral y concreto.”

Declaración de la Central Única de Trabajadores. Lunes 31 de Julio, 1967

Nota 13

“Frente al conflicto planteado por la Federac1ón de Estudiantes de la Universidad cató1ica de Valparaíso, que ayer Lunes ocuparon el Local de esa Universidad, la Unión de Federaciones Universitarios de Chile – (UFUCH) desea hacer llegar a los estudiantes y a la opinión pública la siguiente declaración. :

1) UFUCH solidariza en forma amplia y estricta con la tesis sustentada por la FEUC-V, que sólo persiguen concretar en hechos ideas muchas veces ratificadas ratificadas por el movimiento estudiantil chileno, cuales son…”

Declaración. El Mercurio de Valparaíso, 20 junio ‘67

Nota 14

“… lo he dicho cien veces y lo repito ahora para que nadie continúe por un camino que carece de toda esperanza . Es esta una convicción profunda que brota de mi conciencia, y de mi función de Obispo…

Por eso nada ni nadie me podrá  hacer variar. La decisión es irrevocable; es mi palabra definitiva.”

Respuesta del Obispo a los dirigentes estudiantiles. El Mercurio de Valparaíso, 4 de julio, 1967.

Nota 15

“…Estrechamente ligado por o anterior resulta el hecho de que nuestro movimiento es perfectamente legítimo. Tal como ya lo hemos manifestado, es un derecho que asiste a todo individuo el rebelarse contra un sistema que lo oprime e impide su libre desarrollo. No es posible escudarse en una “legalidad” de las actuales estructuras y cargos -que por lo demás, como “legales” no desconocemos- y con ello pretender indicar que la rebelión no es legítima. Son dos cosas claramente distintas. El estatuto actual puede ser “legal”, pero ciertamente es ilegítimo, en cuanto ha dejado de ser un medio apto para la consecución de un fin que, por la fuerza vital de las circunstancias, ha variado substancialmente.

Este principio que emana de la propia doctrina de la Iglesia, debe ser el único punto de partida para la comprensión y eventual solución del conflicto universitario…”

Respuesta de los dirigentes estudiantiles al Obispo. El Mercurio de Valparaíso, 6 de julio, 1967.

Nota 16

“1.-Una de las partes reclama para sí el total del poder y la autoridad, dejando a la comunidad de profesores y alumnos en estado de tutela, llegando al extremo de que es posible que la voluntad del Rector pueda imponerse totalmente sobre todos los miembros de la comunidad universitaria. Se funda este derecho absoluto y despótico en estatutos cuya caducidad real todos admiten y que muchas veces fueron violados por la propia autoridad.

2.-Nosotros y los estudiantes de esta Universidad sostenemos el principio de autoridad, unido al derecho inalienable de la comunidad universitaria a expresar libremente nuestras opiniones y a participar activamente en las decisiones que afectan la vida universitaria y la generación de nuestras autoridades.”

Declaración de Profesores de la Universidad. El Mercurio de Valparaíso, 7 de julio, 1967.

Nota 17

“Se diría que el hombre es libre en todo y ante todo. Con libertad de coacción, pues si lo oprimen puede zafarse o rebelarse. Con libertad de elección, pues dice «esto o aquello». Pero en la libertad ante su propia libertad, ante su propia condición de ser libre, no tiene opción.

Es esta la libertad sin opción que no se gana o pierde o se negocia porque es antes que nada y que todo. Esa es la íntima disputa, el sístole y diástole de la libertad humana. Por esa libertad sin opción los hombres no pueden dejar de hacer mundo y, por eso, reconocemos en ella a la virtud, o coraje creador.”

Los Pizarrones (6). Texto original de Alberto Cruz C. Manuscrito para la Exposición de los 20 años de la Escuela de Arquitectura en el Museo Nacional de Bellas Artes (1972).

Nota 18

El problema de fondo es un problema de Libertad.

La comunidad universitaria ha tomado conciencia plena del Derecho Natural que le asiste a tomar las decisiones que afectan su propia vida.

No aceptamos más absolutismos que reúnen en sí la suma total del poder en lo administrativo, financiero y académico. Hasta ayer, esta Universidad, como otras en Latinoamérica y en Chile, fue una Universidad tutelada, mero “objeto” y no “sujeto” de las decisiones que rigen su vida. Este régimen de autoridad más que ser tal, es un caso “de abuso” de autoridad, y esa situación ha terminado para siempre en la Universidad Católica de Valparaíso. La totalidad de los alumnos y los profesores no acepta ya más ese esquema de relaciones. Nosotros proponemos un régimen de autoridad de tipo democrático, donde la autoridad emerge del seno de la comunidad libremente, donde la Jerarquía Eclesiástica está  integrada pero no constituye el todo y donde las autoridades universitarias responden frente a quienes los han elegido.

