mayo 12, 2010

Clase 7 Trimestre I 2010

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Manuel Sanfuentes:

Avanzo un poco en la comprensión del taller.
Esta posibilidad que nos otorga lo abierto, esto que hemos nombrado casi como una figura –Lo abierto de la Ciudad Abierta– ha permitido la realización de este taller aquí en medio de las arenas en lo abierto. La idea de una clase así talvez solo podría pensarse a partir de una hospitalidad que nosotros mismos nos otorgamos y nos permitimos, cuando uno dice halugar a sabiendas de la mesura o desmesura que esto conlleva. Esto es que la sala como entendemos se abre y al final desaparece para dejarnos en esta extensión abierta.
Para nosotros siendo extraordinario este movimiento se nos presenta en lo habitual en cuanto nuestro trato con lo cotidiano es una llamada de la poesía a lo abierto, a lo fuera de uno.
Así como un regalo hay que caer en la cuenta de eso que convierte en don esta capacidad nuestra de construir la forma del presente. Siendo enorme nuestra historia, este modo en que hoydía el taller se da puede darnos luces de como abordar lo que el destino despierta mansamente en cada uno de nosotros.
Alberto la semana pasada llamaba así al futuro que atiende a su origen, un futuro que está aquí ante nosotros, no delante sino aquí enfrente. una suerte de apuesta sobre las formas que construyen lo extraordinario dentro de lo habitual. Habrase observado que la complejidad para vislumbrar el futuro desde estos días, se ha vuelto cada vez más difícil. Los grandes modelos de humanidad sociales,éticos y estéticos se desploman carentes de toda verdadera prestancia –equivocan la esperanza– podríamos decir. Crisis de mundo.
¿Cómo pensar la hospitalidad ante un mundo en que el interés privilegia las relaciones? La poesía a tientas casi sucumbe, las artes no dan respuestas. Tal vez el silencio oficia ante la adversidad. Sin embargo el mundo se erige en estas contradicciones entre lo ordinario y lo extraordinario, entre lo más íntimo y lo de todos. Ahí está el poema para hablar en esa diferencia.
Vivimos ya un mundo nuevo, este. Distinto al nuevo mundo en que América hace el acto de presencia que otorga la completitud. hemos aprendido a amar el presente, este nuestro y el del mundo. Amamos también lo nuevo como una manera de desconocernos a nosotros mismos y encontrarnos precisamente ahí donde volvemos a no saber.
Nos viene esto de la poesía y de la capacidad y la voluntad de los oficios de darle hospitalidad a la palabra poética. Creo que el mundo nuevo requiere esto, requiere esta palabra nuestra que canta el presente como un don y no como un defecto. No obstante la disputa con nuestro tiempo es un imperativo para reconocerse dentro y fuera de lo que llamamos realidad. Todo puede quebrarse, incluso la naturaleza humana, incluso la poética. Pero el espíritu que nos nutre queda intacto a pesar de nosotros mismos.
El silencio de la mañana, la contemplación, el oído precioso, la palabra susurrando al día y a nosotros nos nutren y edifican este presente nuestro, construyen nuestro tener palabra y acción para a su vez edificar el futuro que a todos nos compete, futuro de la escuela, futuro del mundo y el futuro de cada uno de nosotros. No a solas. Lo más importante un futuro compartido por todos.

Andres Garcés:

Lo abierto en las artes visuales en el siglo XX al liberar la forma de la materia de su contexto narrativo. Lo abierto de las artes visuales al ubicarse en un perímetro del oficio lo vamos a llamar «El umbral del oficio» como esa puerta que se abre pero que al momento que se abre inmediatamente se vuelve a cerrar. En este umbral vamos a ubicar a Kazimir Malévich con su Blanco sobre Blanco, la síntesis de la obra pictórica de colocar un cuadrado blanco rotado y de arista menor dentro de otro cuadrado blanco, la síntesis del arte como algo que siendo nada a su vez e implícitamente lo es todo. Puesto que el observador y el espacio –la luz en este caso– construyen lo que ven.
En todo este tiempo diremos que hay un intervalo,al que vamos a situar a lso futuristas con el estandarte de reivindicar la acción sobre la palabra y que luego tendrá su expresión en los happening, en los bodyart y en las performance. Así podemos hablar de Robert Morris, quien forma parte de la cofradía que constituyen Richard Serra y Brais Newman, en donde la cuestión es dar valor al físico de la obra por sobre su significado narrativo.
¿Qué sucede con esto? se introduce el tiempo y el espacio y por ende una invitación a que el espectador pueda participar de la obra recorriéndola. Así este laberinto triangular de Morris de dieciocho metros de largo por tres de altura, en donde el espectador entra en la ley de la obra y tomado por ella la recorre. En Serra podemos decir que la materia produce narración pero inconclusa y abierta, para que el que la recorra la culmine. Lo incompleto en la serie de cubos de (..), lo virtual del cubo y no de lo cúbico. Puesto que se queda en el concepto cubo y lo desmaterializa. La nada vuelve a ser todo en quien se queda observa y recorre.
Vale para esto considerar nuevamente la abertura de John Cage con sus 4 minutos 33 segundos.
En este sentido Claudio Girola nos dijo a los profesores de la escuela que en el arte aparecen unas obras a las que se les podrían nombrar como «un silencio en el arte» una de estas obras es el Blanco sobre blanco de Malevich y otra en la música los 4 minutos 33 segundos de Cage, y fundamentalmente porque así como abren se cierran, puesto que su expresión es irrepetible. Nadie podría volver sobre el Blanco sobre blanco de Malevich. Un umbral en el arte que es un silencio en palabras de Claudio Girola, esto también porque vuelve el arte en su condición más implícita.
Kandinsky decía en «De lo espiritual en el arte» y el «La gramática de la creación» que toda obra ha de valerse de los medios que le son propios de su expresión, esto lo vemos luego en Morris, Newman, Serra con el arte minimal. Privilegiar la materia, el espacio y la acción traída por los futurístas.
Ese plano inclinado en una sala de exposición en Nueva York, un grupo de espectadores interactúan bailando sobre este cuadrado inclinado.
la pregunta de la desmaterialización de la obra viene dada por el afán de Adolphe Appia en 1910, de sacar de la escena la decoración incorporando la ley del espacio y por ende de la luz.
Y por último el Pozo en 1976 de Claudio Girola en los terrenos de la Ciudad Abierta, en el Cementerio. En palabras de la curadora de la exposición de Claudio ella considera que la tradición que se incorpora en la obra de Claudio viene dada por el arte conceptual de las obras minimal, pero sin embargo, si bien es un arte teatral por ser un arte del espacio y de la escena incorpora la tierra. «Ya no más el escultor sino el auríspice» ya que es con el arte de él que la tierra se limita.
El continente forma y definición a los bordes y expansión del paisaje. Así como los muros del templo excluyen al profano los límites de la tierra guardados por los dioses convierten a la misma en templo, dado que contienen la propiedad de comunicar el carácter sagrado a todo lo que con ella se relacionen. El Pozo una hendidura en el suelo pero también la ambigüedad que abre a la interpretación de quien la recorre. La pregunta radica en que si el suelo realmente se hunde o es el suelo que se levanta. ¿Nos hundimos realmente o es la tierra que emerge? ¿Quedamos bajo la tierra o ante el cielo?.