diciembre 13, 2005

Escultura Adagio Cumplido

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Adagio Cumplido en la Ciudad Abierta.

Adagio Cumplido en travesía.

Esta escultura fue realizada en la Isla de Llancahué, en el poblado de Quiaca con el Taller de Segundo Año de Arquitectura del año 2003. Se construyó en Ulmo y bronces. Una segunda versión está hoy ubicada al comienzo del cementerio de la Ciudad Abierta.

Clase del escultor José Balcells para la travesía.

El arte tiene algo curioso: es esencialmente gratuito. Y lo gratuito se relaciona con la Gracia. El arte es por Gracia y al decir esto, salimos del mundo corriente. Por ejemplo decir «muchas gracias» es ubicar al otro en la esfera de Dios. La escultura tiene el poder -como todas las artes- de la gratuidad. No está en la esfera del poder de los hombres, aunque posee una dimensión que sí entra al mundo humano y que es un irreductible.

La arquitectura y la escultura tienen una larga asociación. La arquitectura, además de ser obra de arte, le da cabida al habitar del hombre y eso es reductible: la ciudad es constantemente reducida a sus posibilidades, pero aún así debe conservar un irreductible. En la historia de la relación entre estas dos artes hay algunos casos que ilustran esta situación. Por ejemplo las Cariátides son una parte estructural, y las Metopas, en el tímpano del Partenón, son una parte ornamental. Hoy toda obra pública, por ley, debe reservar una parte de su presupuesto para destinarlo a las artes. Y así aparecen los edificios institucionales con una escultura. Ésta se transforma en atrio extendiendo la obra de arquitectura. Sin embargo, estas dos artes, apesar de su relación, no comparten el mismo dios. El arquitecto necesariamente comienza por las fundaciones; en la imagen de un árbol éstas son la raíz. Pero en la escultura es la revés; comienza en las ramas y baja a posarse sobre la tierra. Porque que el hombre habite no significa tener un lugar para dormir o comer, sino el templo para oficiar -cada cual- a su propio dios. Ese es el irreductible del habitar del hombre. El irreductible de la escultura es el lugar para que habite el dios. Eso son los menhires en la prehistoria, porque allí viene a habitar una trascendencia de la naturaleza. Humano es humus y así tierra: el hombre hecho de barro devuelto a su madre en la muerte. El hombre construye un suelo especial para la bajada de lo trascendente. Es una base o plinto para que el dios no pise el mismo suelo que el hombre. Sobre ésto construye su representación.

La arquitectura ubica escogiendo una orientación respecto del universo, pero la escultura es opera extrañamente de forma opuesta. Porque como cuerpo al cual viene a habitar el dios del lugar, posee en sí todas las orientaciones, de suerte que resulta absolutamente indistinto dónde se ubica.

Arquitectos que van de travesía a construir una obra y que además llevan una escultura, en verdad llevan un vigilante que le recuerda -a la arquitectura- cuáles son realmente los irreductibles. Así la obra de arquitectura no será sobrepasada por los reductibles que intentan consumirla.

No voy a contar el secreto de la factura de esta escultura, para que sus misterios se vayan mostrando a medida que la vayamos trabajando y construyendo.

ver además:

Travesía Llancahué en el sitio del profesor Jaime Reyes.