Declaración de Profesores de la UCV. El Mercurio de Valparaíso, 25 de julio, 1967.

Nota 19

“Por que hemos tomado este Camino.

A través de los hechos anteriores aparece claramente la disposición permanente de la autoridad para tomar sus decisiones desconociendo la legítima y necesaria participación y autonomía de la comunidad universitaria. La manifestación de este espíritu es la idea de crear una Asamblea meramente consultiva sin facultades de decisión. Proposición que nosotros rechazamos por no contemplar el verdadero principio de autoridad .

Denunciamos como un signo de esta arbitrariedad los siguientes hechos paradojales:

1.-Del presupuesto total de la Universidad, el 70% corresponde a remuneraciones. Todos los otros gastos docentes indispensables para la marcha de la Universidad deben cubrirse con el 30% restante. De esta suma, la mitad (E 1.300.000) se gasta en actividades no universitarias, con la consiguiente asfixia de las Facultades. Estos gastos corresponden a edificios para Escuelas secundarias y primarias, déficit de la Televisión y transformaciones de locales de oficinas administrativas. En esta forma se han lesionado directamente los fines propios de la Universidad.

2.-EI Rector convocó a un Claustro Pleno en 1966, en el cual estableció un criterio para fijar los sueldos y honorarios conforme a las necesidades docentes. Esto quedó desmentido por muchos hechos que revelan una arbitraria política de remuneraciones en beneficio de unos pocos, nacida del poder enteramente centralizado en el Rector. Por ejemplo, estos tres casos y otros más graves que estamos dispuestos a publicar.

a) Las primeras nueve personas de la planta ejecutiva reciben en conjunto E 37.474 mientras que los 31 Profesores de una Facultad, once de ellos, a jornada completa, solo perciben en conjunto E 37.599.

b) Un Director de Escuela Universitaria y Jefe de Departamento, Profesor de dedicación exclusiva, percibe 2.090 escudos, mientras que el Director de una Escuela secundaria anexa a la Universidad recibe E 4.013.

c) El valor de la remunerac1ón por hora semanal de clase, para igual rango de Profesor y dentro de una misma Facultad, varía entre E 46 y E 199,75.

Difícil, pues, si no imposib1e, que la reforma pueda ser orientada y dirigida por los responsables de esta crisis. Profesores y estudiantes pretenden confirmar su derecho al estudio en un  ámbito y un régimen que realmente lo permitan. No se trata, sin embargo, de enmiendas, sino de transformaciones profundas que permitan el  ágil funcionamiento que ninguna Universidad chilena actual posee, de las distintas  áreas y formas de estudio y de Escuela.

Estamos conscientes del anacronismo que significa verse obligados en Chile, en 1967, a disputar el derecho básico de toda comunidad a participar en la dirección de su vida común en forma libre y democrática. Sólo una intransigencia mal entendida ha prolongado innecesariamente esta disputa, ya que aún no se nos reconoce ni garantiza este derecho fundamental.”

Declaración de profesores de la UCV. El Mercurio de Valparaíso, 7 de julio, 1967.

Nota 20

“Tan inconsecuente ha sido la actitud del Consejo que simultáneamente ha denunciado al movimiento de profesores y alumnos, mediante declaraciones oficiosas de algunos de sus miembros, de estar dominado por fuerzas políticas fascistas o marxistas. Estas imputaciones se han acomodado en cada caso a lo que ha aparecido más conveniente.

La opinión pública, pues, podrá juzgar la consecuencia que han animado a este Consejo Superior. Nos vemos ahora obligados a declarar públicamente lo que antes preferimos callar: el actual Rector no nos inspira ninguna confianza en su gestión universitaria.

Ello se debe a que su gestión no ha dado ninguna muestra de buscar y aceptar la participación de sus colaboradores y sí de manejar la política académica, administrativa y financiera de la Universidad bajo su solo designio. Lo que ha permitido estos excesos es el uso que el Rector ha hecho del sistema vigente reconocidamente caduco.

Una prueba, entre muchas, de nuestra afirmación es la. incoherente política con que se han fijado las remuneraciones y la manera arbitraria en que se ha distribuido el presupuesto universitario, la asfixia a la investigación científica, la proliferación de actividades extrauniversitarias y el absoluto predominio de las funciones administrativas sobre las docentes.

¿Cómo podríamos confiar en quien durante tanto tiempo nos ha defraudado en nuestros anhelos universitarios?

Sin embargo, frente a las aparentes concesiones y en verdad a la absoluta intransigencia del actual Consejo, y con la esperanza de evitar mayores daños a nuestra Casa Universitaria, profesores y estudiantes, hemos aceptado que el Sr. Rector siga en sus funciones por un plazo que hemos estado dispuestos a discutir. Quede, pues, bien en claro que nosotros, profesores y estudiantes, hemos hecho concesiones y no el actual Consejo.

Pero es evidente que al aceptar esta condición tenemos la obligación de exigir garantías suficientes.

Estas garantías están muy lejos de haber sido concedidas.”

Declaración de Profesores de la UCV. El Mercurio de Valparaíso, 25 de julio, 1967.

Nota 21

Titulo III. De sus Autoridades

Párrafo II. Del Rector de la Universidad.

Art. 11. Corresponde en general al Rector:

c) Administrar los bienes de la Universidad, velando por su conservación y acrecentamiento, de acuerdo con el Consejo Superior y con las facultades que le confiera el Gran Canciller, para lo cual será aconsejado por el consejo administrativo.

Art. 12. Son atribuciones y obligaciones especiales del Rector:

c) Confeccionar el presupuesto y sus modificaciones y proponerlo al Consejo Superior, previo estudio hecho por el consejo administrativo.

Reglamento del estatuto orgánico de la UCV; aprobado en sesión del Consejo Superior del 6 de julio de 1962.

Nota 22

“En cuanto a otra declaración aparecida en la prensa de ayer, suscrita por las personas nombradas y otros 11 profesores, acerca de ciertas cuestiones presupuestarias, el Consejo Superior se hace un deber en expresar que nada tiene que ocultar y está  pronto a exhibir a los representantes responsables de la comunidad universitaria, toda gestión financiera. Por lo demás, no es efectivo que se hayan usado dineros destinados a remuneración de profesores para instalación de laboratorios o reparaciones de oficinas de docentes, de investigadores y personal administrativo. Para tales obras -imperiosamente necesarias- se emplearon fondos que, por expresa disposición legal, no podían ocuparse en mejorar las remuneraciones.”

Declaración del Consejo Superior de la UCV. La Unión de Valparaíso, 9 de julio, 1967.

Nota 23

“c)Publicidad de las Finanzas.

Una de las manifestaciones de la participación de la comunidad universitaria en la dirección de la Universidad se expresa en la gestación, aplicación y control en materias presupuestarias. De tal modo, el presupuesto general debe ser confeccionado por la diferentes partes del cuerpo que es la Universidad, permitiendo también hacer posible un uso flexible e independiente, por parte de las diferentes unidades académicas de sus recursos, dando cuenta detallada.

Estos principios, que han sido aceptados por toda la comunidad universitaria, serán el punto de partida de la Comisión de Reforma Universitaria.”

Declaración conjunta del 8 de agosto de 1967. La Unión, 9 de agosto de 1967.

Nota 24

“Siempre las Universidades fueron teatro de inquietudes y de agitaciones, explicables porque en estas Corporaciones repercute todo lo que ocurre en la sociedad ya que a ellas llegan elementos embriagados por el revisionismo de la juventud. Si miramos hacia atrás, en el último medio siglo no hay Universidad americana en que no se haya hecho presente algún tipo de movimiento destinado a cambiar su organización. Hubo periodos en que de un país a otro pasaban delegaciones destinadas a proponer nuevas estructuras para la educación superior. Argentina y Méjico estuvieron a la vanguardia de esos movimientos, y hubo uno, el nacido en la Universidad de Córdoba, que fue durante mucho tiempo patrón para proponer cambios. La orientación era siempre a modificar la generación de las autoridades, haciendo participar en ella a alumnos, y egresados. La causa eficiente de la crisis de los planteles universitarios argentinos fue la institucionalización del “cogobierno”, del que provino un progresivo desorden universitario. En algunos casos la reunión del influjo de los alumnos y de los postgraduados hizo que la designación de profesores fuera partidista y ajena a la calidad que debe exigirse en el catedrático..”

“Pero el movimiento “reformista” de estilo clásico tiene hoy también su ubicación en nuestras Universidades Católicas, dentro de las cuales se desarrolla en estos momentos una fuerte pugna entre los partidarios de mantener el “status” y los que piden su cambio. Aquí renace la tendencia que operó en las Universidades argentinas, hace más de cincuenta años, con la petición de que el Rector sea elegido con participación de profesores y alumnos.”

Editorial de El Mercurio de Santiago. 24 de junio de 1967.

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